Por Sommelier Edgar Aguilar Romero
Díganme, sibaritas, quién no ha consumido esta sublime bebida, elixir Vasto, descendiente de los fermentos de las uvas que tras un proceso largo y meticulosamente cuidado se embotella, para llegar a los paladares de un gran sinnúmero de amantes de esta bebida milenaria. El panorama del consumo de vinos en este entorno cambiante y dinámico es muestra del gran avance que México tiene en esta industria, “…durante la última década el consumo de vinos casi se duplico para llegar a un promedio de medio a setecientos mililitros anual per cápita”. Realmente las cifras en comparación con las grandes potencias vinícolas no es nada, pero que al punto de vista de muchas personas que trabajan en bienestar del vino mexicano son pasos gigantes que generan el ánimo de seguir trabajando entre viñedos y barricas para complacer los nuevos paladares que exigen más variedad de productos y con nuevos aires ante el sector en crecimiento.
Ciertamente se ha despertado un interés mayor por esta bebida que existe desde tiempos antiguos, no ha sido un consumo habitual hasta hace poco tiempo, esto gracias a los esfuerzos de mucha gente involucrada en el medio vitivinícola que difunde de muchas maneras el hábito de consumo.
Es imprescindible mencionar también que la propia gente, a pesar de que desconoce del tema, le intriga y por ende exige saber más sobre aquello que causa curiosidad o que llama la atención, es por ello que hay cada vez más cursos para aquellos que quieran iniciarse en este gusto o capacitaciones para aquellos aventureros que quieren llegar más allá de lo convencional con respecto a esta bebida, como es el caso de Baja california, Zacatecas, Querétaro, Guanajuato, etc., en los cuales mes con mes, año con año, sacan proyectos, abren las puertas de sus bodegas o de bodegueros invitados, presentan sus productos para que la gente conozca el mundo del vino mexicano. Pero son los estados que no cuentan con viñedos como Nuevo León, Jalisco, la Ciudad de México y Puebla que se esfuerzan desmedidamente por generar el interés entre sus habitantes sobre este tema, esto hace que la gente se interese más en conocer y degustar vino y, aún más, buscar una gran diversidad de talleres, ferias, festivales que propicien el aumento y habito del consumo de vinos mexicanos entre sus enófilos y gente habida por este tema.
Un largo camino por recorrer…
Es verdad que falta mucho por hacer ya que “…el consumo de vino per cápita en México es aún muy inferior al consumo en países mediterráneos como España, Italia, Francia e inclusive países americanos como E.U., Argentina o Chile. De acuerdo con los datos de Euromonitor, el consumo de vino en México se sitúa en 500 y 700 mililitros per cápita. El crecimiento del consumo en 1998 era del 7%. Por el contrario, actualmente se estima que este crecimiento esté alrededor del 13% al 19%, animado en gran medida por la inclusión de las mujeres y los jóvenes como consumidores de vino, y que han dado pie a incursionar en nuevas tendencias para captar este sector de mercado”.
Esta tendencia ha ido cambiando y moldeándose desde hace ya algún tiempo conforme las exigencias de los comensales y consumidores de vinos, ya que buscan mejor calidad pero que a pesar de que muchas de la bodegas cuidan ese aspecto y generan vinos buenos, con cualidades y características que compiten con las bodegas extranjeras, lidian con la preferencia de vinos extranjeros por razones culturales y actitudes malinchistas, que en conjunto con una población reducida que consume y gusta del vino como ya antes se menciona, media o frena el consumo nacional a otras dimensiones.
Una dramática realidad de nuestro vino
A las ya mencionadas situaciones se suman la diversidad de problemáticas que las bodegas enfrentan con los aranceles, la falta de apoyos gubernamentales, y los crecientes cambios climáticos con los que deben lidiar los viñedos. Otros factores que afectan el consumo de esta bebida es la preferencia por la cerveza, el tequila, mezcal e inclusive bebidas no alcohólicas con grandes cantidades de azúcar y otros elementos como los refrescos, que merman el consumo significativo del vino nacional y que están a la cabeza del consumo per cápita entre las poblaciones de toda la república.