Por Pietris Peralta Langholz
Con profundo cariño y respeto a todos mis compañeros de causa
Somos algunos los que nos dimos la autoasignada tarea de cambiar el destino de seres vivos sin recibir nada a cambio, más que la personal e inigualable sensación de saber que interviniste en casos a veces de vida o muerte para cambiar el destino de alguna vida ignorada y dañada.
Sin embargo se nos otorgó el término de “rescatistas”, pero, ¿quienes somos estos seres humanos e imperfectos que decidimos hacer un cambio, tal vez no en el mundo, pero si en el mundo de ese ser? Hombres y mujeres de distintas edades y nacionalidades con una misión en común: hacer un cambio.
Ahora bien, ¿en qué momento esta noble labor otorgó el derecho a las personas a creer que más allá de ser nuestra obligación, tienen el derecho a juzgarnos y reprocharnos un trabajo que no son capaces ellos mismos de ejecutar?
Es entendible que muchas veces es solo falta de conocimiento, pero qué pasa con esas personas que fuera de tener una buena intención la transforman en una interminable lista de comentarios ofensivos, calumnias y solo nos agregan más estrés y tristeza a lo que ya es el simple hecho de tener que hacer una labor que no debería de existir.
Cómo explicarle a las personas que no somos dioses ni somos súper héroes ni organizaciones gubernamentales, tampoco recibimos paga por nuestra labor, la mayoría de las cuentas de manutención salen de nuestros propios bolsillos, (aunque siempre estamos invitando a la gente a apoyar). Los gastos van desde el transporte, honorarios de médicos, muchas veces hospitalizaciones, protocolos de adopción que incluyen vacunación, desparasitación, esterilización, alimento, productos de limpieza; algunos tienen espacios únicamente dedicados para resguardo sus propios hogares… y un sinfín de cosas más.
Somos severamente juzgados por hacer una labor a raíz de nuestra falta de indiferencia hacia el sufrimiento de los seres vivos. ¿Cómo explicarle a la gente que no somos más que seres humanos, ciudadanos comunes y corrientes al igual que todos, con el único cometido de hacer una pequeña diferencia?
No podemos con todos los casos, aunque quisiéramos, tenemos muchas limitantes, tanto económicas, como de salud, además de nuestros empleos, familias y el día a día de nuestras vidas.
A todos los que dedican un pedacito de sus vidas a pensar por los demás les deseo que esta labor, más allá de traerles el continuo estrés al que estamos sometidos, les dé fuerza para saber que no están solos, y que poco a poco lograremos cambios significativos, más allá de lo que hemos podido cada quien desde nuestra trinchera, con cambios y reformas a las leyes, crear espacios de difusión y cooperación entre todos nosotros. ¡No desistan! El cambio está más cerca de lo que parece.
Y para todos aquellos que tienen la intención de rescatar les dejo una pequeña guía con base en mi experiencia de qué hacer ante estos casos:
En el caso de que el animal se encuentre bajo el maltrato de sus dueños, el primer paso es llegar a hablar con ellos directamente de manera pacífica, intentando lograr un entendimiento, así como cerciorarse que el animal realmente se encuentre en situaciones que atenten contra sus 5 libertades (especificadas abajo), y tratar de dar una guía y dirección empática a la problemática que viven, (muchas veces es ignorancia o falta de recursos). Una vez estando seguros que el maltrato es a propósito, hay que recabar pruebas y presentarlas ante el centro de bienestar animal poblano, por sus siglas Cebiap, con un escrito presentado como denuncia por maltrato animal, y cerciorarse del seguimiento de este. No olviden que entrar a propiedad privada es un delito aunque este la situación lo amerite.
La presión por redes sociales, aunque no es lo idóneo, ayuda, en el único caso de ser 100% comprobado que el maltrato es cierto. Dicen por ahí que “de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno”.
Qué hacer en el caso de encontrar un animal en situación crítica en vía pública:
Ubique la clínica veterinaria más cercana, y llame al responsable por ayuda. De no ser posible siga los siguientes pasos: un animal herido, como todo ser vivo se siente amenazado; trata de acercarte lo más lento posible para crear confianza en el animal, ofrecerles agua o algo de comer puede ayudar (muchas veces por el mismo dolor no lo aceptarán). Si el animal se deja cargar evita las zonas donde está herido, pues le puede causar más dolor. Puedes apoyarte de alguna sabana o toalla si es que traes. Consigue transporte y acude a la clínica veterinaria más cercana o de tu confianza; si no cuentas por el momento con toda la economía necesaria, documenta tu caso y compártelo con tus círculos cercanos. Recurre a los rescatistas, aunque hay que saber que por lo regular nos llegan bastantes casos diario y no contamos con infraestructura para cubrir todos, así que apóyate de tus redes sociales y de tus familiares/conocidos, ¡pero no lo dejes ahí!
Una vez recuperado, ya sea que conserves al animal o decidas ponerlo en adopción, recuerda siempre entregarlo en óptimas condiciones a gente confiable, y darles una plática de tenencia responsable. Siempre entregarlos esterilizados y procura el seguimiento del animal para cerciorarse de su bienestar.
Recuerda que la unión hace la fuerza y todos podemos hacer algún cambio de a poco. No es necesario abrir un refugio o rescatar cien animales a la vez, entre todos podemos lograr un cambio: puedes rescatar, ser hogar temporal, apoyar con transporte, gastos, apoyo en especie, difusión, etcétera.
Por último, si tienes pensado en integrar otro miembro a tu familia recuerda adoptar antes de comprar, y no olvides esterilizar a tus mascotas.
«Comienza haciendo lo necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible».
–San Francisco de Asís, Santo Patrono de los animales y la ecología.
Aquí puedes localizar tu Cebiap correspondiente, así como módulos de esterilización y vacunación:
http://www.pueblacapital.gob.mx/temas/control-animal
Las 5 Libertades de los animales:
- Libertad de hambre y sed.
- Libertad de incomodidad.
- Libertad de dolor, lesión y enfermedad.
- Libertad para expresar un comportamiento normal.
- Libertad de miedo y angustia.