El País | Ángel Criado | NASA
Los incendios que queman la selva y sabana amazónicas tienen otro efecto muy lejos de allí: deshielan los glaciares andinos. Es la conclusión a la que llega un estudio que muestra cómo el hollín de las quemas viaja por el aire hasta la cordillera y, al depositarse sobre el hielo, aumenta la radiación solar que atrapa, acelerando su fusión. El trabajo se ha centrado en un pequeño glaciar, pero sus resultados podrían reproducirse en los centenares de glaciares de Los Andes, ya castigados por el cambio climático.
El 23 de agosto de 2010 hubo 148.946 incendios en la región amazónica. Aquel verano austral fue el peor del siglo en cuanto al fuego, aún mayor que el de este año. El humo, poblado de hollín o carbono negro fruto de la combustión, nubló Los Andes, como muestra el archivo de imágenes por satélite de la NASA. Días después de la oleada de fuegos de aquel año hubo un pico de descarga de agua procedente de varios glaciares. Ahora, investigadores brasileños y franceses han unido los puntos.
En un trabajo publicado en la revista científica Scientific Reports, los investigadores recopilaron los datos existentes sobre incendios en lo que va de siglo en la región amazónica. La inmensa mayoría se producen entre agosto y octubre, cuando se produce la transición entre las estaciones seca y húmeda. En esos meses, la escasez de lluvias evita que estas puedan arrastrar el hollín de las quemas. Se estima que la cubierta vegetal quemada en América del Sur genera unas 800.000 toneladas de hollín al año.
El 23 de agosto de 2010 hubo en la región amazónica casi 150.000 incendios
Para complicar las cosas, en los meses de la temporada de incendios los vientos dominantes en la región, hasta entonces del oeste, rolan a este/noreste, en dirección a las cumbres andinas. Para saber dónde se dirige la columna de humo, los científicos también analizaron más de 2.000 trayectorias del humo en esos meses desde 2000 y 2016. Con esos datos pudieron crear un modelo de deposición de partículas de carbono negro sobre el hielo y cómo estas impurezas reducían su efecto albedo, es decir, su capacidad de reflejar la radiación solar.
Los científicos aplicaron su modelo al Zongo, un pequeño glaciar de la cordillera Real, en la porción boliviana de Los Andes. Allí, glaciólogos franceses (algunos coautores de la investigación) tienen una base de la que han salido los datos sobre las partículas de hollín acumuladas en el hielo y la descarga anual en forma de agua que pierde el glaciar. En 2010, el estudio indica que por cada metro cuadrado de hielo había en su capa más superficial 1,17 miligramos de carbono negro. En concentración, en septiembre de ese mismo año había 73,4 partes de hollín por mil millones de materia (ppmm). La cifra bajó hasta 29,2 ppmm en octubre.