De las cosas que más me gustan es ir al cine y los que me conocen, saben que es raro que una película no me guste o me ponga de tan mal humor, pero “Pequeña gran vida” (Downsizing) se lleva las palmas del 2018 hasta ahorita.
Es una película que gira en torno a la vida de Paul Safranek (Matt Damon), un hombre de Omaha que, junto con su esposa Audrey (Kristen Wiig), sueña con una vida mejor, lejos de los problemas económicos y de su vida monótona que los está llevado cada vez más cerca de la desesperación y amargura.
Como causa de la sobre población del mundo, científicos desarrollan una solución radical, donde reducen a los seres humanos, dejándolos de 10 centímetros. Aparte de todo, hay diferentes comunidades de estas personitas, donde tienen todas las comodidades y las cosas son mucho más baratas, además de ayudar al medio ambiente.
Al inicio, te sumerges en la trama satisfactoriamente, sin embargo, cuando sucede el primer giro de tuerca, la narrativa comienza a ir en picada, teniendo como consecuencia que no dejes de ver el reloj.
No sé si les ha pasado que llegan con la mejor intención a ver una película y después de 30 minutos todo se derrumba. El señor de mi izquierda decidió meterse con una pluma a la función e hizo ruido todo el tiempo, mientras que el de la derecha tenía ese masticar tan peculiar que todos conocemos y odiamos, aparte yo creo que tenía palomitas eternas porque no dejó de comer un solo segundo de la función.
Si la película me hubiera envuelto, nada me molestaría, pero todo sobre ella estuvo mal. Es de esas películas donde odias al protagonista, que es una de las grandes debilidades de la película; un personaje aburrido, con el que no logras empatizar y para colmo, nada le sale bien y de repente (a 5 minutos del final) le llega un rayo de luz inspiracional y decide cambiar su vida y su forma de ser.
Por otro lado, está el personaje Ngoc Lan Tran (Hong Chau), que a pesar de caer en todos los estereotipos asiáticos a los que estamos acostumbrados a ver en la pantalla grande, su actuación es excelente, aunque después de ver su cara con zoom en todas las escenas, te acabas hartando.
Después de una hora, la historia se queda sin pies o cabeza. Sé que de repente vamos a escuchar comentarios de las personas obsesionadas con el ambiente diciendo que es una gran idea, que reduciría la contaminación, la delincuencia y que nos vamos a extinguir muy pronto. Ahórrense sus comentarios porque nada justifica la pérdida de tiempo y dinero que genera esta película, aparte es ciencia ficción entonces; para qué discutir.
Claro que hacerse pequeño sin duda nos haría la vida más fácil, pero lo único que nos intentan enseñar es que no importa tu tamaño, nunca vamos a poder huir de nuestros problemas cotidianos.
Un concepto espectacular que se destruye en la ejecución. No busco arruinar sus ganas de verla ni decirles en qué acaba, es simplemente mi opinión. Pero antes de comprar sus boletos, consideren que aunque sí, es una gran idea, dura dos largas horas con 15 minutos que se hacen eternos y la mitad de la gente en la sala desistió mucho antes de llegar al esperado final.