Por: Zeus Munive / @eljovenzeus
El delegado de Bienestar en Puebla, Rodrigo Abdala Dartigues, es un poblano de cepa. No solo creció y se formó aquí, también trabaja para que la justicia social de la Cuarta Transformación llegue a todos los rincones del estado. A partir de este año, su nombre comenzó a figurar en la esfera pública porque algunos de sus compañeros de partido en Morena le han visto talento, virtudes y capacidad para buscar la gubernatura.
¿Quién es? ¿Dónde nació? ¿Qué estudió? En Revista 360º Instrucciones para vivir en Puebla charlamos con uno de los fundadores de Morena, y quien está en la lista de los aspirantes a la gubernatura de Puebla.
Una vida entre la pasión y la unión familiar
Rodrigo, un hombre de mirada franca y voz serena, comparte los recovecos de su vida en una tarde de confidencias y añoranzas. Con la naturalidad de quien se dispone a contar su historia a sus propias hijas, devela los detalles que forjaron su ser.
Nació en Puebla, un 13 de mayo de 1981, entre calles impregnadas de historia y vivencias compartidas con una familia unida. La unión familiar, regalo sabio de su abuelo, se convirtió en un pilar que sostendría los años venideros. Entre risas y partidas de beisbol con su hermano, Rodrigo atesoró una infancia llena de vitalidad y afecto.
La colonia San Manuel, proyecto urbano iniciado en los años sesenta con la venia de Mario Pani, fue el lugar donde transcurrió la infancia de Rodrigo Abdala. “Más tarde nos mudamos junto al Alpha 3, lo que marcó una etapa de mi vida, pues la casa y la fábrica de calcetines de mi padre estaban juntas. Era una casa grande y ahí jugábamos. A veces hasta nos llegaban las bolas de fut del Alpha”, relata con divertida nostalgia.
El Colegio Americano, su segundo hogar desde el preescolar hasta la preparatoria, le brindó el espacio para cimentar amistades duraderas. “Tengo la fortuna de contar con un grupo de amigos cercano y todos ellos hombres de bien, gente trabajadora”, afirma con gratitud.
El deporte, esa pasión que corre por sus venas, lo llevó a emprender aventuras en el futbol y el beisbol. Sin embargo, su corazón siempre latió al ritmo de las Águilas del América, aunque su crítica lúcida cuestiona el estado actual del futbol mexicano.
“No hay formación de jugadores, solo compran y van reciclando lo mismo. Hace mucho que ya no me gusta”, expresa determinante.
Rodrigo Abdala
En su relato, emergen memorias del pasado glorioso del equipo azulcrema, cuando el América se coronaba campeón a finales de los años ochenta. Los nombres de Zague, Adrián Chávez y Antonio Carlos Santos pueblan la conversación, ídolos de un niño apasionado. Luego vendría el equipo que vio debutar a Cuauhtémoc Blanco, con François Omam-Biyik y Kalusha en un tridente invencible.
Sin embargo, la pasión por el deporte no se limitó al futbol, ya que el beisbol también encontró espacio en su corazón, y Rodrigo trae a la conversación el triunfo de sus amados Cachorros de Chicago, campeones en 2016 después de 108 años.
La charla, como las corrientes de un río impredecible, deriva hacia la vida nocturna de su juventud en Puebla. Entre susurros cómplices, Rodrigo rememora los antros de antaño. En especial, Víos, un lugar al aire libre en la avenida Juárez, donde las risas y la camaradería fluían sin reservas, pero también el Baby, Worka o Alebrije.
Por entonces, Rodrigo eligió estudiar Derecho en la Universidad de las Américas. Así, el camino que lo ha llevado a la política no nació de un impulso repentino, sino una trayectoria que germinó mientras se abría paso en el mundo laboral, esforzándose para ayudar a su familia.
La vía electoral y la senda de la izquierda
En los primeros compases de su carrera, Rodrigo encontró refugio en el enmarañado mundo electoral. “Entré a trabajar al Instituto Electoral del Estado en 2001”, cuenta. Fue en las elecciones intermedias en las que triunfó el panista Luis Paredes.
Dos temporadas completas, 2001 y 2004, lo mantuvieron inmerso en las entrañas del proceso electoral. “Año y medio, quizás dos”, musita, como si cada día hubiera sido una tesis breve en el trajín del acontecer político.
En el Tribunal Electoral del Estado de Puebla halló terreno fértil para su desarrollo. “El área electoral fue el área en la que más me empecé a desarrollar, a desenvolver; ahí comencé a formarme”, reconoce Rodrigo, dejando escapar el eco de un pasado que aún lo abraza.
Los primeros atisbos de especialización surgieron en aquellos tiempos incipientes. “Había mucha gente experta, pero aún había muchas áreas de oportunidad”, recuerda. Una oportunidad dorada, la posibilidad de formar parte de la ponencia del magistrado Reinaldo Lascano, lo condujo al abismo cautivador de proyectar sentencias electorales.
La resolución de conflictos electorales, un laberinto de leyes y estatutos partidistas, se erigió como su cometido. “El conflicto electoral iniciaba temporalmente o en una línea cronológica, desde el momento en el que un particular adolecía o se dolía de algún acto de su partido político”, esgrimió, revelando la telaraña que debía desentrañar para restablecer equilibrios.
No obstante, su desarrollo no se detuvo ahí. Un momento crucial, un viraje en el sendero de las convicciones, llevó a Rodrigo a tomar una decisión que trastocaría su vida para siempre. “No existía Morena en aquel entonces”, aclaró, desestimando cualquier vinculación a una etiqueta partidista predefinida.
La izquierda lo acogió, como un lienzo en blanco que aceptaba el trazo indómito de sus ideales. Un gesto desafiante, en una vida que ya llevaba la impronta de la tradición y lo establecido.
“¿Por qué elegiste la izquierda?”, le pregunto, intentando encontrar una lógica en ese cambio de rumbo.
Zeus Munive
La respuesta, impregnada de convicción, surge de los labios de Rodrigo: “el licenciado Andrés Manuel López Obrador”. Aquel camino fue el que resonó en su espíritu inquieto y lo guió hacia la senda de la izquierda, como una llama que ardía con intensidad propia.
En un país azotado por la incertidumbre política, Rodrigo se encontraba en una encrucijada. Abogado de formación, su camino no parecía definido hacia algún partido político en particular. El licenciado Andrés Manuel López Obrador se presentaba como una figura en disputa, acusado y ensalzado por diversos medios de comunicación. Pero Rodrigo, inquieto y buscando una causa, no podía ignorar el eco de los discursos sobre el líder izquierdista.
“Fue en 2005, el desafuero, todo lo que hablaban de él, todas las diatribas hacia él”, relata Rodrigo, recordando aquellos días tumultuosos. “¿Recuerdas cómo hablaban de él? Todo el tiempo era esto, el otro… [En realidad] representaba los verdaderos intereses de los colectivos, las bases de las pirámides, y no los intereses de a quienes se ha defendido históricamente”.
Así, Rodrigo Abdala comenzó a vislumbrar un camino hacia la izquierda, una lucha por la justicia social que parecía encontrar eco en López Obrador. “Siempre buscas incidir, luchar, trabajar para poder lograr justicia social. Eso es fundamental, justicia social”, expresa con convicción.
Pero el entorno político no favorecía su decisión. En tiempos de Vicente Fox como presidente, las fuerzas que buscaban socavar la imagen de López Obrador se mostraban incansables. “[Acuérdate] todo lo que hablaban del licenciado Andrés Manuel, o sea, todos los medios de comunicación parecía que hablaban en coro y lo pintaban como si fuera Marx, el idealista, pero a la vez era el ejecutor, era también Lenin y era Stalin y era Castro…No es cierto”.
La curiosidad y el deseo de conocer más lo llevaron a asistir a un evento donde López Obrador estaría presente. “Lo fui a ver a Huaquechula, me llevó un amigo que se llama Fernando Jara”, narra Rodrigo. Fue un encuentro que marcaría un antes y un después en su vida. “Terminó su discurso y fue increíble. Yo dije: ‘quiero estar ahí, quiero estar junto a él, yo quiero seguirlo a él, quiero ayudarlo a él’”.
Así, Rodrigo se involucró cada vez más en el movimiento de la izquierda y se unió a la fundación de Morena en Puebla. El camino de la justicia social y la lucha por un país más justo e igualitario había comenzado para él, guiado por la convicción y la admiración hacia Andrés Manuel López Obrador.
La marea guinda
Así, entre el trajín y la vorágine de la política mexicana, Rodrigo describe cómo se fue involucrando en el incipiente partido Morena, y su participación en la crucial asamblea de Huaquechula que marcaría un punto de inflexión en la historia del país.
“Morena iniciaba su camino para convertirse en partido político con las primeras asambleas que se realizaron a principios de 2013. […] Coordiné uno de los distritos para juntar las firmas que iban a sustentar la petición para que la reforma energética se llevara a una consulta popular, una consulta ciudadana, y de ahí, el siguiente paso fue obtener el registro como Morena […] Entonces me vuelvo candidato a diputado federal en el 2015 y tuve el privilegio de ser de la primera generación en la historia de Morena. Y también la primera generación de diputados federales de la historia de Morena, 2015-2018”, explica Rodrigo.
Al final de esa Legislatura, se dio el fraude electoral de 2018 en Puebla, una herida que sigue abierta para Rodrigo, quien deja en claro que para él no se trata solo de un tema personal, sino de una lucha por la democracia y la transparencia en el sistema político.
Así, con la madurez y experiencia de quien ha recorrido un camino plagado de obstáculos, Rodrigo deja en claro que su lucha por un México mejor sigue firme y en constante evolución. Su convicción, manifestada en su serenidad y dedicación, lo convierte en una figura sobresaliente en el escenario político mexicano.
La danza de las aspiraciones
Con el fin de desentrañar los secretos y las aspiraciones de Rodrigo Abdala, delegado de Bienestar, la conversación, más que una entrevista, parece una mirada tras bambalinas del escenario político local y nacional.
“Quitándote un poco la chaqueta de delegado, ¿quién es tu candidato o candidata a la presidencia por Morena?”, le pregunto.
“Son los cuatro, cualquiera de ellos”, responde Rodrigo con una seguridad que denota su compromiso con la esencia de la Cuarta Transformación.
El diálogo se encamina hacia el futuro de Puebla, un estado que ha enfrentado una montaña rusa política desde el 2018, cuando la sombra del fraude electoral oscureció el panorama. Rodrigo enfatiza la necesidad de una “gran alianza social”, en la que los políticos escuchen a la sociedad y trabajen en conjunto para lograr un proyecto que beneficie a todos.
Entre diálogos pausados, Rodrigo expresa la importancia de mantener la línea de la transformación. Su convicción se despliega con cada palabra, dejando entrever que, más que una ambición personal, su anhelo es el bienestar colectivo: “Siempre he considerado que la fórmula es dejar de creer que los políticos tienen la verdad absoluta, y también, no permitir que los políticos se apropien de todas las decisiones, porque no son —o somos— poseedores de la verdad. Yo creo que entre todos podemos delinear un plan, un proyecto con propuestas sólidas, desde cada área, para lograr meter a Puebla en un ritmo en el que todos podamos salir beneficiados […]. A nadie en la sociedad le conviene que cada vez haya más desempleo, a nadie en la sociedad le conviene que haya menos oportunidades, a nadie le conviene que ciertos sectores tengan dificultades para salir adelante, a nadie, porque eso te lleva a resultados negativos y dañinos, y permanecen durante mucho tiempo. Eso me convence de que todos podemos aportar propuestas, ideas y soluciones a los problemas, todos. […]
Hagamos una verdadera alianza social y entre todos delineemos el proyecto que más conviene al estado, desde la parte económica, desde la parte de salud, desde todas las áreas”.
Rodrigo abdala
“Para Puebla, ¿quién?”, le pregunto, también para conocer su relación con otros aspirantes. Descubro que, aunque han tomado caminos distintos, Rodrigo se lleva bien con todos, demos trando una habilidad para forjar lazos y trabajar en equipo. Sus diálogos con Nacho Mier, Julio Huerta, Alejandro Armenta, Olivia Salomón y Claudia Rivera muestran una figura conciliadora, dispuesta a dialogar y construir puentes.
“¿Por qué te interesa ser gobernador de Puebla? ¿Por qué no la alcaldía?”, le cuestiono deseoso de descubrir los motivos detrás de sus ambiciones políticas. La respuesta de Rodrigo es clara y contundente: “darle continuidad al trabajo y esfuerzo del gobernador Sergio Salomón Céspedes”. No son solo palabras vacías, sino un llamado a la responsabilidad, honestidad y honradez en el servicio público.
“¿Le has comentado esto al presidente?”, le pregunto.
“Aún no”, responde, supongo que con el fin de esperar el momento correcto.
La tarde, envuelta en memorias y confesiones, se disipa en un suspiro. Rodrigo, con su vida y pasiones al descubierto, deja un rastro imborrable. Así, deja entrever el enigma de una decisión trascendental, un enigma que solo él puede desentrañar. Queda claro que su historia ha sido una danza sutil de certezas y cuestionamientos, un relato inacabado que se escribe con cada paso que da hacia su destino político.
Queda el resabio de un político comprometido, dispuesto a dialogar, con los pies en la tierra y los ojos puestos en una Puebla más unida y próspera. Sus palabras plasman la figura de un líder enérgico y esperanzador, capaz de trazar un camino hacia un futuro mejor para su estado.