Carlos Peregrina | ES Imagen
Ángeles Mastretta escribió en su novela Arráncame la vida: “En Puebla, todo pasaba en los portales, desde los noviazgos hasta los asesinatos”.
Corría el año de 1941, era una tarde cualquiera cuando a unos pasos del Palacio Municipal el empresario asturiano Jesús Cienfuegos caía muerto porque de esa manera, Maximino Ávila Camacho junto con la complicidad de William O. Jenkins le arrebatarían el Teatro Guerrero (hoy Teatro de la Ciudad) y se lo comprarían a su viuda.
El investigador del CIDE Andrew Paxman, en su libro En busca del señor Jenkins relata lo siguiente: “Era el atardecer del segundo día de enero y Jesús Ciefuegos estaba charlando afuera de su cine en Puebla. El español adoptó su habitual pose alegre, recargado contra una columna con las manos detrás de la espalda.
«-¿Cómo le pinta el año don Jesús?,-preguntó su amigo Samuel Kurián.
”-Pues parece que no corre el dinero. Ayer no hubo gente en los toros, perdí 20 mil pesos. -respondió el empresario español.
”Cienfuegos era uno de los pocos poblanos que podía permitirse perder semejante suma en un negocio de un día. Si los negocio iban mal en su plaza de Toros, podía contar con su sala de cine y sus pulquerías, junto con sus nuevos cines en Veracruz, donde era socio de William Jenkins.
”La columna en la que estaba recargado el español pertenecía a los portales que cercaban el ayuntamiento. Esta hermosa construcción arrendaba parte de su planta baja al popular cine, y Cienfuegos tenía la costumbre de plantarse afuera de las tardes; veía los clientes llegar y conversaba con uno y otro de la nueva burguesía poblana (…) Estudiantes atraídos por los carteles del Guerrero, discutiendo si tenían suficientes centavos para ver El cielo y tú.
”Alrededor de la 18:30, fuera del crepúsculo, un hombre se precipitó hacia Cienfuegos y, exclamando “¡Feliz año nuevo!”, hizo como si fuera a abrazarlo. En su lugar, el hombre lo apuñaló en el pecho y en el estómago con una dada. Don Jesús, con las manos en el abdomen, cayó de cara al suelo (…) quince minutos más tarde, Cienfuegos estaba muerto.
De esa manera, no solo el Palacio Municipal y los poblanos de la época eran testigos del brutal asesinato del empresario español, pues el entonces el hoy reinaugurado Teatro de la Ciudad fue parte de la trama de uno de los crímenes que nunca se resolvieron: el homicidio del empresario español Jesús Cienfuegos dueño de la plaza de Toros y el cine Guerrero. Y si bien no se investigó el crimen, todo mundo supo la autoría del mismo, que fue la complicidad del entonces gobernador Maximino Ávila Camacho con el empresario estadounidense William O. Jenkins.
Esta pequeña historia y la cita al libro del investigador del CIDE es con la finalidad de recordar que mucho de lo que ha ocurrido en Puebla en su historia se ha desarrollado en el Teatro de la Ciudad. En 1996, por ejemplo, después de que dejó de ser el famosísimo Cine Guerrero y que habría sus puertas al público, en la taquilla se dio un enfrentamiento entre priistas enviados por el entonces gobernador Manuel Bartlett para atacar a los panistas que apoyaban a Gabriel Hinojosa Rivero. Fue una batalla en la que salieron a relucir bates y tubos, pues la intención del entonces priista -ahora protagonista de la cuarta transformación. era boicotear un acto de Hinojosa.
Ese teatro ha sido testigo de cuando un grupo de panistas le dieron la espalda al entonces alcalde Luis Paredes Moctezuma y a su candidato a sucederlo Roberto Ruiz Esparza, el futbolista. Era una asamblea del PAN que había contratado Acción Nacional y justo cuando aparecía Paredes y sus operadores en todas las butacas los albiazules se pusieron de pie y le dieron la espalda como protesta para dar a entender que no respaldarían al segundo presidente municipal panista que había tenido la Angelópolis.
Si ese teatro hablara no solo hablaría de arte, cultura, sino de historia y eso lo entendió muy bien la administración que encabeza Claudia Rivera Vivanco quien se apostó a revivir uno de los auditorios más importantes y quizá más icónico después del Principal que está a unas calles del de la ciudad.
La cita que hicimos unas líneas arriba del caso Cienfuegos es porque ese teatro fue el cierre para que William Jenkins entrara de lleno al negocio de la industria cinematográfica y de esa manera iniciara la Época de oro del cine mexicano. Jenkins, para bien o para mal, es la clave para entender todo lo que ocurrió en la historia del celuloide en nuestro país.
¿Hubiera existido el Cine de Oro sin el señor Jenkins? Probablemente no. Y para entender por qué la importancia de este auditorio es porque la muerte de Cienfuegos provocó que Jenkins se hiciera como uno de los hombres más ricos, sino el que más, de México. Y creara además una de las clases políticas y empresariales que llegara influir en dos presidentes: Manuel Ávila Camacho y Gustavo Díaz Ordaz, además de influir en la prensa como la cadena de Los Soles (OEM) y Bancomer cuando era de Manuel Espinosa Yglesias, así como la creación de dos fundaciones Espinosa y Jenkins que pelearon por el control de la Universidad de las Américas Puebla.
El histórico teatro
La construcción de esta obra data de los años 1862 y 1868 por iniciativa del empresario poblano Ignacio Guerrero y Manzano fue inaugurado el 12 de abril de 1868. Durante cuatro décadas este recinto acogió a diversas compañías de teatro y ópera de la época
Desde sus inicios, el Teatro de la ciudad ha estado ligado a importantes sucesos, como señalamos líneas arriba. Su historia nos habla de la evolución de la ciudad, de la fortaleza de su gente y del amor que tienen las y los poblanos a la cultura. Es, por decirlo de alguna forma, tan poblano como los chiles en nogada, La China y el mole que fue creado en la cocina del convento de Santa Rosa.
Lo que conocemos hoy como teatro de la ciudad es una adaptación del complejo arquitectónico del palacio municipal que funcionaba como cárcel y que en 1861 fue adquirido por Ignacio Guerrero para construir un teatro, cuyos trabajos comienzan en 1862 y pretendían emular al Gran Teatro Nacional de la ciudad de México.
El 16 de febrero de 1868 se pre inauguró con un baile de máscaras, cuyo orquesta fue dirigida por Santos Anzures.
El teatro Guerrero fue inaugurado el 16 de septiembre de 1869 por Benito Juárez con motivo de las fiestas patrias y la inauguración del tramo ferroviario México-Puebla-México donde se pudo escuchar la obra de Melesio Morales, Locomotiva. Una composición revolucionaria donde la locomotora no solo era el elemento homenajeado sino también un intérprete de la melodía.
El Teatro Guerrero se convirtió en el lugar de reuniones por excelencia de la burguesía de la época, su cafetería combinada con fonda y casino instalada con vistas al pasaje, era la más concurrida de la ciudad.
Durante más de 40 años se presentaron compañías artísticas como José Valero y su esposa Doña Salvadora Cairon, la compañía operística de Don Gastambide, la compañía de Don Cleófas Moreno y el ruiseñor. Se presentaron también actores y cantantes representativos del momento entre ellos Enrique Gusp de Peris, Pilar Belaval, Amalia Gómez, Ángela Peralta y Soledad Amat y Piedad.
En 1890 tras la muerte de don Ignacio Guerrero, el teatro fue recuperado por el ayuntamiento y remodelado junto con el Palacio Municipal, por el arquitecto Charles Hall. Fue inaugurado con la presencia de la compañía Gian Carlo Gicolazzi y al terminar la función el inmueble fue consumido por un incendio.
Por 18 años el teatro quedó abandonado.
En 1928 comenzó la restauración del Teatro a través de un contrato entre el ayuntamiento de Puebla y el español Jesús de Cienfuegos, quien hizo el compromiso de reedificar el espacio. El 8 de octubre de 1931 se inaugura el Teatro con la obra “El guante de oro”, del escritor poblano Eduardo Gómez Haro, que contó con las actuaciones de Virginia Fábregas, María Teresa Montoya y las hermanas Blanch.
De Jesús de Cienfuegos paso a propiedad de un consorcio de cines de la familia Espinosa Yglesias (socio de William Jenkins). Hubo largas temporadas en las que dejó de funcionar, siendo remodelado varias veces hasta 1993, fecha donde el teatro es adquirido en forma definitiva por el ayuntamiento de Puebla, cuando gobernaba Rafael Cañedo Benítez. Desde entonces, el Teatro de la ciudad se ha convertido en una de las principales sedes culturales de Puebla por su ubicación y versatilidad. Se han presentado desde espectáculos, conciertos y obras de teatro, hasta conferencias y funciones de cine. Además, es también un centro social donde cotidianamente se reúnen las familias poblanas para celebrar ceremonias y festivales.
La versión del municipio
En el 2020, la administración de la morenista Claudia Rivera decidió poner manos a la obra en la reparación de los daños estructurales que el Teatro había acumulado con el tiempo. De esa forma, devolverle el esplendor a este inmueble cultural, para que la comunidad poblana pueda sentirse orgullosa y hacer este recinto accesible para todos y todas.
El ayuntamiento de Puebla valoró la importancia y el valor histórico del Teatro de la Ciudad fundado en 1868. Durante este 2020, Claudia Rivera y su equipo de colaboradores a través del Instituto Municipal de Arte y Cultura, remodelaron el inmueble y retomaron los colores de la época en la que nació este espacio teatral, y se trabajó en el rescate de elementos emblemáticos como su vitral, el cual se convirtió en la imagen que lo representa a partir de este 2020.
A pesar de haber sido intervenido en años pasados, el Teatro acumuló una serie de daños estructurales que representaban un riesgo para los usuarios. De ahí que se decidió realizar adecuaciones urgentes, como el reforzamiento de la estructura del escenario y del foso de orquesta, que resultaron dañados por el sismo de 2017.
Se brindó mayor soporte al escenario, sin descuidar la parte estética del mismo, ya que también se retapizó y cambiaron los telones. Además, se instalaron nuevas luces de escenografía para destacar las presentaciones de los artistas que se presentan en este espacio, incluyendo equipo de luminaria graduable y tres pares de luminarias robóticas.
Asimismo, buscando que los espectadores visualicen las distintas disciplinas artísticas desde sus asientos, se ajustó el aforo de los palcos y se retapizaron 461 butacas con un color neutral. Como el arte debe ser accesible a todas y todos, se abrió un espacio de butacas para personas en situación de discapacidad. En total, se colocaron 1,050 metros cuadrados de alfombras en el área principal, palcos, pasillos y escaleras, junto con 2,020 metros cuadrados de piso plastificado, antiderrapante y antirruidos.
En los palcos se instalaron 142 butacas, sillones y alfombras. Se dio mantenimiento a los barandales y se cambiaron las puertas de acceso. Se restauraron las columnas y los chapetones del palco de honor y se limpió el mármol. Para conseguir una experiencia artística de calidad, la cabina de sonido del Teatro ahora cuenta con tecnología que asegura una experiencia auditiva de calidad.
En la planta baja del mezanine se restauró el capitel y las columnas. De esta forma el Teatro de la Ciudad cuenta con una planta alta de mezanine más iluminada y vistosa. En el lobby, se rehabilitó la taquilla, así como el módulo de atención y el candil que adorna la entrada al mismo.
También se recuperaron las yeserías, destacando sus formas y colores en una restauración minuciosa que aporta elementos vistosos y artísticos. Finalmente, se elaboró el programa interno de protección civil del Teatro, acorde a los lineamientos de un espacio de esta importancia. Con estas adecuaciones, el Teatro de la Ciudad cobra nueva vida y se asume como el espacio excelencia para el arte y la cultura de Puebla.
En días pasados, fue la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco inauguró la remodelación que le hizo a este espacio de los poblanos y reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Rescató un candil original que se encuentra en el lobby y un vitral, entre otros trabajos.
En total se invirtieron 8.5 millones de pesos, por el tema del Covid-19, la reinauguración fue virtual y solo asistieron pocos funcionarios e invitados especiales. Se hizo una transmisión para dar a conocer este importantísimo evento.
“Enhorabuena por la remodelación de un espacio que le pertenece a todas las y los poblanos”, celebró la Presidenta Municipal, Claudia Rivera Vivanco, quien aseguró que continuará otorgando un espacio para las expresiones culturales que re-codifican los valores sociales.
“Estamos construyendo una nueva normalidad, nuevos hábitos de consumo y de convivencia. Parte de esta nueva etapa busca motivar la salud emocional a través del arte”, agregó la alcaldesa.
Las adecuaciones de este icónico inmueble de la ciudad iniciaron con el reforzamiento de la estructura del escenario y del foso de orquesta, los cuales resultaron dañados por el sismo del 2017, brindando mayor soporte al escenario sin descuidar la parte estética del mismo, ya que también se retapizaron y cambiaron los telones.
Los colores de la época en la que nació este espacio teatral fueron retomados, y se trabajó en el rescate de elementos emblemáticos como su vitral, el cual se convirtió en la imagen que lo representa mediante la creación de un nuevo imagotipo, evitando cualquier tipo de intervenciones partidistas.
Para disfrute de todas y todos los asistentes a este espacio, se ajustó el aforo total a 577 lugares, distribuidos de la siguiente manera: 193 en luneta con una zona especial para silla de ruedas de 3 lugares; 252 en platea y 132 espacios en la zona de palcos, además del denominado Palco presidencial. Estos lugares fueron retapizados con un color neutral.
Además, se colocaron más de mil 50 metros cuadrados de alfombras en el área principal, palcos, pasillos y escaleras y dos mil 20 metros cuadrados de piso plastificado, antiderrapante; se dio mantenimiento a barandales, se cambiaron las puertas de acceso y se restauraron las columnas y los chapetones del palco de honor, donde también se limpió el mármol.
En la planta baja del mezzanine se restauraron el capitel y las columnas, recuperando su vista original.
Asimismo, se rehabilitaron la taquilla en el lobby, el módulo de atención, el candil que adorna la entrada al mismo y se restauraron las yeserías. Para seguridad de las personas que utilicen este espacio, se elaboró el programa interno de protección civil del Teatro, acorde a los lineamientos de un espacio de esta magnitud y concurrencia.
Hoy por hoy, esta obra está lista para recibir al arte y la cultura extranjera. Hoy, la administración que encabeza Claudia Rivera Vivanco deja un legado para que cuando regresemos a la normalidad y que pase esta crisis sanitaria volvamos a este auditorio a escuchar obras musicales, óperas y por supuesto obras de teatro que tanto bien nos hacen a los poblanos.
Y justo en los portales, porque como bien decía Ángeles Mastretta: todo pasa en los portales.