Por Marco Antonio Martínez
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El 10 de julio reciente se celebró a San Cristóbal quien es el patrón de los caminantes y viajeros y por esta razón hoy dedicamos este espacio.
La historia de san Cristóbal es una historia forjada sobre la leyenda, por lo que desde el 28 de abril de 1969, fecha en que el papa Pablo VI aprobó el calendario litúrgico revisado (Calendarium Generale), la Iglesia católica ha eliminado de su santoral a dicho santo; esto supuso que su veneración y celebración dejaran de ser obligatorias y oficiales y se permitieran la festividad y la representación iconográfica por razones de tradición religiosa.
Se trata de un gigante que carga entre sus brazos al Niño Jesús, en la antigüedad y en la edad media la gente al referirse a un gigante hacía alusión a una persona muy alta.
Andaba con su barba y su cayado. Era creencia que bastaba con ver su imagen para que estuviera fuera de todo peligro durante aquel día, solía estar su imagen en todas las puertas de las ciudades.
Su nombre significa en griego “el que carga o lleva a Cristo”, en otras palabras “portador de Cristo”, se le da culto desde el siglo V. Era un hombre muy apuesto y con gran fuerza física, era tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él.
Se dice que primero aceptó ser el servidor de un rey que era uno de los más poderosos de la tierra; pero, una vez el rey al oír hablar del demonio se puso a temblar de miedo, entonces Cristóbal se dio cuenta que si el rey temía al demonio era porque éste era más poderoso, por lo que decidió buscarlo para servirle.
Para encontrar al demonio le pidió ayuda a un brujo, mientras iba caminando junto a él, pasaron una cruz, y temblando el brujo pasó evitando acercarse a ella, cuando Cristóbal vio que el brujo tenía miedo, le preguntó si él temía a las cruces, a lo que el brujo le contestó que no, en realidad no le tenía miedo a la cruz sino a Jesucristo que había muerto en la cruz. Cristóbal le preguntó entonces si el demonio temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una Cruz donde murió Jesucristo.
Cristóbal que no había escuchado nada sobre Cristo se puso a pensar, que raro personaje tan poderoso que aún después de haber muerto le temen. Lo buscó por varios caminos y finalmente se detuvo junto a un río, como era profundo y la gente no sabía nadar, él aprovechó para hacer negocio y continuar buscando a Cristo. Debido a su gran fuerza y altura, él podía pasar el río cargando a las personas sin ningún problema, las pasaba una por una a cambio de unas monedas y por lo tanto hacía negocio y además aprovechaba para preguntarles a todos si sabían en dónde podría encontrar a Cristo.
Cierto día un niño le pidió que lo cruzara, el gigante no le cobró porque el niño le dijo que ya le había dado más que una moneda y le ha dado su vida y se refería cuando Jesucristo había muerto por toda la humanidad pero Cristóbal no lo sabía. Cristóbal cargó al niño y cuando iban a la mitad, pensó: “a este niño no le preguntaré en dónde está Cristo porque más seguro es que no sepa nada”. Sin embargo, justo a mitad del río el gigante siente que el niño pesa cada vez más y su peso se hace insoportable, él siente que se va a sumir y ahogar, sólo con enormes esfuerzos consigue llegar a la otra orilla y ahí le preguntó al niño: “¿Quién eres que me pesabas tanto que casi sentía que transportaba al mundo entero?”, entonces para responder el niño le dijo: “mira Cristóbal la razón es que peso más que el mundo entero porque el mundo ha sido creado por mí y también he cargado por todos los pecados, y se acercó más al gigante y le volvió a decir: “yo soy Cristo al que buscabas y me has encontrado por eso ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal que significa “el portador de Cristo” cuando ayudas a cualquiera a pasar el río me ayudas a mí, siempre que hagas el bien a otra persona es como si me lo hicieras a mí, por eso si quieres servirme sirve a los demás
San Cristóbal es un Santo muy popular, y poetas modernos como, García Lorca y Antonio Machado, lo han contado con inspiradas estrofas. Su efigie, siempre colosal y gigantesca, y nos inspira a todos protección y confianza.
Decora muchísimas catedrales, como la de Puebla en la puerta norte, donde se encuentra un lienzo con su imagen en lugar de la figura que se encuentra hoy en día en el Museo Regional de Puebla, o en los portales de peregrinos de algunos ex conventos.
Sus admiradores le representaron de gran corpulencia, con Jesús sobre los hombros y con un árbol lleno de hojas por báculo.
Ésto ha dado lugar a su leyenda y se encuentra en el Templo de San Cristóbal o de la Inmaculada Concepción, el cual se ubica en la esquina de las calles 6 oriente y 4 norte y abre de lunes a domingo en los horarios de 10:00 a 12:00 y de 17:00 a 19:30 horas.
En esta nota también menciono a Zacarías Cora quien vivió entre 1752 y 1819, perteneció a una familia de escultores virreinales de Puebla, debido a su trabajo y el de sus familiares, lograron permanecer en la memoria, calificados en el siglo XIX como restauradores del buen arte, se trató de un taller ubicado en el barrio de Analco, su obra refleja, además de su estilo personal, la transición del Barroco al Neoclasicismo, preocupado por una correcta representación de la anatomía y más cercano a la estética neoclásica lo cual lo podemos ver en las venas de los brazos de la monumental escultura de San Cristóbal “El Portador de Cristo” en el sotocoro, santo que protege los tránsitos. Manuel Toussaint caracteriza esta obra a Zacarías Cora. La más valiosa, sin duda, es una escultura barroca mejorada con toques neoclásicos, el atleta se yergue ostentando su potente musculatura, interpretada a la perfección, mientras sus paños se agitan, en un revuelo que delatan las esculturas barrocas.
Abajo otra escultura de San Cristóbal, sirva sólo para ver y acrecentar la obra de la escuela de los Cora.
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