Luis Pablo Beauregard | El País | Foto: Carolinaherrera.com
El joven diseñador Wes Gordon lleva un año trabajando como director creativo de Carolina Herrera, la modista venezolana que es un icono de las pasarelas. Resort 2020 es la reciente colección de la pareja creativa y está inspirada en la “alegría de vivir” de América Latina. Vogue la ha descrito como “juvenil, fresca y fiel a las raíces de la marca”. A esto puede sumarse también “polémica”. Algunos vestidos de temporada han generado molestias en el Gobierno de México. El Ejecutivo de izquierdas de Andrés Manuel López Obrador ha acusado a Herrera y Gordon de apropiación cultural al haber incorporado en sus prendas diseños y elementos identitarios de los pueblos originarios locales.
La secretaria de Cultura del país, Alejandra Frausto, envió este lunes una carta de reclamación a ambos diseñadores. Frausto asegura en ella que algunos de los patrones utilizados en la colección forman parte de la cosmovisión de pueblos de regiones específicas de México. El Gobierno ha pedido a Herrera que explique “públicamente” los fundamentos que llevaron a la casa de modas a usar elementos culturales cuyo “origen está plenamente fundamentado”. Además, solicita a la modista que aclare si las comunidades portadoras de estas vestimentas se van a beneficiar de las ventas de la colección.
Una de las prendas, por ejemplo, es un largo vestido blanco que tiene bordados animales de colores brillantes que se entrelazan con flores y ramas. “El bordado proviene de la comunidad de Tenango de Doria (Hidalgo); en estos bordados se encuentra la historia misma de la comunidad y cada elemento tiene un significado personal, familiar y comunitario”, dice la ministra en el documento al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Otros dos casos citados en la protesta de Frausto se refieren al uso de bordados florales sobre una tela oscura como los que se hacen en la región del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Y la incorporación, en otros dos vestidos, del famoso sarape de Saltillo (Coahuila). “En la historia de este sarape encontramos el recorrido del pueblo de Tlaxcala para la fundación del norte del país”, explica la funcionaria del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la diseñadora afincada en Nueva York desde 1980.
Frausto cree que las prendas que el señor Gordon ha ideado para la casa Herrera pueden insertarse en un debate mundial sobre los derechos culturales de los indígenas. “Se trata de un principio de consideración ética que… nos obliga a hacer un llamado de atención y poner en la mesa un tema impostergable…: promover la inclusión y hacer visibles a los invisibles”, indica la carta, con fecha de 10 de junio. Este periódico intentó sin éxito contactar con la oficina de Carolina Herrera en Nueva York para conocer la reacción tras la carta.
No es la primera ocasión que México vive una polémica por la utilización de diseños de pueblos indígenas en colecciones de moda. En 2015, una túnica y una blusa de la francesa Isabel Marant generaron muchas críticas en las redes sociales. Los diseños de las prendas bebían de los utilizados por mujeres mixes del poblado de Santa María Tlahuitoltepec, en la zona serrana de Oaxaca.
Zara, de Inditex, también ha sido acusada de plagio en diversas ocasiones por el uso de diseños artesanales mexicanos. El más reciente escándalo en el que se ha visto involucrada la marca española también fue en 2018, cuando la prensa halló que una de las chamarras que promocionaba mostraba un dibujo similar a un bordado usado por las mujeres de Aguacatenango, en el municipio de Venustiano Carranza, Chiapas. Esto no se limita al mundo de la moda. Nestlé también ha utilizado diseños mexicanos para vender chocolates.
Estrategia legal para impedir plagios
El Gobierno de Morena prepara una estrategia legislativa para que casos como los de Herrera, Marant y Zara sean los últimos. La bancada del partido oficialista en el Senado presentó en noviembre pasado el proyecto para una ley de salvaguardia de los conocimientos, cultura e identidad de los pueblos indígenas y afromexicanos. La norma pretende derogar algunas leyes vigentes de derecho de autor para impedir que los diseñadores utilicen este tipo de ilustraciones sin el consentimiento de los pueblos.
“Es una ley muy grande que da la titularidad de estos elementos a las culturas originales”, explica a este diario la senadora Susana Harp, de Oaxaca, presidenta de la comisión de Cultura y autora de la norma, que será trabajada durante dos meses más junto a otros instrumentos legales. “El mercado debe entender que no se trata de dos bolitas arriba o dos bolitas abajo. Estos diseños son imágenes de su cosmovisión. Las comunidades piden respeto, no piden dinero. Quieren que los diseñadores se acerquen a ellos y pidan permiso”, agrega la legisladora. Uno de los apartados de esta ley indica que los pueblos originarios podrán firmar, o no, convenios con los diseñadores que pretendan utilizar sus diseños.
Harp indica que también existen ejemplos de buenas prácticas del trabajo con artesanos locales. Entre ellas Roche Bobois, una mueblería francesa de alta gama, que hizo una colección basada en arte huichol. Por cada pieza vendida, los indígenas obtienen un ingreso. La mexicana Carla Fernández también se ha convertido en un referente con sus colecciones influenciadas en la riqueza textil de los pueblos originarios. Una riqueza que Carolina Herrera tendrá que explicar al Gobierno mexicano.