Por Marco Calderón
No es un hombre común y eso, ya se imaginarán, es muy desconcertante. Me explico: su oficio es crear mundos alternos llenos de pesadilla, de aventura, de humor en algunas ocasiones; de su cabeza salen monstruos, robots y cualquier clase de seres con poderes sobrenaturales que pueblan aquellos mundos. Se llama Gerardo Sifuentes y su tiempo no es solo este, pues se dedica a hacer literatura fantástica y de ciencia ficción en un mundo en el que la sorpresa es cada vez menos cotidiana.
En la actualidad vive en la Ciudad de México, aunque durante algún tiempo fue poblano por adopción: “Nací en Tampico, Tamaulipas [en 1974], pero mi papá es ingeniero, entonces anduvimos en varias partes de la República: en Quintana Roo, en Chiapas y finalmente lo mandaron a San Martín Texmelucan, entonces fue por eso que acabé estudiando aquí en Puebla”.
Aunque es escritor, su primera elección profesional no fue la literatura: “Yo soy ingeniero industrial con especialidad en electrónica por el Instituto Tecnológico de Puebla, en la promoción 92-97”. Esto de ser ingeniero y acabar dedicándose a las letras no es nada nuevo, para muestra, bastan los dignos ejemplos de Jorge Ibargüengoitia y David Toscana, así que al preguntarle el por qué de esa primera elección profesional, me dijo:
“Mira, en realidad, no sabía lo que quería… la ingeniería y en particular la industrial me daba la oportunidad de conseguirme un trabajo mientras encontraba a qué me iba a dedicar porque, ¡uf!, cuando sales de la prepa no sabes qué quieres, esa es la verdad, entonces siempre fui alguien que estuvo buscando qué hacer, y las circunstancias me fueron favorables”.
Entonces, ¿cómo fue que llegaron las letras a tu vida?: “Bueno, yo ya leía; mi papá me inculcó el hábito de la lectura. A los 12 años leí Un mundo feliz de Aldous Huxley y ese libro me marcó para siempre dentro de la ciencia ficción, después, como a los 15 años encontré la revista Heavy Metal, que era de cómics y eso me amarró aún más; en la preparatoria conocí a un grupo de amigos que me descubrieron la literatura de terror y, desde luego, el rock también fue parte importante de mi formación”.
Las décadas de los ochenta y noventa fueron buenas para la ciencia ficción en la literatura mexicana, ¿en qué momento se encuentra ahora?: “Ahorita hay muchísimos escritores, en Guadalajara, en Monterrey, en la Ciudad de México… y no estoy muy enterado de Puebla, curiosamente; creo que ahora con las posibilidades de internet, ¡pum!, las publicaciones se dispararon. Creo que la producción en español es bastante buena; en particular, en México, Monterrey tiene un movimiento tremendo. Creo que ahorita hay bastante explosión de escritores jóvenes y sé que en algún momento van a dar ‘el siguiente paso’, y es maravilloso, me encanta que ahora tengan tantos recursos, tantos blogs y páginas de internet”.
En la actualidad vivimos obsesionados con la “utilidad” de las cosas, en ese sentido, no puedo dejar de preguntarle de qué sirve la literatura de ciencia ficción en nuestros tiempos: “Creo que es para despertar nuestra conciencia en una época en la que pareciera que ya nada nos asombra. Esta metarrealidad que es internet… hay tantas noticias falsas, tantos videos, tantas versiones de la misma realidad que aparentemente ya no nos sorprende. Tal vez si yo le dijera a alguien: ‘¿crees que ya nada te sorprende?, pues lee esto’ y creo que esa es la chispa que todos necesitamos para lidiar con la realidad. Es una literatura que, aunque pareciera que está dirigida al público juvenil, creo que sirve para todas las edades, para no perder el sentido del asombro… más aún, para intensificarlo”.
Gerardo estuvo en Puebla con motivo de la presentación de Paracosmos, su más reciente libro, así que no podía quedarse al margen tan afortunado acontecimiento: “Muchos de los cuentos que están incluidos me los pidieron originalmente para antologías, pero me daban muy poco tiempo; hay uno de zombis, por ejemplo, que me avisan una semana antes del deadline, y yo no trabajo así; sin embargo, empecé a hacerlo, y a mí me gusta darle un giro a todas las historias de género… un fanático de los zombis va a leer el cuento y va a decir: ‘¿y dónde están los zombis?’, pero la idea va detrás, entonces son cuentos con diferentes hilos conductores”.
La riqueza de Paracosmos no termina ahí: “En cierta forma podría ser una novela, como si cada cuento fuera un capítulo que está armado en el mismo universo. Se llama Paracosmos porque parto de esta idea de los mundos imaginarios que tienen los niños. A veces hay paracosmos o fantasías tan elaboradas, que hay niños que crean su propia tierra, su propio continente, con sus reinos y sus leyes. Es un fenómeno estudiado en psicología, de hecho hay casos documentados de personajes famosos como Nietzsche que en la infancia vivían en mundos creados por ellos mismos”.
Me sorprende saber que un hombre que trabaja con temas futuristas no tiene planes muy definidos, al menos en lo literario: “Tengo una computadora llena de falsos arranques (risas)… no lo sé, tengo muchas cosas en las que he estado trabajando: ensayos… quizá publicar un libro de ensayos, de periodismo científico. Y dentro de la ficción tengo muchos cuentos ahí esperando, pero la verdad es que prefiero no decir mucho porque no hay nada seguro (risas)”.
Como corolario, nos deja una recomendación para tomar en cuenta con urgencia: “Hay que leer mucho, y los géneros fantásticos son una gran alternativa. Theodore Sturgeon decía que el 90% de la ciencia ficción es basura pero, en general, mucho de lo que consumimos hoy es basura, así que no hay que desanimarnos y quedar con una visión pesimista, al contrario, hay que soñar nuevos mundos y para eso nos sirve la ciencia ficción”.