Seguramente, en más de una ocasión, has visto a personas que parecen migrantes centroamericanos pedir dinero mientras permanece la luz roja del semáforo en cualquiera de las principales avenidas de la capital, como Zavaleta, Vía Atlixcáyotl, 11 Sur o el Bulevar 5 de Mayo.
Estas personas deambulan entre los carros con una mochila -casi siempre rota- en la que enrollan una cobija que queda a la vista. En algunos casos también cargan una botella usada con agua simple y portan una gorra que va de acuerdo a la mochila.
Algunos portan playeras de selecciones de futbol de países como Guatemala y Honduras. Después avanzan asomándose por las ventanillas de los vehículos y saludan extendiendo la palma de la mano y en un tono amigable que acompaña la mano con un acento poco común pero que parece de la zona de la costa.
“Hola hermano. Un apoyo mexicano. Una ayuda para un taco, para el viaje. Una moneda que me puedas regalar”, son algunas de las frases que utilizan en la búsqueda de un apoyo.
Es curioso que los migrantes se adentran por las calles de la ciudad, e incluso rondan la región de Cholula a pesar de que por estas zonas no se encuentra ni un albergue, estación de autobús y menos el tren de carga que los traslade hacia Apizaco, en Tlaxcala, o a la Ciudad de México, que es la parada siguiente en la ruta del migrante centroamericano.
Se calcula que el 90 por ciento de estas personas que piden dinero en la Angelópolis son falsos, así se ha comprobado en operativos que realizan comisionados del Instituto Nacional de Migración (INM) en Puebla.
Cada tres semanas agentes del Instituto realizan operativos en diferentes cruceros de la ciudad para detectar a los migrantes y trasladarlos a la estación migratoria, sin embargo en el cumplimiento de su labor se han encontrado que cuando se acercan a las personas éstas les dicen que son mexicanos y que sólo están pidiendo limosna.
De acuerdo con el INM los supuestos migrantes centroamericanos, que resultan ser mexicanos pidiendo dinero, logran un promedio de 300 pesos diarios y han encontrado personas que juntan hasta 500 pesos diarios recaudados de los conductores poblanos.
El flujo migratorio va a la baja
En el 2016, la entidad poblana repatrió a mil 507 personas que se encontraban en situación de inmigración, lo que colocó al estado en el lugar número 13 a nivel nacional con el mayor número de expulsiones migratorias, según estadísticas del INM.
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El histórico de este instituto refleja que en el último año de la administración de Felipe Calderón, en 2012 deportó a 713 personas centroamericanas, en 2013 fueron 925, el 2014 se incrementó hasta 2 mil 220 y en 2015 fueron mil 988.
Una vez que los extranjeros son detenidos y no pueden comprobar su estadía en el país son trasladados a la estación migratoria ubicada en la capital del estado en donde permanecen hasta 15 días hábiles mientras se determina su situación jurídica.
Después son enviados a las estaciones concentradoras que son en Iztapalapa o Tapachula, en el Distrito Federal y Chiapas, respectivamente, para después ser devueltos a su país de origen.
La Pastoral de Migrantes de la Arquidiócesis de Puebla coincide en que ha descendido el flujo migratorio pues a los tres albergues católicos que hay en la capital del estado, todos en el norte de la ciudad y cercanos a las vías del tren o de la Central de Autobuses Poblanos Urbanos (Capu), llegan menos de 10 extranjeros centroamericanos.
¿Cómo identificarlos?
A pesar del alto número de personas que hoy en día piden limosna en las calles de la ciudad, algunas familias que durante años han apoyado a los migrantes son capaces de identificarlos a simple vista.
Tal es el caso de Ernesto, quien para conceder una entrevista y hablar del tema prefiere que sea a bordo de su vehículo para entrar en detalles. Mientras platica ubica a un hombre, delgado, que lleva pantalón de mezclilla y una sudadera con capucha y además una gorra. Trae una pequeña mochila en su espalda.
Ahí está uno, habían dos pero ya no se ve el otro. Mire, con lo primero con lo que se da cuenta de si es migrante o no es la ropa. Si se fija ellos vienen bien abrigados a pesar del calor que nosotros sentimos. Y es que para el clima de sus países este es un clima frío. Además uno los reconoce por el olor. A menos que hayan ido a un albergue y ahí se hayan bañado y cambiado de ropa, los migrantes tienen un olor muy penetrante a sudor. Llevan días sin aseo, sin cambiarse de ropa, y uno los reconoce así”.
De acuerdo con Ernesto, ahora se ha dado que en los cruceros hay gente que quiere pasar por migrante para pedir dinero pero ya es un negocio.
Fácilmente los puede uno reconocer. Por ejemplo, la otra vez una señora con una mochilota con cobijas y no sé qué mas, parecía que iba de excursión, más bien, y aunque finjan el acento El verdadero migrante va con pocas cosas, si acaso una mochila con una chamarra o así. Además, por el esfuerzo y los largos periodos sin comer y beber se nota en su complexión, la mayoría son delgados, se ven asoleados, morenos”.
El conocedor concluye que el verdadero migrante, acepta cualquier ayuda, alimento, agua, fruta, o dinero, lo que sea. No como los otros que solo te piden dinero y hasta te rechazan el lonche. Y es que como están trabajando en equipo, a ellos les traen comida, una o dos veces por día.