Por Staff 360°
Fotos: Raúl Bravo / @raulbravocid
Más allá del género, el binomio de roles en una pareja se define por el alfa y la beta. La terapeuta y sicóloga clínica Betzabé Vancini explica por qué siempre hay un dominante en la pareja, qué lo motiva. Nos revela quién manda en verdad en la relación y cómo destrabar cuando esto se vuelve negativo.
El poder es sexy, es un hecho. Pero en una pareja, ¿Quién tiene el peso?, ¿Quién toma las decisiones? Cuenta la leyenda que el verdadero estallido adelantado de la Revolución, el 18 de noviembre de 1910, en Puebla, ocurrió no entre los salones de fumar de los señores, sino en las salas de costura de sus mujeres. Fueron las esposas de los conservadores quienes se habrían enterado de los planes por iniciar un levantamiento y advirtieron. No solamente eso. Una mujer, Carmen Serdán Alatriste, habría sido, del lado revolucionario, quien tomara parte importante en el levantamiento.
Históricamente, el poblano ha tenido a bien creer que el hombre mantiene el rol de peso en la pareja. Lo mismo ocurre a nivel global. Es cuando, en las pláticas de café de las mujeres, en la salida del colegio de los hijos o en las reuniones de fin de semana entre profesionistas, se gestan los verdaderos cambios.
El poder en una relación, entre hombre y mujer, o incluso entre parejas del mismo sexo, no depende del género, según nos explica la psicóloga clínica Betzabé Vancini, en entrevista para Revista 360°.
“La teoría de los alfas nos dice que tiene que ver con despegar el rol de alfa o beta de la concepción de género. No es que ya solamente sean hombres alfa. Sí los hay. Pero, así como hay hombres alfa, hay mujeres alfa. También hay hombres beta y mujeres beta.”
¿Les suena Francis Underwood?
La pareja formada por Claire y Frank Underwood, del exitazo de Netflix, House of Cards, es el ejemplo perfecto de cómo dos alfas comienzan a destrozarse uno a otro en esta cuarta temporada, dice la terapeuta. No daremos más detalles para evitar spoilers, pero podemos adelantarles que ambos pelean por el rol alfa en su peor composición, el llamado alfa desintegrado.
“Aquí el asunto es que cada uno tiene una función sana e integrada, que puede hacer que la pareja sea feliz. O, por el contrario, puede haber una función desintegrada, la parte no sana, que hace miserable a todos. Por ejemplo, los Underwood, tanto Claire como Frank, hombre o mujer, son alfas desintegrados. Gente controladora, violenta, agresiva, de muchísimo poder y que usa el poder en la pareja para que el otro haga lo que ellos quieran”.
Lo contrario, y más sano, es un alfa integrado, quien resuelve, toma las decisiones, protege, provee y no necesariamente es quien más peso tiene en la parte económica, según señala la especialista. Sino que provee, tangible e intangiblemente, lo necesario para que la pareja funcione.
“Puede ser protección o simplemente poner las soluciones, cuando aparece un problema de cualquier naturaleza, sabe cómo resolverlo. Sabe a dónde vamos. Es donde viene el tema de la protección. Es la parte más importante del alfa. Todo el tema viene de un asunto, de que somos más animales de lo que creemos y la pareja además nos despierta instintos súper básicos”.
Esto también incluye el sexo, quién toma la iniciativa, quién hace qué acciones o busca qué satisfacciones llenar, dependerá mucho de qué tan desintegrados sean tanto alfa como beta.
El poder de beta
Pensar que beta pudiera sonar como el segundón, la sombra de alfa o el eterno complemento que jamás brillará ante la sociedad es totalmente un error. Beta es el rol más indispensable y de peso que pudiéramos imaginar.
“En la parte integrada, beta es lo mejor. Es la parte dulce, del afecto, de los detalles, el momento del relax. La parte integrada del beta es la persona más dulce, la que sabe perfecto cómo va tu día y sabe qué hacer para alegrarte si va mal”, comenta Viancini.
En la parte desintegrada, beta puede volverse un verdadero dolor de cabeza, pues se considera como dependiente y chantajista. Seguramente tendremos una relación en la cual se abusa del chantaje emocional con tal de conseguir que beta logre que alfa actúe como le venga en gana.
La combinación perfecta
Cuando ambos roles, tanto alfa como beta, saben exactamente qué quieren y han acordado cómo su relación está basada y qué aportan a su vida diaria, ambos se muestran integrados, es la perfección en una relación. Pero no es tan sencillo, según comenta la psicóloga clínica.
“También tiene que ver con nuestras experiencias previas en la vida, desde nuestros papás hasta nuestras parejas previas. Si ya sé que a mí me tocó resolver todo, incluso la vida de mis parejas previas, pues ya sé que me toca ser alfa, si ya sé que todo mundo se hizo cargo de mí y me la he pasado brincando de una relación a otra, buscando consuelo y alivio, pues soy beta. Si lo tenemos identificado, ahora se trata de trabajar para que seas la parte integrada, la parte sana. No la parte patológica.”