Néstor Camarillo Medina cumplió su papel: terminó de hundir al PRI desde que asumió la dirigencia estatal. No fue de la noche a la mañana, sino poco a poco, a cuentagotas. Después se peleó con Jorge Estefan Chidiac, quien prefirió respaldar al Partido Verde y a José Chedraui Budib, todo con el objetivo de empoderar a Morena y a su amigo, el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Un día soleado, el entonces líder del PRI se despertó, estiró las piernas y, mientras se despabilaba, se le ocurrió la brillante idea de convertirse en indígena. Manipuló unos papeles y, de pronto, apareció como originario de un predio de la Sierra Nororiental. ¿Por qué no? Si todos provenimos del mestizaje, algo le debía quedar en el ADN. Así, bajo esa bandera, se convirtió en representante indígena.
Se hizo íntimo amigo del empleado de El Yunque, Eduardo Rivera Pérez. Se enfundó la camiseta del PRIAN, se hizo pasar por opositor y terminó convertido en senador. Dejó la dirigencia del PRI en manos de Delfina Pozos, quien tuvo que hacer malabares para justificar que su asistente fuera detenida por vínculos con un representante de la banda criminal La Barredora, brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación.
En el Senado, Néstor Camarillo flotaba. Era uno más entre los 14 priistas. El PRI en Puebla ya no le representaba nada: era como un coche desbielado, sin llantas, con la caja de velocidades dañada, contaminante y con una ventana cubierta por una bolsa de supermercado porque el vidrio estaba roto.
Ese es el PRI y ese es Néstor Camarillo: un hombre que salta del barco antes de que termine de hundirse, como el Titanic, sólo que sin Kate Winslet ni Leonardo DiCaprio, y con la música de Celine Dion sonando de fondo.
Néstor aprovechó su alianza con el PAN para llegar a la Casona de Xicoténcatl, cobrar como senador y darse el lujo de anunciar que se mantendrá en la oposición a Morena. Sabe bien que el PAN no representa a nadie ni juega un papel relevante a nivel local, así que se especuló que podría migrar a Movimiento Ciudadano. Otros, incluso, sugirieron que podría sumarse al nuevo partido que pretenden armar Guadalupe Acosta Naranjo, Enrique de la Madrid y Xóchitl Gálvez, entre varios de los derrotados por Morena en 2024.
Con todo su “indigenismo” a cuestas, Néstor está listo para servirse de lo que venga.
Nota bene
Algo sabe Camarillo: al ver cómo en el PAN los aspirantes se disputan la dirigencia del Comité Municipal sólo para convertirse en empleados del gobierno actual, prefirió hacerse a un lado.
A ver si no termina tropezando con un ducto de Pemex, ese señor don Néstor.