El negocio de la música cambia constantemente. Aún recordamos cuando las casas disqueras se daban el lujo de despreciar el trabajo de algún artista y los discos que elegían promocionar eran muy costosos, solo coleccionistas o verdaderos fanáticos los adquirían, mientras algunos nos conformábamos con grabar los éxitos de la radio en nuestro casete. Después llegó el internet y nos la puso más fácil, descargábamos la música de sitios desconocidos y nos sentíamos ilegales.
La industria discográfica fue el primer medio afectado por la revolución digital. En los noventa, el uso de archivos compartidos se difundió y despejó el camino para la era de la música gratuita.
Desde que las disqueras empezaron a desangrarse como resultado del uso compartido de archivos, iTunes logró sellar negocios que les permitieron a estas distribuir canciones individuales por menos de un dólar y así satisfacer un mercado sediento por sencillos y éxitos radiales.
Pero como todos sabemos, Apple no es una productora sino una compañía de hardware que ha usado la música como una herramienta para vender todo su arsenal, en vez de promocionar a los artistas que con sus canciones llenan sus iPods. Por esta razón, los negocios entre Apple y las disqueras dejaron a los artistas sin un peso.
Unos años después aparecieron plataformas como Pandora y Spotify, que funcionan a partir de recomendaciones y transmiten música por una cuota mensual o incluso de manera gratuita, sin que el usuario tenga que comprar una sola canción y permitiéndole llevar su música a todas partes. Y ni hablar de YouTube, que ya ha superado a la radio al convertirse en el recurso principal para escuchar música.
En este contexto que parece de pocas ganancias, ¿qué futuro aguarda, entonces, a los artistas y a las disqueras?
El futuro de los músicos
Los músicos ya no cuentan con vender su producto para ganarse la vida. Actualmente millones de bandas suben su música a la red con la esperanza de encontrar una audiencia, y muchas lo han logrado.
Y es que para la mayoría de los músicos la meta nunca ha sido fama y fortuna, sino poder ganarse la vida haciendo lo que les apasiona, tomar riesgos y entrar en contacto con los fans. Por otro lado, deben vender funciones en vivo, mercancía y licencias para, de tal modo, poder sobrevivir en medio de un mercado totalmente nuevo. Al no estar atados del cuello a las disqueras, los artistas se encuentran en control de su propio destino y seguramente presenciaremos el resurgir de escenas regionales en las que el sonido local contará con el apoyo de su comunidad. Y ventas más personalizadas y sin intermediarios, claro, como lo que hace Bandcamp.
¿En las garras de la disquera?
Por el lado de las disqueras, el reto es mayor: sin la posibilidad de financiar innumerables bandas con la esperanza de que una de ellas alcance el éxito, volverán a concentrarse en una lista más selecta de artistas, que perdurarán en el tiempo gracias a sus presentaciones en vivo. En esencia, la mayoría de las disqueras hacen cosas que nadie más puede hacer: Dedicarle su fuerza y poder principalmente a estrellas internacionales para sincronizar el mercado y la distribución de música a escala global. Es por esto por lo que las bandas de pequeña escala, las mismas que nacen de la escena local antes mencionada, no tienen en principio lugar en estos sellos monstruosos. Esto llevará a que las disqueras independientes se hagan más visibles.
En la medida en que tengan una visión clara de negocio, y trabajen con artistas de ideas afines en un espacio geográfico reducido con posibilidades de expandirse digitalmente
El concierto… por Zoom
¿Y la música en vivo? Por un lado, la tecnología no solo ha afectado el proceso de comprar entradas. Pronto ni siquiera tendremos que usar una entrada impresa, con un teléfono móvil las posibilidades son infinitas. Sino también la experiencia. Seguramente muchos todavía son fanáticos que están dispuestos a esperar horas por el lugar más cercano al escenario, donde puedan sentir el sudor del artista de turno, pero hay muchos otros que se han rendido y prefieren ver un concierto desde la comodidad de su hogar.
Por eso, festivales como Lollapalooza o Coachella ya cuentan con transmisiones en vivo vía YouTube de las presentaciones más importantes del día. Con este método crecen las audiencias y crecen las comunidades que se reúnen a distancia para presenciar momentos claves de la historia de la música, como cuando en Coachella de 2012 Tupac hizo su aparición después de muerto gracias a un holograma.
El futuro de la música estará más cerca del público que nunca: A medida que el software basado en recomendaciones se vuelva cada vez más inteligente y confiable, tendremos más música de donde escoger, y nos encantará. Las plataformas digitales, que crecen exponencialmente, nos permitirán saciar nuestra imperecedera necesidad de novedad e inmediatez. Nuestro rol como consumidores es acoger la tecnología en lugar de lamentarnos por plataformas anticuadas.
Con información de Revista Diners