El PRI poblano apesta a muerto, aunque su principal enterrador Néstor Camarillo desayunará, comerá y cobrará como senador de la República. Los pocos militantes que aún queden en el expartidazo verán cómo Camarillo se embriagará y vomitará con la dieta que cobrará religiosamente cada 15 días.
Un ex priista, de quien me reservo el nombre, comentó que presentó su renuncia al partido tricolor cuando llegó Néstor Camarillo al Comité Directivo Estatal: “Hemos tenido a los peores presidentes del PRI. Nos han dirigido ladrones, gandallas, incultos y abusivos; bueno, estuvo Víctor Hugo Islas, con eso te digo todo, pero esto ya es el colmo”.
El caso del PRD poblano es aún peor porque era un partido que nada más se sostenía con alfileres desde que Rafael Moreno Valle Rosas falleció. Recordemos que desde 1998 hasta el 2016, Miguel Barbosa dirigía de facto, no de iure, ese partido.
Barbosa se convirtió en el gran cacique perredista. Todo lo que ocurría ahí, pasaba por la decisión del exgobernador hasta que Luis Maldonado, entonces secretario de Gobernación del difunto Moreno Valle, le arrebató el partido.
Hoy, el partido del Zurdito Amaya, del Loquito Zamora (QPD), de Fu de la Fu, de Jorge Méndez y demás corrientes ya es puro cascarón. El exgobernador Mariano Piña Olaya puede pasar por las escrituras de las oficinas estatales de la 13 Oriente que están a su nombre, aunque desde principios de la década de los noventa fueron habitadas por un partido de “oposición”.
Lo mismo ocurre con el panismo poblano: están hechos trizas.
Los zopilotes ya vuelan por la colonia Bugambilias.
Comienzan a destazarse entre ellos mismos.
Los orcos gritan que urge un cambio de dirigencia. Las aves de rapiña ya usan frases de “debemos acercarnos a la ciudadanía”, “debemos darles voz a los que nunca les hicimos caso y sólo los usábamos para colgar pendones”.
Sacan, otra vez, las acusaciones contra El Yunque, aunque quienes hoy denuncian hayan sido beneficiarios, de una u otra manera, de aquel grupo católico clandestino. No que hayan formado parte de La Organización, pero fueron palomeados por las familias custodias para que también vivieran del erario.
Y aunque tengan razón, ellos fueron parte de la misma orquesta. Aceptaron las reglas para ser diputados o regidores.
La oposición en Puebla ha desaparecido. Habita un pueblo abandonado del oeste.
Los perfiles que quedarán en las diputaciones federales, estatales o regidurías carecen de legitimidad porque muchos de los que llegaron ahí son porque los pusieron sus esposos que ya están por dejar el cargo o por algún familiar que quiere mantener el poder y el control de la dieta.
Los líderes nacionales del PRI, PAN y PRD nunca supieron ser una auténtica oposición. Ellos iban por los negocios, o ¿a poco se nos olvidó cómo Marko Cortés pidió por escrito unas notarías en Coahuila el año pasado?
Es lo mismo que ya ocurría en Puebla, la oposición era un coto de poder para cobrar del erario, para hacer negocios con el poder, de conjugar el “haz obra que algo sobra”.
Por eso quedaron rebasados.
Por eso, el voto oculto no fue para el PRIAN y sí para Sheinbaum y Armenta.
Porque los líderes de oposición nacionales y locales son como personajes de Atypical TV, sólo que no sabemos quién es el Alazraky de por aquí cerquita.