No recuerdo qué día era, pero fue por la tarde. Miguel me dijo que había comprado una novela: “Ready player one”.
Miguel representa esa generación que vio el nacimiento de los videojuegos y creció a la par de ellos, de cerca, de forma participativa. Bajo esa premisa, era de esperarse que la realidad virtual para él es como un sueño hecho realidad.
“Ready Player One” es una historia futurista que involucra una sociedad en decadencia, la realidad virtual, personajes revolucionarios y muchos millones de dólares. La versión cinematográfica está en manos de Steven Spielberg, así que podemos contar con que será una producción con recursos. No he leído la historia original de Ernest Cline, pero por lo que Miguel me ha contado, entiendo que retrata una visión de un futuro donde los individuos están cercanos entre sí, pero al mismo tiempo aislados. Lo más prudente sería leer la obra para poder entender mejor el contexto y el mensaje, o por lo menos ver la película, pero bajo esa premisa, me resultó interesante hacer una comparación inocente sobre qué tan a futuro estamos hablando, porque hoy los cascos de realidad virtual forman parte del inventario de las tiendas departamentales o dedicadas a la tecnología, y gracias a espacios en la red como Facebook nos creemos cerca de todos, pero estamos quizá más lejos que nunca.
Antes, si queríamos hablar con alguien le invitábamos un café, y era una plática frente a frente, requería cierto valor hacerlo. Hoy, antes de hacer un movimiento en falso mandamos un inbox para ir tanteando el terreno. La verdad es que hoy todo resulta más fácil: si quieres saber de alguien basta con mandarle una solicitud de amistad y cruzar los dedos para que te acepte, y entonces entrar de lleno en su vida, sus gustos e intereses, aunque nunca hayan cruzado palabra.
Hay personas que comienzan a caernos bien por sus publicaciones, y otras que terminamos odiando por la misma razón; es de lo más normal que algo así suceda en la red. ¿Y qué tiene que ver esto con Ready Player One? ¡Simple! El escenario que la historia presenta no es futurista, quizá lo era en el 2011 cuando fue escrita, pero no lo es ahora. Con casco o sin casco vivimos gran parte de nuestra vida en esa “realidad virtual” donde no conocemos nada de alguien, pero creemos saberlo todo. Una realidad donde puedes tener un ”amigo” que jamás has visto, pero te ayuda a completar misiones. Las distancias no existen en ese mundo virtual, la comunicación puede comenzar de forma instantánea con un solo click, pero cada vez nos vemos menos en persona.
En realidad esto no es una queja, disfruto de mis momentos de convivencia distante y ese tipo de relaciones que se generan a partir de intereses comunes con personas que quizá no conocería si no fuera por las redes o interacciones virtuales, pero también sospecho que no estamos del todo al tanto de los cambios que se están generando; nuestras relaciones sociales actuales no son nada parecidas a como fueron las de nuestros padres y no tendrán nada que ver con las de los adultos del mañana. Quizá sea ya el presente de lo que el cine nos muestra como el futuro.