Estamos de acuerdo con que se debe hacer la pregunta de cortesía, ¿Te puedo marcar?, pero que no contesten el teléfono para enfrentar una simple plática sin autocorrector, denota la falta de seguridad en sus habilidades e incluso un bajo nivel intelectual para argumentar en una conversación cotidiana.
Es cierto que con un mensaje evitas tanto protocolo social, pero llamar a alguien te acerca más a la persona y tienes una mejor apreciación en todo sentido.
“No lo escuché”, “lo tenía en vibrador”, “no había señal”, son las tres principales excusas de los millennials para no coger una llamada. Los millennials y la generación Z han integrado la comunicación mediante plataformas asíncronas, en las que no es necesario que coincidan en el tiempo los dos interlocutores, y les resulta más fácil, cómodo y menos intrusivo, afirma Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) .
Según el estudio Generation mute, realizado a 1,200 millenials estadounidenses nacidos entre 1981 y 1996. Una llamada es una intrusión en la cual el joven no sabe cuánto tiempo lo mantendrá ocupado y, además, tienen la percepción de que quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada. Otra de las excusas para evitar contestar el teléfono es: la invitación a un evento (55%), tener que hacer un favor (49%) o la confrontación verbal (46%).
Más allá de la intromisión o de la falta de seguridad, lo cierto es que el 81% de los jóvenes siente ansiedad antes de reunir el valor suficiente para hacer una llamada. “Perciben la llamada tradicional como una estrategia comunicativa arriesgada, porque en una llamada no pueden borrar las palabras pronunciadas en vivo dentro de una conversación. Esto les genera menos seguridad y confianza que, por ejemplo, emplear una nota de voz, formato que les permite repetir su alocución tantas veces como sea necesario antes de enviarla”, explica Ferran Lalueza, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
Ansiedad para llamar o para hacer videollamadas
Esta ansiedad se ha visto incrementada por la pandemia debido a las videollamadas: “Todos los supuestos ‘inconvenientes’ que les supone una llamada se ven agravados en las videollamadas, porque les obligan a mostrarse en vivo, sin filtros, viéndose a sí mismos con todos sus eventuales defectos amplificados y a la vista de los demás participantes”, advierte Lalueza.
Sensaciones de nerviosismo e inquietud, miedo a hablar durante las reuniones, cierto pánico escénico, estrés y menos productividad antes de una reunión son algunos de los factores que los expertos han bautizado como Zoom anxiety.
Más apegados al celular, pero menos capaces de interactuar en directo
“Los millennials (cuyas edades fluctúan entre 25 y los 40 años) y la generación Z (de 16 a 24 años) son los usuarios más intensivos del celular y mantienen interacción constante con otras personas a través de las redes sociales y las aplicaciones, pero, paradójicamente, han perdido el hábito de interactuar en directo”, afirma Lalueza. Hoy la generación que nació y adoptó desde la cuna el celular inteligente es la que menos interactúa en vivo.
Con información de Entreprenuer