Bip, bip, bip. Son las cinco y treinta de la mañana y suena el despertador. Se levanta, hace la cama, enciende unas velas y se viste con ropa deportiva. Abre su bullet journal y escribe ordenadamente con una caligrafía extraordinariamente pulcra sobre las cosas que agradece y las metas del día para lograr la productividad necesaria. La sala está en penumbra, pero no se muestra bostezando ni una sola vez. Pone en marcha el proyector de su habitación y sigue los movimientos aeróbicos de su clase de pilates y yoga virtual. Tras acicalarse, desayuna una papaya rellena de yogur, frutos rojos y muesli. Son las ocho de la mañana, se llama Alexa Esco y es esa chica.
Como ella, muchas otras mujeres se han adherido a esta tendencia en TikTok con el objetivo de empujar a su comunidad a ser la mejor versión de sí mismas. El hashtag ya suma 6.6 mil millones de visualizaciones y promueve hábitos saludables alineados con una cierta estética. Los tiktoks invitan a meditar, practicar deporte, tomar zumos multivitamínicos, ser productiva y hacer del orden un mantra. Todo ello, antes de las siete de la mañana.
Janira Planes, experta en redes sociales y cultura de Internet y CCO en Wuolah, engloba este contenido bajo la categoría “porno de la productividad”, donde prima la optimización del tiempo, el trabajo y el yo. “A mí, personalmente, me encanta, pero a veces me hace un poco de gracia, porque las chicas que pueden ser ‘esa chica’ son típicamente blancas, estudiantes (o a lo mejor no trabajan), no se mantienen por sí mismas y en sus calendarios solo tienen que comer con su madre o hacer recados. Así no me extraña que se pueda ser ‘esa chica’”, afirma.
Los tiktoks bajo el hashtag #ThatGirl acumulan comentarios de diferente índole: “cómo es que se despiertan con tantas ganas de vivir”, “quiero ser esa chica”, “motivación, terapia, medicación, dinero y cuarto propio es lo que necesito, lol” o “metas”. Lo mismo sucede si se lanza un sondeo en redes sociales sobre la tendencia: hay quienes se decantan por el componente inspirador –e incluso aplican esos hábitos en su vida diaria– y otros, la mayoría, se inclinan por la romantización de una vida (casi) imposible y la culpabilidad de no poder seguir unas costumbres similares. Se preguntan: ¿Cuán viable es que una mujer tenga esas tres horas de cuidados antes de la jornada laboral? ¿“Esa chica” haría su rutina matinal y tendría la casa impoluta si nadie la viera? ¿Acaso trabaja?
Una opinión similar comparte Júlia Ávila, publicitaria y representante de influencers: “Se ha romantizado mucho esta idea. Es algo a lo que aspiras, pero también imposible. Hay gente que con el horario que tiene puede ser capaz de hacerlo, pero para el resto puede resultar muy tóxico y agobiante ver que hay personas a las que admiras que hacen este tipo de cosas”, afirma. Si bien reconoce que es un producto “estético y bonito” de ver, la realidad es muy diferente para ella. Júlia relata que, por la mañana, se despierta, se hace dos tostadas, se ducha y se va a trabajar, y el journaling, el yoga y el té matcha no tienen cabida en su rutina matinal.
Andrea Villamil trabaja en el sector del marketing y representa la otra cara de la moneda. La colombiana afirma que es una persona diurna y que le gusta cumplir rutinas largas por la mañana, inspirándose en contenido visto en TikTok, Pinterest e Instagram. De momento, ha conseguido crear el hábito de levantarse a las seis de la mañana, desayunar avena y activar su cuerpo con una caminata o usando una plataforma vibratoria mientras escucha música o un podcast. También intenta leer media hora y usa Notion como bullet journal. Ahora le gustaría incorporar a su rutina una hora de estudio diaria. Sin embargo, hay días en los que se despierta y no le apetece ser “esa chica”. “Muchas veces, el tipo de cuentas que comparten estas rutinas no tienen eso en cuenta. Solo te venden el estilo de vida. Entonces, cuando tengo uno de esos días, no puedo evitar sentirme culpable”, explica.
Para Claudia Hintzmann, diseñadora gráfica, existen ciertos aspectos de la rutina de “esa chica” que son sanos, motivadores y aplicables –ha cambiado el café por el té matcha y practica pilates, aunque no por la mañana–. Aun así, Claudia opina que estos hábitos no son «sostenibles para la mayoría de personas» y que pueden abrir cierto debate clasista, ya que no son viables para la chica que trabaja de nueve a cinco de la tarde.
“Esa chica” compra en Amazon, conduce un Tesla y no tiene legañas
La tendencia destila la creencia inherente de que para ser “esa chica” hay que tener una cierta estética. Es por ello que TikTok está plagado de vídeos con recomendaciones de Amazon que permiten serlo dentro de un presupuesto. Entre las compras, se encuentran un altavoz inalámbrico que también carga el móvil, una jarra de agua transparente, un olivo artificial, una cabecera de la cama con colores neutros y una plancha pequeñita para estirar las sábanas y que no se perciba ni la más mínima arruga. El trend va más allá de las cuatro paredes y llega a los coches, que se convierten en los de una auténtica That Girlcon adquisiciones tan variadas como pegatinas de purpurina en las manillas, un kit de belleza o un pequeño aspirador Tesla a juego con la marca del vehículo. Es, además de la exaltación de lo estético, el materialismo hecho moda.
Ante la glorificación de una vida mayoritariamente inalcanzable, nace una corriente alterna que invita a mostrar las rutinas matinales tal y como son: sábanas pegadas, pocas ganas de salir a trabajar y tazas deterioradas de cualquier destino turístico donde beber un café mediocre. En este tiktok con casi 10 millones de visualizaciones, Henna, una abogada coreana que vive en Canadá, muestra qué hace al levantarse como una persona deprimida. Cuenta que le cuesta más de media hora salir de la cama, admite que se lava la cara, pero no los dientes, se recoge el pelo, celebra haberse puesto pendientes –good for me!– y sale de casa en crocs. Otra usuaria se estrena en TikTok con un vídeo que parte de la siguiente premisa: cómo se puede tener la vida de “esa chica” cuando la estética de tu casa no acompaña y tus galletas parecen salami.
Según Valeria Perris, psicóloga de Buencoco, la tendencia That Girl tiende a “espectacularizar la vida” y es un ejemplo más de cómo las redes sociales a menudo nos muestran las vidas perfectas de personas que también lo son. La profesional opina que la creencia equívoca de que la perfección existe expone al usuario a un enorme riesgo, porque lo empuja a rechazar las partes que teme que no reciban la aceptación deseada. “Esta forma de gestionar nuestra relación con el exterior nos hace perder de vista nuestro mundo relacional: la opinión de los demás es lo que nos hace reales, lo que legitima lo que somos, pero, paradójicamente, estamos solos en nuestra habitación. Nadie nos ve realmente”, explica.
En este sentido, algunas usuarias, convencidas de los beneficios de este estilo de vida, desmitifican la imposibilidad de aplicar estas rutinas y la necesidad de que todo pase por el filtro de la belleza a través de sus tiktoks. De esta forma, nace la versión más mundana, realista, imperfecta y democratizada de “esa chica”. Son mujeres que muestran ante la cámara cómo practican deporte con ropa común, en una habitación común, con un desayuno común y una rutina común. Otras, incluso, deciden enseñar la realidad de la estética de “esa chica”. Tras los planos de ensueño, hay platos en el fregadero, montones de ropa tirada por el suelo y una luz que dista mucho de la característica de la golden hour.
El lado “saludable” de TikTok
El hashtag #ThatGirl no es el único que insta a las usuarias en redes sociales a vivir una vida ordenada, saludable, productiva y de esteta. Entre la cantidad de tendenciasen TikTok bajo este paraguas destacan el club de las cinco a.m. y el hot girl walk, dos trends similares que transmiten la misma esencia en fondo y forma: ser chicas “sanas”, bien levantándose a las 5 de la mañana y usando esas horas antes de estudiar o trabajar de una forma productiva o dando un paseo al aire libre a diario.
¿Cuál es la receta para la viralización de este contenido? Janira Planes explica que este tipo de tendencias tienen tanto peso en la plataforma porque se puede seguir el viaje evolutivo de la persona que está hablando. Afirma que estos tiktoks tienen una narrativa muy específica de introducción (“estoy empezando esta rutina”), nudo (“te explico cómo me organizo”) y desenlace (“he conseguido esta mejora”) que resulta muy interesante para el espectador.
Carla Sánchez es creadora de contenido y miembro del club de las 5 a.m.. En su cuenta comparte reflexiones, atuendos y vlogs, pero el tiktok con el que ha logrado un mayor alcance es este en el que explica las 3 cosas que hace para levantarse a las 5 de la mañana. Ella usa las primeras horas del día para tomar un café, organizarse e ir al gimnasio, aunque reconoce que, por el volumen actual de tareas, ya no va a entrenar antes de comenzar su jornada laboral y lo hace después, cuando se siente menos inspirada y creativa. Para Carla, levantarse a las 5 a.m. es un estilo de vida, una forma de planificarse donde siente que es mucho más productiva, sin prisas ni presión. “El punto fuerte de las cinco a.m. es que no hay nadie despierto –o casi nadie–, entonces tú puedes avanzar, trabajar, entrenar o meditar y es muy poco probable que recibas un WhatsApp o una notificación que te corte. Son esas dos o tres horitas que le puedes ganar cada día a la vida”, declara.
Respecto a la estética de estas tendencias, Carla lo tiene claro: “A nivel escaparate, parece que todo tiene que ser superestético y supersano, pero la vida real no lo es. Me levanto a las 5 de la mañana, voy de cabeza y muchas veces con ojeras y eso de esa chica tiene bien poco”. La creadora dice que la parte estética de estas tendencias le resulta “inalcanzable” y recalca: “Si alguien viese cómo es la realidad, sería un desengaño”. Carla defiende que todo se resume en encontrar un hueco a lo largo del día donde ser más productivo y hacer lo que se prefiera. “Creo que es muy importante que todos detectemos una franja horaria en la que solo estamos nosotros. No necesariamente tiene que ser a las cinco de la mañana. Si lo puedes hacer a las tres de la tarde, antes de cenar o después, será fantástico”, afirma.
La realidad es que encontrar esos momentos en el día a día resulta igual de esencial que complicado. El trabajo, la conciliación, la familia o la voluntad de mantener una vida social activa empuja a la mayoría de mujeres a vivir en una inercia constante. En ese ritmo frenético, ¿quién consigue arrancar un pedazo de tiempo para preparar un desayuno rico y nutritivo? ¿Quién tiene la fuerza para levantarse a las seis de la mañana y meditar sin posponer la alarma? ¿Quién consigue hacer todo eso en un espacio que rezuma orden y belleza? Son “esa chica”, las usuarias del hot girl walk o las adeptas a tantas otras tendencias saludables. Aquellas mujeres con el pelo arreglado y la rutina de skin care hecha. Aquellas que van a entrenar al gimnasio con zapatos de marca y no sudan, que viajan a lugares idílicos y pueden hacerse fotos comiendo espaguetis y parecer cute. No suelen ser amigas y tampoco se perciben como iguales, porque tienen algo que la mayoría no: el tiempo para comerse un bol de açai en el parque mientras el resto contesta correos electrónicos frenéticamente o el dinero para permitirse ese estilo de vida.
¿Qué se puede hacer ante una versión idealizada de las mujeres en redes sociales, incluso a horas complicadas como son las cinco de la mañana? “No renunciar a estas partes de nosotros, las imperfectas, es el verdadero reto. Creer en nuestro potencial y expresarnos, incluidas las imperfecciones, significa potenciar nuestra autenticidad”, declara la psicóloga Valeria Perris. A esa virtud le canta Beyoncé en su nueva canción Break My Soul, un himno para la generación de la gran renuncia, que bien se podría convertir en algo similar para aquellas chicas que buscan vivir a su manera: sin rutinas que encorseten y abanderadas de lo auténtico. Aquellas que beben tres copas una noche y mucha agua la semana después, que dejan la cama sin hacer o cambian las sábanas habitualmente, que practican deporte o necesitan varias tardes de tumbarse en el sofá, que combinan Honest Greens con McDonald’s y se debaten entre una estética vital bella (¿a quién no le gusta lo placentero a la vista?), pero también real.
Fuente: El País