Diego Mancera | El País | R. BECK AFP
El equipo de México se le desmorona a Tata Martino. Los futbolistas mexicanos vivieron un episodio que superaba la estructura narrativa de un thriller y se acercaba a una tragicomedia en el partido contra Haití. El Tri, que inició la Copa Oro con una goleada de siete goles contra Cuba, no pudo hacerle un gol al equipo caribeño, ubicado en el lugar 101 en la lista de la FIFA, durante tiempo regular. Tuvo que esperar a un bondadoso y controvertido penalti en el alargue para acreditarse a la final de un torneo exótico.
El peligro de los equipos en la Concacaf es que juegan a la desesperación. La región comprende desde Canadá, pasando por Centroamérica, hasta la última isla del Caribe. Y son las pequeñas selecciones las que más jaquecas provocan. Haití logró ganarle a dos siempre participantes del torneo: Costa Rica y Canadá, a quien remontó un 2-0 para terminar ganándolo 2-3. Y estuvieron cerca de hacer la travesura contra México en un partido en el que resistieron los embates mexicanos que, sin brújula, apenas si podían exigir al guardameta Johny Placide.
Tata Martino vio, desde un palco debido a una suspensión, la desorientación de sus futbolistas. Las transiciones de defensa-ataque no tenían sentido cuando, en el último pase, preferían chutar a portería para algún gol espectacular. La frustración invadió al equipo mexicano que no sabía cómo perforar la meta de sus oponentes que no dejaron de correr detrás del balón. Andrés Guardado, capitán y cebrero del equipo, volvió a ser neutralizado con escasas oportunidades para reanimar a los suyos. Lo intentaba hacer Raúl Jiménez, el nueve mexicano, que se olvidaba de su puesto para distribuir el balón.
Los haitianos lograban poner en aprietos a los del Tri con cada jugada a balón detenido y con los balonazos en los que los defensores mexicanos excedían en su confianza al momento de despejar. En todo el partido, los isleños tiraron dos veces directo a portería y siete muy por fuera; los mexicanos chutaron directo ocho veces, pero fueron 14 los que iban sin puntería.
El respiro para los mexicanos llegó en el alargue, al minuto 93, cuando Raúl Jiménez recibió un ligero empujón del defensor Jems Geffrard al borde del área. Una jugada que podía dirimirse bajo la mirada del vídeo arbitraje, inexistente, por ahora, en la Concacaf. Jiménez, desde el manchón de penalti, anotó el 0-1.
La tenacidad de los haitianos casi pudo con la arrogancia del equipo mexicano. Al minuto 118, cuando México ya estaba en modo avión, el haitiano Mikael Cantave disparó desde mediocampo para ganarle a un adelantado Guillermo Ochoa y el balón dio en el larguero. Unos centímetros de la gesta caribeña. Ochoa se quedó con el balón como quien olvida la cartera en el café.
Cuando México parecía que podía maquillar el pésimo partido que dio, Uriel Atuna dejó un tiro con la portería sola a Luis Montes que puso más fuerza que puntería para la portería. Si algo puede alegrar a los mexicanos es que contabilizaron hasta un 70% en posesión y hasta 713 pases acertados. Partidos contra Haití, o como el de Martinica en el que casi empatan a los mexicanos (2-3), muestran las tripas de un Tri ansioso y con miedo a fallar en el único torneo en el que son los reyes, eso hasta que EE UU y Christian Pulisic puedan replicar.