En primer lugar, no estamos en contra de que nuestro cerebro genere la sustancia llamada
dopamina, pues se ha demostrado que la buena recaptación de la misma ayuda a la motivación, a enfocarse y evitar distracciones, también genera placer y la sensación de
generar recompensas.
Lo que ocurre aquí es que los estímulos por el celular, la tablet, la computadora, la televisión, los videojuegos y cualquier gadget de este tipo, provoca subidones de dopamina. Incluso los alimentos, la actividad sexual y hasta el movimiento corporal entran en la lista de los detonantes de este neurotransmisor.
Sin dejar de lado que el alcohol y algunas drogas provocan también subidas altas de dopamina mal manejadas, una de las razones de la adicción es la baja en esta sustancia
que provoca la necesidad de más y más consumo. No es un tema para pasar de lado.
Por estas razones el ayuno de dopamina se ha convertido en una popular estrategia para recuperar la capacidad de sentir placer al desconectarse de la tecnología. Aquí te decimos en qué consiste, qué riesgos conlleva y cómo (si es que) funciona.
Desde hace buen tiempo la tecnología es parte de nuestras vidas, pero desde la pandemia de Covid-19, en 2020, es casi imposible vivir desconectados. Tal exceso de conexión y estímulos ha hecho resurgir una moda entre los trabajadores de Silicon Valley: el ayuno de dopamina.
Desde que se desató la pandemia e iniciaron los confinamientos, muchas personas dependemos de nuestros equipos y una buena conexión a internet para trabajar, estudiar, socializar y entretenernos, así como para comprar alimentos, despensa, ropa y claro, ¡más gadgets!
Ante esta sobre conexión, muchos han optado por implementar una especie de détox tecnológico periódico, al que llaman ayuno de dopamina. El objetivo es privar al cerebro de los muchos estímulos que lo hacen producir descargas de dopamina constantes, para recuperar la capacidad de sentir y emocionarnos con cosas más sutiles, así como reconectar con nuestro ser.
La dopamina está asociada a sensaciones placenteras y de relajación, y con la liberación de ‘recompensas’ en el cerebro cada vez que realizamos alguna tarea. igualmente, está relacionada con la regulación de nuestra motivación.
Al estar conectados y usando estos aparatos todo el día, nuestro organismo se acostumbra a la sensación de satisfacción constante, lo que genera un tipo de adicción y resistencia a los estímulos. Es decir, que ya necesitamos los subidones de dopamina solo para sentirnos bien y estables, pero requerimos que esos estímulos sean cada vez más fuertes para alcanzar la misma sensación de placer.
La ausencia de estas descargas puede provocar en algunas personas rigidez corporal, temblores, decaimiento y falta de concentración, con episodios continuos de mal humor y falta de motivación en general.
Así, el ayuno de dopamina serviría para contrarrestar un poco este efecto. Con la desconexión, se busca privar al cuerpo de estas descargas para desacostumbrarlo a recibir estímulos constantes. El resultado sería una reconexión con las emociones propias, así como volver a sensibilizarnos y disfrutar de los pequeños placeres, como antes de que viviéramos rodeados de tecnología.
¿Cómo se hace un ayuno de dopamina?
Esta práctica va más allá de un detox digital, en el que solo te alejas de la tecnología, pues consiste en desconectarse de TODOS los estímulos que pudieran producir subidones de dopamina. La idea es buscar el absoluto aburrimiento y reducir al mínimo el placer, por lo que el ayuno de dopamina puede incluir:
- Apagar todos los gadgets: celular, tablet, computadora, televisión, consola de videojuegos, asistente virtual, etc. Este es el único punto indispensable, los demás son opcionales pero altamente recomendables.
- Ingerir la menor cantidad de alimentos posible, en especial evitar la comida rica en sodio o carbohidratos.
- Permanecer lo más inmóvil que se pueda, aunque hay quienes integran actividades como yoga o un poco ejercicio.
- Eliminar el consumo de alcohol, tabaco y estupefacientes.
- También hay quienes prefieren incluso evitar la interacción con otras personas, la música y la luz artificial, así como los estímulos sexuales, ya sean en solitario, en pareja o por medio de material para adultos.
Por tanto, alguien que está en ayuno de dopamina podría quedarse en casa, sin salir de la cama más que para lo indispensable y comiendo muy poco o casi nada. Incluso hay quienes lo practican simultáneamente con otro plan muy popular en Silicon Valley, pero también muy cuestionado por médicos y nutriólogos: el ayuno intermitente.
Además, los practicantes de este hábito reportan que, ante la ausencia de distractores, pueden reflexionar sobre cosas que en el día a día pasan por alto, debido a que el ritmo de vida es tan rápido que casi nunca da tiempo para hacer una pausa y meditar, para pensar antes de hacer.
La meta es que, pasando este período de ‘abstinencia’, nuestro cerebro deje de estar sobreestimulado y seamos capaces de disfrutar plenamente sensaciones menos intensas.
¿Cuánto tiempo debe durar un ayuno de dopamina?
Esta técnica se puede hacer durante un día entero, aunque algunos especialistas recomiendan que sea de 3 a 7 días para tener el mejor resultado.
El Dr. Cameron Sepah, uno de los principales defensores del ayuno de dopamina, publicó su “Guía definitiva para el ayuno de dopamina” en LinkedIn, y se hizo viral. Él recomienda implementar esta estrategia diariamente entre una y cuatro horas, una vez cada fin de semana, un fin de semana cada cuatro meses o una semana por año, según la ‘tolerancia’ y capacidad de autocontrol. Quienes ya están acostumbrados al método, pueden hacerlo entre 5 y 30 minutos de una a tres veces al día, aconseja el especialista.
Es prudente que avises a familiares, amigos y compañeros de trabajo que estarás desconectado y no podrás responder llamadas y/o mensajes.
Los peligros del ayuno de dopamina
Si bien, suena muy tentador desconectarnos un solo día para resetear nuestra respuesta ante los estímulos externos y reconectar con nuestro ser, esta práctica conlleva ciertos riesgos a la salud y aún no existe evidencia científica de que funcione.
Primero, cabe aclarar que la dopamina es un neurotransmisor que siempre está presente en nuestro cerebro, por lo que suprimirla por completo es imposible. Como tal, no es un químico al que podamos desarrollar dependencia, como ocurre con otras sustancias.
Cortar todos esos elementos no nos causaría un déficit del neurotransmisor, sino que sus niveles volverían a los valores estándar que necesita nuestro organismo. Lo que busca el ayuno es ayudarla a regresar a su equilibrio natural, desacostumbrando al cerebro a las constantes descargas de dopamina, que provocan que cada vez necesitemos más para lograr el mismo efecto (resistencia).
Sin embargo, algunos investigadores han advertido que este período de abstinencia tiene efectos parecidos a los de otros trastornos, como la bulimia.
Se han encontrado muchos casos en los que, después de someterse a la abrupta y radical limitación de los estímulos cotidianos, las personas sienten una fuerte necesidad de recurrir de inmediato a los elementos que les detonan el rush de dopamina. También hay quienes reportan una profunda sensación de decepción, al no percibir un cambio real o drástico tras pasar por la experiencia.
Por ello, los practicantes del ayuno de dopamina tienen riesgo de caer en conductas extremas e impulsivas: pasar demasiadas horas online revisando notificaciones de todo lo que se perdieron en redes sociales o respondiendo mensajes, pasar una noche sin dormir jugando videojuego o comer compulsivamente (por lo general, comida chatarra).
Para evitar este efecto de compensación, se recomienda que quienes vayan a realizar un ayuno de dopamina se preparen con antelación de forma consciente. Se aconseja meditar previamente, aplicar ‘mini ayunos’ de una o dos horas los días previos y agendar el día o los días de desconexión en medio de otras actividades normales, para evitar caer en excesos al terminar.
No hay nada de malo en estar conectados, ya sea por necesidad práctica o por simple gusto. El problema es cuando esto se convierte en una necesidad que puede afectar nuestra calidad de vida, impidiéndonos disfrutar otras cosas que son más saludables y nos brindan mayor bienestar, como meditar, cultivar nuestros pasatiempos offline, estar con la familia y amigos, convivir con personas en general y hacer ejercicio, entre otras.
Con información de Entrepreneur