En 2022 el pan de muerto ha tomado muchas formas, colores y sabores. Tenemos el pan de muerto negro, el pan de muerto hecho cono de helado y el pan de muerto cubierto con flores de cempasúchil, entre muchos otros. Hace casi 100 años, cuando apareció por primera vez en los recetarios mexicanos, había una sola versión: con agua de azahar, naranja y anís. ¿Pero quién dijo que el pan de muerto es así? ¿De dónde viene esa receta “original”? ¿Cuál es el origen del pan de muerto? Acá el chisme completo.
Según la maestra en antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Erika Méndez, el origen del pan de muerto tiene, al menos, dos versiones históricas: una se remonta al México prehispánico y la segunda, a la Colonia.
El pan de muerto en la era prehispánica
El primer pan de muerto –si es que puede llamarse así– es poco parecido al actual. En el México antiguo, antes de la Conquista, solía prepararse una especie de pan –más parecido a una tortilla– de amaranto, maíz seco y tostado y miel de maguey. Se llamaba papalotlaxcalli, que significa “pan de mariposas”, y tenía una mariposa sellada sobre la masa. Según el Códice Durán, era un alimento de ofrenda para la Diosa Cihuapipiltin, quien velaba por las mujeres fallecidas durante el parto; aunque después aparece en los relatos del Códice como parte de una ofrenda de comida que se le ponía al tzompantli, un altar de cráneos en honor a las personas sacrificadas en rituales para los dioses.
Tanto Fray Diego de Durán como Fray Bernardino de Sahagún y algunos otros cronistas españoles, también describieron en sus relatos un “pan ázimo sin cal o hecho a base de amaranto y miel de maguey que se formaba con la imagen de un dios y grandes huesos”. Este pan tenía diferentes formas y colores, y puede que sea el antecesor del pan de muerto que conocemos hoy, con el “cráneo” y los “huesitos” azucarados; pero sin duda la versión más cercana a la actual llegó después de 1521, pues antes de la Conquista no había trigo en México.
Hay otras teorías que relacionan la historia del pan de muerto con los sacrificios humanos que, según cronistas tanto indígenas como españoles, así como evidencias en códices y en monumentos arqueológicos, realizaban, sobre todo, los mexicas. En algunos relatos se habla de una especie de pan que se hacía con amaranto y la sangre de las personas sacrificadas y que se enterraba junto a las pertenencias de los fallecidos.
El origen del pan de muerto en la Colonia
La otra teoría habla de que nuestro pan de muerto es un derivado del pan de ánimas, un tipo de pan que se ofrendaba a personas difuntas durante el Día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos en algunos lugares de España, como Castilla, Portugal, Aragón y Sicilia. La costumbre se quedó en México durante la Conquista y, en algunos lugares se les quedó el nombre de “animitas”.
“Es difícil rastrear los orígenes del Pan de Muertos que conocemos en la actualidad —dice Alberto Peralta, doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia—; aunque desde luego es descendiente de las tradicionales “animitas” de pan que con forma humana se consumen en muchas localidades de México. Una idea bastante idealista y patriotera afirma que algún tipo de pan o cereal cocinado se ofrendaba a la divinidad en tiempos anteriores a la Conquista”, pero no hay pruebas de la existencia de un pan de muerto que se consumiera a inicios de noviembre durante la era prehispánica.
El primer pan registrado
Según la maestra Méndez, no hay registro del pan de muerto en los recetarios sino hasta 1938, cuando aparece por primera vez en Repostería Selecta, de Josefina Velázquez de León, quien fue cocinera y pionera en la documentación de recetas de distintas partes de México. “La masa básica que era aromatizada con diferentes ingredientes como el anís, el agua de azahar y, en ocasiones, se le agregaba jugo o ralladura de naranja para darle un sabor característico. Sin embargo —aclaró Méndez—, “es importante recalcar que este sabor en realidad es el de otros panes que ya se preparaban antes”, pero según el doctor Peralta, “con ese nombre (pan de muerto) no aparece en una sola fuente conocida”.
Todo parece indicar que la forma actual del pan de muerto: redondito y con los “huesitos” y el “cráneo” tuvo su origen “apenas a principios del siglo XX, como lo atestigua nuestra fuente más antigua, el óleo “Bodegón con panes mexicanos” de Gustavo Montoya (n. 1907) —cuenta Peralta—, en el que aparece una mesa con los panes dulces tradicionales que tuvo la suerte de conocer, y al centro de su composición, montado en un extraño utensilio parecido a un frutero, sobresale un pulcro pan de muerto, idéntico a los de hoy en día.
Nunca sabremos cuál es la verdadera historia del pan de muerto o cuál fue el primero, pero lo importante es que es delicioso y tiene un significado profundo en nuestra cultura actual, pues es el símbolo de ese momento del año en que recordamos a nuestras personas queridas que fallecieron y que, gracias a la invocación que hacemos a través de la ofrenda, vuelven a compartir la mesa con nosotras. ¡Así que aprovecha esta temporada al máximo! Para ayudarte, aquí tienes nuestra guía para que lo disfrutes en Ciudad de México.
Fuente: Animal Gourmet