El asesinato de Lourdes Maldonado López y otros dos trabajadores de la prensa han impulsado manifestaciones en decenas de ciudades en las que se reclama detener la violencia contra los periodistas. En un país en el que los asesinatos brutales de periodistas son casi una rutina, una reciente serie de muertes violentas ha provocado una muestra singular de indignación pública entre reporteros y ciudadanos de a pie por igual.
Periodistas en decenas de ciudades por todo México llevaron a cabo una de las manifestaciones más grandes en contra de los asesinatos de trabajadores de medios de comunicación en años recientes luego del asesinato de tres colegas en enero, dos de ellos acaecidos con solo días de diferencia en la misma ciudad.
“Da mucho coraje, causa mucha indignación porque los periodistas siempre entregamos nuestra alma, nuestro corazón, nuestro cuerpo”, dijo Oscar Luna, quien ha trabajado como reportero diez años y asistió a una vigilia en Ciudad de México.
Alfonso Margarito Martínez Esquivel, un fotógrafo que había trabajado con medios locales y extranjeros, fue asesinado a plena luz del día afuera de su casa en la ciudad fronteriza de Tijuana el 17 de enero. Solo unos días después, Lourdes Maldonado López, una reportera veterana de televisión que cubría política y corrupción murió dentro de su auto con disparos, también en Tijuana.
“Nunca había tenido esta preocupación no nada más por mí, sino una preocupación también natural por los otros, por aquellas personas con las que he trabajado durante 20 años”, dijo Aline Corpus, quien ha sido corresponsal en Tijuana para uno de los principales diarios de México y acudió a una vigilia en la ciudad la noche del martes. “Te sientes como un blanco fácil”.
Las dos muertes en Tijuana sucedieron tras el asesinato del reportero José Luis Gamboa en Veracruz el 10 de enero. Los reportes periodísticos señalaron que fue apuñalado.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por su sigla en inglés), nueve periodistas fueron asesinados en México el año pasado, lo que lo convierte en uno de los países más mortíferos del mundo para la labor periodística, junto con India y Afganistán.
El país latinoamericano ha experimentado una violencia generalizada en los últimos años. Con más de 30.000 homicidios registrados solo el año pasado, según el gobierno mexicano, los periodistas a menudo son blanco de una precisión mortal, con frecuencia como represalia por su labor. En muchos de esos casos, los sospechosos incluyen a las mismas autoridades.
El aumento de ataques a trabajadores de los medios ha dejado a extensas zonas del país en un apagón informativo, dijo Leopoldo Maldonado, director regional del grupo de defensa Artículo 19. Maldonado no tiene parentesco con Maldonado López. “Se están imponiendo”, dijo, “se están propagando como una epidemia, lo que hemos llamado las zonas de silencio”.
A pesar de la violencia contra los reporteros en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha tomado una postura combativa hacia la prensa y a menudo ha criticado y atacado a periodistas y comunicadores en específico.
El año pasado, introdujo un nuevo segmento semanal a sus conferencias matutinas, titulado “Quién es quién en las mentiras de la semana”, para identificar supuestas falsedades en los medios.
Una hostilidad tan franca hacia la prensa por parte de la figura más poderosa del país, según Maldonado, abona a un ambiente en donde los ataques a periodistas son permisibles.
López Obrador adoptó un tono más conciliador y prometió una investigación exhaustiva del asesinato de Maldonado López. “Nosotros estamos obligados a aclarar este crimen y a evitar que continúen los asesinatos de periodistas y de los ciudadanos”, dijo durante una conferencia de prensa el martes. “Y por eso trabajamos todos los días”.
Pero a tres años de iniciado su mandato, algunos han empezado a perder la paciencia con un presidente que fue electo con un lema de “abrazos no balazos” y la promesa de acabar con la violencia.
“La mayoría, si no es que todos los asesinatos de periodistas siguen impunes”, dijo Luna, quien llevó a la vigilia del martes una pancarta que decía: “Abrazos para los narcos, balazos para los periodistas”.
“No cambia nada. Tres años del nuevo gobierno no cambia nada”, añadió.
El asesinato de Maldonado López ha resultado particularmente hiriente para algunos porque en 2019 había advertido al presidente en una conferencia de prensa del peligro que enfrentaba debido a una disputa laboral con su exempleador, una televisora local.
“Vengo también aquí para pedirle apoyo, ayuda y justicia laboral”, dijo, “porque hasta temo por mi vida”.
La televisora es propiedad del exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, miembro de Morena, el partido de López Obrador. Maldonado López había presentado una demanda contra la empresa por una compensación impaga que dijo que se le debía luego de un despido injustificado en 2013.
Días antes de su asesinato este mes, un juzgado federal laboral falló a favor de Maldonado López y ordenó el embargo de algunas propiedades de la televisora para compensar a la reportera veterana, según informó la prensa local.
Bonilla ha rechazado cualquier vínculo con la muerte de Maldonado López.
En 2019, López Obrador había dicho que pediría que su vocero apoyara a Maldonado López con el caso. El presidente instó a la precaución.
“No se puede así, en automático, vincular una demanda de tipo laboral a un crimen, no es responsable”, dijo el lunes. “Entonces, se tiene que hacer una investigación a fondo”.
Con información de New York Times