Seguro recuerdas cuando en tu infancia intervenías a tus luchadores, soldaditos o a las muñecas de tu hermana. Los derretías y pintabas hasta transformarlos en otra cosa. Pues ahora, muchos artistas compran muñecos baratos para crear nuevas figuras y venderlas en línea a coleccionistas, y por un alto costo.
En «Saturno devorando a su hijo», de Goya, el titán Saturno tiene entre sus manos un cuerpo a medio comer.
A Ben Gore, británico de 29 años, le pareció que sería interesante que tuviera su propia figura de acción: cogió uno de los muñecos de segunda mano que compra en lotes por Ebay, lo mutiló, lo pintó, fabricó una nueva caja… Y listo: Saturno devorando a su hijo tiene figura de acción.
Estos juguetes de coleccionismo hechos de forma artesanal modificando muñecos de segunda mano o de bazar, y con un toque cómico, se conocen como juguetes piratas o Bootleg. No se trata de crear copias similares a los juguetes originales, sino de crear algo diferente a partir de ellos.
“Para mí, el mundo de los juguetes piratas consiste en hacer juguetes en homenaje a las cosas que te gustan”, explica Ben Gore a Verne.
En 2019, Gore publicó «La biblia pirata: una guía para los fabricantes de juguetes piratas y de diseño», en la que entrevistó a algunos de los artistas más populares del juguete pirata.
Aunque la mayoría de artistas entrevistados en The Bootleg Bible utilizan juguetes de mercadillo o segunda mano como base para crear sus obras, otros como Adam Perocchi (Readful Things) crean sus figuras desde cero modelando arcilla y, después, diseñan y fabrican su embalaje. Otros, como Jeff Wysaki, ni siquiera suelen modificar las figuras o muñecos que «piratea». Solo crea nuevas cajas para ellos, con conceptos diferentes a los originales y cercanos al absurdo. Por ejemplo, coge muñequitos de caballos y los reempaqueta bajo el título «perros raros». También vende «turutas para funerales»:
Artistas como los españoles Emilio Subira o Q-rious Items tienen una obra más cercana a la escultura, y muchos de sus trabajos no cuentan con embalaje propio.
Muchos de estos artistas cuentan con decenas de miles de seguidores en Instagram y viven de vender sus obras por internet. Cada muñeco suele ser único o formar parte de una colección muy limitada, y oscilan entre los 15 y los 100 euros.
Con información de Verne/El País