Ahora que Charles Manson ha fallecido a los 83 años por causas naturales tras pasar casi medio siglo en prisión, muchos se preguntan qué fue de las mujeres que participaron activamente dentro de los crímenes de La Familia, como se le conoció al grupo que encabezó Manson.
Sus figuras y la fascinación que el criminal ejerció sobre ellas han sido analizadas a conciencia en el último año gracias al fenómeno literario de Emma Cline (Las chicas –Anagrama, 2016–), series como Aquarius o películas como Manson’s Lost Girls, pero pocos de estos han análisis han puesto el foco en qué pasó después de Cielo Drive y del juicio que acabó con la fantasía del verano del amor. He aquí qué fue de sus vidas:
Mary Brunner
“Toda familia tradicional empieza por una pareja y en todo grupo de seguidores hay uno que es el primero. Esa fue Mary Brunner para Charles Manson”, recordaba Raquel Piñeiro en su serie sobre los crímenes para la edición española de Vanity Fair. Brunner era una bibliotecaria de la universidad de Berkeley que conoció a Manson en el 67.
Juntos formaron una pareja poco convencional. Él se instaló en su piso y pronto comenzó a arrastrar a chicas jóvenes a la vivienda de la mujer. Con Brunner, nueve años menor que él, y el resto de sus acólitos recorrería en caravana California hasta instalarse en el rancho del Valle de la Muerte. Con ella concibió a su hijo, Pooh Bear Manson, nacido en abril de 1968 y al que, según la leyenda, Manson cortó el cordón umbilical con sus propios dientes.
Brunner pasó 6 años y medio en el Instituto para Mujeres de California, mientras que su hijo, Pooh Bear, pasó a vivir con sus padres. Al salir de su encierro, cambió de nombre y se cree que vive en el Medio Oeste.
Susan Atkins, ‘Sexy Sadie’
“Mujer, no te tengo ninguna compasión”, esto es lo que, según recogía Rolling Stone, dijo Atkins a Sharon Tate antes de apuñalarla en el estómago. Atkins es una de las chicas más famosas de La Familia. Fue acusada de participar activamente en todos los crímenes y se pasó su juicio cantando canciones que había escrito el propio Manson junto a otros acusados.
Durante su estancia entre rejas se casó en dos ocasiones. Primero en 1981, con un hombre que decía ser millonario, Donald Lee Laisure, pero pocos meses después anuló el matrimonio, cuando descubrió que el hombre no era tan rico como afirmaba y se había casado 34 veces más.
Después, en 1987, con un estudiante de derecho de Harvard quince años menor, James Whitehouse, con el que permaneció casada hasta su muerte y que fue su abogado entre 2000 y 2005. Enferma de un cáncer cerebral y con medio cuerpo paralizado –en 2008 le amputaron una pierna–, pidió la libertad condicional sin descanso desde el año 2000. La última fue en septiembre de 2009, pocos días antes de morir a causa de la enfermedad en la cárcel de California en la que cumplió su pena. Tenía 61 años. Su marido asegura que su última palabra antes de morir fue “Amén”.
Patricia Krenwinkell, “Katie”
Con 69 años, es la mujer presa de California que más tiempo lleva en prisión. Krenwinkel llegó a La Familia tras un pasado de abusos y de baja autoestima debido a una enfermedad endocrina que le hacía tener mucho vello. La chica, que consideró en su temprana adolescencia hacerse monja, sucumbió instantáneamente a Manson al conocerlo en la playa de Manhattan Beach en 1967 y decidió seguirlo después hasta San Francisco y el rancho de La Familia.
En la cárcel se apuntó a Alcohólicos Anónimos, se graduó en Servicios Sociales y decidió enseñar a leer a otras presas. Se le ha denegado la libertad condicional hasta en 14 ocasiones. Su próxima vista para conseguirla es en 2018.
Leslie Van Houten
Para cuando Van Houten conoció a Charles Manson, ella ya llevaba cuatro años, desde los 15, tomando benzedrinas, consumiendo LSD y había pasado por un aborto (siempre ha alegado que su madre le obligó a hacerlo y que enterraron al feto en el jardín de su casa). La que fuese reina del baile de su instituto se escapó del hogar familiar a los 17 y, como todos esos chavales que huían de sus familias durante el verano del amor, vivía en una comuna cuando se cruzó con Manson en septiembre de 1968.
Fue condenada a muerte y conmutada su pena a cadena perpetua por la abolición de 1972, ha pasado por tres apelaciones en las que se le ha declarado culpable de asesinato en primer grado pero con opción a libertad condicional.
Al igual que Krenwinkell se ha erigido como presa modelo: ha obtenido una licenciatura, un máster universitario y ha dirigido grupos de autoayuda para las reclusas. Su caso cuenta con el apoyo del director John Waters, que pidió que la excarcelaran en 2011.
Con información de El País