‘Raised by Wolves’, de Ridley Scott, para HBO Max, sorprendió por su sofisticada visión de la ciencia ficción. En particular, cuando el director logró captar en la historia varias de sus obsesiones cinematográficas favoritas.
Plantea una noción de la creación y el origen de la vida, la inteligencia artificial como incógnita e incluso, el tiempo como enemigo. Para los que se quedaron con ganas de más al finalizar la primera entrega, fue una gran noticia saber que ya está aquí la segunda temporada.
Es una pieza muy recomendable, un recorrido oscuro y brillante por la ciencia ficción. Pero también una experiencia emocional. Scott usó sus mejores ideas sobre la distopía y la relación de la inteligencia artificial con el hombre. En realidad, el argumento abarca mucho más que eso. Y de hecho, está interesado – y se hace preguntas de extrema crueldad – sobre el origen de la vida y la condición de lo humano. Todo desde el punto de vista de una cierta frialdad existencialista. ¿Estamos destinados a sobrevivir en cualquier circunstancia? ¿Es esa supervivencia algo más que un instinto?
De una u otra manera, hay un lazo casi de violenta dependencia con androides y criaturas construidas para sustituir la inteligencia humana.
El cuestionamiento sobre qué nos hace humanos y que nos aleja de esa percepción, fue una constante en la primera temporada. Raised by Wolves encontró su siniestra respuesta en el hombre mismo.
Para la segunda temporada de Raised by Wolves, el conflicto central se mantiene. Solo que ahora se analiza con una nueva profundidad y desde terrenos novedosos. Por supuesto, la idea de los supervivientes de la raza humana vuelve a estar presente desde sus primeras escenas. Pero esta vez ya no se trata de la lucha por mantener el ADN de una nueva colonia. Ahora el peligro llega desde una idea cada vez más dura. ¿Quiénes son los sobrevivientes? ¿Por qué ahora Kepler -22 b es más peligroso que nunca?
La serie toma el riesgo de cambiar el tono y el sentido de lo que Kepler -22 b puede ser. Eso permite a sus personajes comprender que más allá de la idea de la supervivencia y del deber orgánico son expedicionarios.
Si en la primera temporada Scott había reformulado preguntas existencialistas sobre la vida como punto originario, en la segunda temporada de Raised by Wolves las responde. El mundo es algo más que un lugar que habitar y, por tanto, la experiencia de Kepler- 22 b, no es una batalla por la vida. Es una por la permanencia. Una que, además, elabora y sostiene una consciente consideración sobre el bien y el mal que habita a los seres vivos.
Mientras el grupo de seis sobrevivientes y sus “padres” avanzan por el planeta, es más evidente que nunca que Scott juega con las expectativas. Kepler 22 b ha cambiado. De ser una promesa, en la segunda temporada de Raised by Wolves ahora hay toda una biodiversidad y espacios peligrosos.
Es la tierra, sin duda, una versión primitiva y recién nacida. Es la promesa para los que quieren repoblar y asumir la raza humana puede sobrevivir. Pero ahora el problema es más complicado: apenas seis personajes van a luchar por encontrar su lugar en este nuevo mundo. Un lugar que pondrá a prueba la idea de lo biológico, de lo nacido por la propia fuerza de la naturaleza y lo creado.
Con información de Hipertextual