Por Sommelier Edgar Aguilar Romero
Pequeños esfuerzos resultan en grandes avances
Con esto no se quiere decir que la producción vinícola ni el consumo sea muy poco: México avanza poco a poco en esta industria. Generalmente el consumo se centra en los restaurantes nacionales y de especialidades internacionales, pero actualmente va cambiando ese patrón “….ya en los últimos años, los mexicanos acuden a comprar el vino a las tiendas especializadas o a los autoservicios para consumirlo en sus hogares. Ahora también ha surgido una nueva tendencia, por lo que muchos de estos consumidores compran los vinos en los establecimientos o tiendas gourmet que manejan una gran diversidad de marcas de vinos y lo consumen ahí mismo, donde simplemente pagan una cantidad por el descorche…” y a la vez pueden deleitar su paladar con una serie de productos de marca o confección artesanal para acompañar una buena copa.
Esto se debe a la integración de tres factores que son responsables directos del aumento de consumo en México: el primero es la entrada del sector juvenil que busca nuevas bebidas, colocando al vino dentro de sus consideraciones; el segundo y tercer factor es la relación calidad-precio que muchos vinos tiene hoy en día puesto que “…el precio del vino era elevado, ya que la mayoría era importado; sumado a la idea de haber sido producido en países como Francia, Italia o España, transmitía la impresión de ser producto de gran calidad, y por tanto, exclusivo y caro…”. Es por ello que la creciente ola de consumidores es poca pero constante; es cierto también que los números de incremento por consumir el vino en México no signifique mucho para muchas personas, pero para los amantes de esta bebida es muy alto debido a que México es desde tiempos de la conquista española un productor que se fue perfeccionado pero que se frenó por muchos factores políticos y sociales. Es tal vez un sueño grande pero que se retoma a partir de los años 80 y hasta ahora sigue aumentando lento pero seguro, cada día hay más consumo local y apertura de nuevas marcas de vinos de boutique, con poca producción, etiquetas desconocidas y aventureros que se internan en este mundo ignoto para nuestro país, poco habituado a su consumo y mucha producción de exportación a otros países que limitan su consumo local.
Esta bebida tan versátil, con la variedad de aromas que se encuentra en cada botella y con los diferentes sabores que despierta el paladar, vale la pena enaltecer todos los recursos que hoy por hoy son emblemas perdidos de la gran diversidad de la gastronomía y cultura mexicana.
Hoy en día los panoramas son diferentes y pintan las cosas en mejor forma para nuestro vino y nosotros como consumidores. Recientemente se ha estimado un crecimiento paulatino en nuestro consumo habitual, se registran nuevas bodegas de autoría o boutiques, se dan mejores condiciones climáticas para que haya mayor diversificación de productos, estilos y métodos, al igual que propios y extraños se empiezan a interesar con mayor ahínco en nuestro vino. Eso quiere decir que estamos haciendo no una, sino muchas cosas bien. Las bodegas comienzan a tener estos chispazos que sorprenden a propios y extraños, pero sobre todo que impactan en concurso de cata a ciegas y que entre la confusión, asombro o sorpresa para muchos, galardonan las botellas con insignias de bronce, plata u oro por el mejor blanco o tinto o rosado quizá, o tal vez por la mejor varietal entre 6 o 7 catados en ese momento. Son múltiples los aciertos, tanto así que el gobierno comienza a voltear a ver al vino y ciertamente se incrementan los apoyos y las iniciativas por promulgar una de las bebidas que por mucho tiempo se viene produciendo en México con rezago, falta de recurso, poco consumo, aranceles y demás escusas que podamos encontrar. El hecho es, mi queridos sibaritas, que vamos creciendo, se está mejorando y lo mejor que podemos hacer en la actualidad es gozar de la gran oferta nacional para todos los gustos y bolsillos.
Hasta la próxima, mis estimados sibaritas.
¡Salud!