No se puede utilizar mejor definición para ella: la reina del rock and roll. Nada menos. Tina Turner ha muerto este miércoles a los 83 años, según ha confirmado su representante. “Tina Turner ha fallecido en paz hoy a la edad de 83 años tras una larga enfermedad en su casa de Küsnacht, cerca de Zúrich (Suiza)”, afirma el comunicado. “Con ella, el mundo pierde una leyenda de la música y un modelo a seguir”. Llevaba retirada desde hacía años y sufría un cáncer intestinal, diagnosticado en 2016. Había recibido un trasplante de riñón en 2017.
Es difícil encontrar en la historia del rock a una cantante tan influyente, popular y con una vida tan complicada. “La lista de obstáculos es larga: una infancia infeliz, el abandono, un matrimonio violento, una carrera estancada, la ruina económica, la muerte prematura de miembros de mi familia y múltiples enfermedades”, cuenta en la introducción de sus memorias, La felicidad nace de ti, que publicó en 2021. Pero salió adelante, trastabillada y también fortalecida para crear un estilo propio que abrió camino para las cantantes negras del rock y para muchas estrellas blancas. Mick Jagger diseñó su manera de dominar a una audiencia viendo a Turner moverse en un escenario. La lista de éxitos cantados por ella es larga: Proud Mary, River Deep, Mountain High, What’s Love Got To Do With It o The Best.
También desafió los convencionalismos sexuales. En los años sesenta, cuando empezó su carrera con Ike Turner, su presencia era volcánica, exuberante, una catarsis sexual poco corriente para aquellos años y menos en una cantante negra. Ahí empezó a forjar su estilo, heredado del góspel, del soul y del incipiente rock. Turner gozaba y sufría las interpretaciones a la vez que ocultaba la tragedia de un matrimonio repleto de abusos. La tortura física y psicológica a la que la sometía Ike Turner, su marido desde 1962, la llevó a un intento de suicidio. Ingirió un puñado de pastillas y dijo “sentirse decepcionada” cuando despertó.
Turner nació como Anna Mae Bullock el 26 de noviembre de 1939 y se crio en Nutbush, Tennessee. “Me trajeron al mundo en un sótano sin ventanas relegado a la maternidad de mujeres de color en el hospital del condado. Mi madre, Zelma, era cariñosa con mi hermana, pero conmigo era distinta. Yo sabía que nunca me había querido. Esa es una carga pesada para una niña pequeña”, escribió en sus memorias.
Cantó en el coro de la iglesia de su ciudad y a principios de los sesenta se integró en la banda de Ike Turner. En seguida Ike vio el potencial de Tina y comenzó a diseñarla para el éxito, ejerciendo un control físico y psicológico. Los éxitos, mientras, comenzaron a llegar, con canciones como A Fool in Love. Pero el fuerte de la pareja eran las actuaciones en directo, donde Tina, según confesó luego, desataba toda la rabia ante la opresión que vivía lejos de los focos. Ya en los setenta, Ike y Tina Turner se convirtieron en los teloneros preferidos de las estrellas blancas del rock.
El dúo y su banda precedieron las actuaciones de los Rolling Stones, Elton John o The Who. No había mejor espectáculo para animar a una audiencia. A finales de los setenta, Tina consiguió el divorcio. Por una parte estaba aliviada, pero por otra debía empezar de nuevo, ya que Ike tenía bien atados los asuntos legales y le puso todas las trabas para que no pudiera relanzar su carrera. En aquellos años duros recibió en apoyo de David Bowie o Keith Richards, que la idolatraban.
Y en los ochenta, renació. Cambió el sonido, se adaptó a los tiempos y entregó piezas de pop de producción espumosa que llegaron a los primeros puestos de las listas de éxito. El disco Private Dancer (1984) la convirtió en una estrella incluso más grande. Posteriormente editó Break Every Rule (1986) y Foreign Affair (1989), que contenía el exitoso sencillo The Best. Tina Turner se había adaptado a los tiempos y entrado en el sonido de sintetizadores de los ochenta, pero aportando su torrente de voz, dolida y hambrienta, y unas actuaciones en vivo en las que parecía que el escenario iba a arder. Fue cuando se hizo icónica esa imagen de ella vestida con un ligero traje de cuero, largas piernas elevadas sobre tacones y una melena felina.
Turner también tuvo presencia en el cine. Interpretó a la Reina Ácida en la versión cinematográfica de Tommy de Ken Russell, la ópera rock de The Who, y también participó en Mad Max Beyond Thunderdome, en 1985. En 1993 su popularidad vivió un nuevo repunte con el estreno de What’s Love Got To Do With It(en EspañaTina), una película basada en su vida. La actriz que interpretaba a la cantante, Angela Bassett, fue nominada al Óscar. Bassett se despidió de Turner horas después de anunciarse el fallecimiento así: “Me siento honrada de haber conocido a Tina Turner. Me siento honrado de haber ayudado a mostrársela al mundo. Así que hoy, mientras lamentamos la pérdida de esta voz y presencia icónicas, ella nos dio más de lo que podríamos haber pedido: nos dio todo su ser. Y Tina Turner es un regalo que siempre será ‘simplemente el mejor’. Ángeles, cantad a vuestro descanso… Reina”.
Cuando cumplió 60 años y con el lanzamiento de su disco Twenty Four Seven (1999), comenzó una retirada con intervenciones de baja intensidad durante los siguientes años. Hasta que en 2013 su presencia fue testimonial. Pasó muchos años de su vida en Suiza, donde ha muerto, y tuvo que ver cómo a su alrededor iban desapareciendo seres queridos. Lo más trágico fue la muerte de dos de sus hijos: el mayor, Craig, se suicidó en 2018 a los 59 años, y el menor, Ron, murió de complicaciones de cáncer de colon en 2022 a los 62. Uno de los primeros en reaccionar a su muerte ha sido Mick Jagger, que ha escrito: “Estoy muy triste por el fallecimiento de mi maravillosa amiga Tina Turner. Era una intérprete y cantante de enorme talento. Era inspiradora, cálida, divertida y generosa. Ella me ayudó mucho cuando era joven y nunca la olvidaré”.
(Con información de El País)