¿Sabía usted que seis de cada diez delincuentes sufren de adicciones y que en el municipio de Puebla la principal droga que ellos consumen es heroína? ¿No lo sabía? ¿Alguna vez se interesó por ello? Es fácil pensar: “pues que se mueran, se lo merecen por delincuentes”. Pero no, le aseguro que no, al ser adictos y no poder controlarse, delinquen con tal de conseguir de seiscientos a mil pesos para obtener el estupefaciente, cometiendo desde el robo de un celular hasta asaltos a mano armada.
El tema de la inseguridad es una realidad que va más allá de estar hablando sólo de las bodas fifís y de las portadas rosas de revistas como «Hola». Nos pega a todos. Y «todos» es todos, sin importar colores partidistas ni intereses económicos ni políticos, eso es lo de menos.
Fíjese que quien lo tiene muy consciente es el alcalde Luis Banck Serrato, tanto, que cada quince días, en el Salón de Protocolos del Palacio Municipal, se reúne con los seis jefes del sector policiaco: el titular de Seguridad Pública en la ciudad, Manuel Alonso García, un representante de la Fiscalía General del estado, un representante de la Secretaría de Seguridad en la entidad, regidores, un integrante de la Iniciativa Privada, funcionarios como el secretario general José Luis Soberanes y el de Gobernación municipal José Ventura Rodríguez, entre otros.
Lo sorprendente es que hay representantes tanto del estado como del ayuntamiento y todos van en la misma lógica: analizar, valorar, llamar la atención (jalar las orejas) cuando se tenga que hacer, así como reconocer públicamente y con incentivos a los policías y jefes de sector cuando hacen bien las cosas.
Cada quince días se analizan una por una las detenciones, para determinar cuáles son los delincuentes que son puestos a disposición para ser encarcelados y cuáles deben reparar el daño cuando se llega a un acuerdo. Incluso, como un ejercicio de autocrítica, se pondera cuáles son puestos en libertad, pues se debe considerar si es que fue legal la detención o fue liberado por el propio juez a su interpretación. Esto último, lamentablemente, también ocurre.
Al analizar dos veces al mes, en estas largas sesiones, cada una de las detenciones, se puede ver si aumenta o disminuye la delincuencia en la ciudad, qué tipo de robos se están cometiendo, cuáles son los más comunes, si es robo a casa habitación, asalto en la calle, a negocios, cuáles de ellos, a qué hora y en qué zonas.
También se lleva el estudio con la Fiscalía General del Estado si es que el detenido es un delincuente reincidente y se analiza si es consumidor de drogas, ello no por un tema de moralina, sino para determinar las causas que están detonando la inseguridad.
Todo lo anterior se refleja en una carpeta de casi cien hojas en la que el jefe de sector debe presentar el reporte de qué está pasando en cada una de las demarcaciones supervisadas y se determinan qué tipo de acciones se deberán llevar a cabo.
Lo más interesante es que estos encuentros son a puerta abierta y presididos por el alcalde Banck, quien diseñó un lenguaje con todos los participantes para hacer más sencillos los términos legales para quienes no son abogados, ya que colaboran en las reuniones empresarios, policías y, en ocasiones, universitarios que no necesariamente estudian Derecho.
A dichas reuniones ya asistió la presidenta municipal electa Claudia Rivera Vivanco y le tocó participar en el análisis de cada uno de los detenidos. También han concurrido personalidades de otros estados, quienes han dicho que nunca habían presenciado este tipo de ejercicios.
Ayer mismo, una empresaria sugirió que este modelo se llevara a cada uno de los municipios del estado para trabajar más en conjunto y así arrinconar la delincuencia que, como bien sabemos, ha estado creciendo en la zona del triángulo rojo, en San Martín Texmelucan o Tehuacán.
Es cierto, este modelo nunca se había presentado en la ciudad. Se sabía que todos los días había reuniones de seguridad (en administraciones anteriores) y nada más. Eran a puerta cerrada. Aquí, al transparentar todo el proceso, se corre el riesgo de ser criticados, pero es mejor, pues se sabe bien cómo es que están trabajando por este talón de Aquiles de nuestra sociedad.
Otro punto a destacar es que si algún jefe de sector presenta números positivos al disminuir la delincuencia en su zona, es premiado con base en las estadísticas que se presentan, con bonos de productividad para él y sus subordinados.
Cuando no es así, se le llama la atención y si son tres veces seguidas se remueve de la jefatura. Este es, en general, un buen trabajo de equipo. Se trata de que los delincuentes no entren y salgan como Pedro por su casa, no se trata de que sean procesados o en su caso reparen el daño por un acuerdo con sus víctimas.
Desde mayo del 2017, cuando se implementó este método de trabajo, ha disminuido la incidencia delictiva de 255 eventos a 112. Hay que reconocerlo: es imposible que la delincuencia se acabe, pero si de algo fuimos testigos ayer es de que hay acciones que tal vez no son perfectas, pero ojalá que por lo menos este modelo de trabajo sea continuado por la alcaldesa entrante, y que de ello haya tomado nota su principal operador: Javier Palou.
Para rematar hay que reconocer que Luis Banck no se ha cruzado de brazos estos últimos días de trabajo, pues si bien entrega la estafeta en 10 días, no ha dejado de participar en estas reuniones para combatir la inseguridad.