Con la llegada del otoño, llega la época “dorada” para los viñedos, es el momento de vendimia en el que el campo se llena de un aroma a tierra mojada tras la lluvia, las hojas que caen al suelo van desnudando los troncos y los racimos dorados y azulados se van mostrando para su corta.
Tal vez lo primero que viene a tu mente es que para disfrutar de estos campos llenos de uvas tendrás que viajar hasta el suroeste de Francia o planear un paseo bajo el cálido sol en la Toscana italiana.
Pues déjanos decirte que en México tienes a la mano estos esplendorosos paisajes y viñedos que cuentan con un digno nivel de exportación. La península del norte de México concentra el 80% de la producción nacional de vino, es por esto que han creado nuevas experiencias, que logran la integración de los recursos naturales y culturales con la producción de esta bebida.
Prepárate para degustar excelentes vinos en las mejores rutas vinícolas del norte de México.
Ensenada
Es conocida como la “Capital del vino Mexicano” ya que es una de las puertas de entrada a la Ruta del Vino en Baja California. Rodeada por el Océano Pacífico y el Mar de Cortés, es el municipio más grande de México por la gran fisiografía, flora y fauna que posee. Este atractivo destino es ideal para los amantes de la naturaleza y actividades al aire libre.
Este destino destaca por su gastronomía que va desde pescados y mariscos hasta cortes de carne para deleitar tu paladar. Pasa el día en la playa o si lo prefieres, sigue recorriendo las casas vinícolas. Conoce La Bufadora, una de las principales atracciones del lugar donde el mar choca contra las rocas y expulsa el agua de manera espectacular hacia arriba. Camina por su malecón y admira los enormes cruceros o pasea por la Calle Primera, llena de tiendas, restaurantes y bares que animarán tu estancia.
Mexicali
Mexicali es “la ciudad que capturó el sol”. No hay mejor frase que describa el clima desértico y los días calurosos que comulgan en la capital de Baja California al norte de México.
La capital de Baja California, es un destino que recibe a cientos de turistas anualmente por su diversidad cultural y de entretenimiento. Recorre el centro y admira la arquitectura de sus edificios históricos, como la catedral de estilo neoclásico. Curiosamente su gastronomía va desde la comida mexicana hasta la china, la cual se hizo popular después de la llegada de migrantes de China al final del siglo XIX. Especial para familias están el Museo del Niño, el Parque de Las Energías Alternas y el Cañón de Guadalupe, literalmente un oasis en el desierto.
Valle de Guadalupe
La vocación vinícola de la zona norte de la península de Baja California comenzó hace ya más de dos siglos. El primero en notar que el clima del Valle de Guadalupe tenía grandes similitudes con el de las zonas productoras de vino situadas en torno al mar Mediterráneo fue el alférez Ildefonso Bernal pionero en la exploración española de este territorio a finales del siglo XVIII.
Pero los monjes jesuitas y dominicos, se ocuparon de plantar las primeras vides. En 1834, una orden de dominicos fundó la misión Nuestra Señora de Guadalupe del Norte con el objetivo de evangelizar a la población local. Sin embargo, pocos años después debieron abandonar sus instalaciones atacados por indígenas de la zona que se oponían a los bautismos forzosos.
Más de 50 años después, en 1905, una comunidad religiosa rusa de cristianos molokanes compró una veintena de hectáreas de terreno en el Valle de Guadalupe para establecer viñedos, su empresa se convirtió rápidamente en un rotundo éxito. Pronto la voz se corrió y, durante la Segunda Guerra Mundial, más familias rusas se mudaron a la zona para dedicarse a la producción de vino.
Así, la industria creció y el lugar empezó a llamar la atención del turismo. El Museo Comunitario Ruso, en el poblado de Francisco Zarco, cuenta la historia de estos inmigrantes que iniciaron lo que hoy es una pujante industria tanto vinícola como turística.
Actualmente, más de 70 bodegas de diferentes dimensiones (desde las más grandes para los emprendimientos familiares y las pequeñas para bodegas boutique) producen el 90 % del vino mexicano y se sitúan tanto en el Valle de Guadalupe como en los valles vecinos de San Antonio, Ojos Negros, Santo Tomás, San Vicente, La Grulla, Tanamá, Las Palmas y San Valentín. De esta manera, la Ruta del Vino mexicano se convirtió en un imán irresistible para los viajeros de todo el mundo.
Con información de Visit México