Fabiola Cabrera
Si bien la microeconomía es la economía personal o familiar de cada individuo, entonces la macroeconomía sería la economía de una entidad, una ciudad o una nación. Este término tal vez no nos sea tan familiar, como que no es muy usado que digamos, pero lo que sí sabemos usar, y mucho, es el dinero que cae en nuestras manos. Tal vez seamos muy buenos administradores, tal vez ni siquiera nos detenemos a pensar en la administración correcta, a veces nos justificamos que “como ganamos poco, por eso no podemos distribuir o ahorrar nuestro dinero”.
Hay muchos libros que nos hablan del cuadrante del dinero, de las finanzas sanas, de cómo saber administrar nuestro dinero, pero qué tanto ponemos interés en estos temas. Hay países que empiezan la buena administración de sus ingresos en cada hogar, y los resultados se van reflejando hacia la economía de su nación, o sea van desde lo micro hasta lo macro y no al revés, como en el caso de nuestro amado México. Aclaro, no todos lo hacen así.
En algunas comunidades, desde el primer sueldo de su primer trabajo, empiezan a destinar un porcentaje pequeño [un 10%] para su propio ahorro para la vejez, no importando que sean jóvenes de 20 años o menos. En su cultura le dan importancia a que “el tiempo no perdona”, como dicen por ahí, y que la vejez va a llegar en algún momento. Muchos afirman que ya cuando se acerque el momento ya se empezarán a preocupar por su retiro, por su vejez, que porque ahorita tienen otros planes, y es que la verdad es que cuando estamos jóvenes creemos que esos momentos nunca van a pasar. Nos sentimos tan en nuestro momento maravilloso que dejamos de lado lo que viene más adelante. Cuántos casos no conocemos de personas que de jóvenes tenían buenos ingresos, una vida holgada económicamente hablando, siempre estrenaban el coche último modelo, etcétera, pero a la hora de llegar a la tercera edad es cuando se ve que nunca ahorraron, que nunca fueron previsores, que nunca se preocuparon por un largo plazo, sólo veían el momento, el sentirse cómodos en el día a día, hicieron planes muy cortitos de vida, planes efímeros donde el dinero se iba en cosas superficiales, que era lo que llenaba sus vacíos emocionales de ese momento de su vida, o lo que estaba de moda y la sociedad marcaba que se debía de tener para poder pertenecer a cierto círculo de la sociedad. A cada quién lo “mueve” algo diferente, cada quién tiene distinto enfoque de lo que considera correcto hacer y eso es respetable.
Tal vez en nuestra infancia nos hicimos algunas creencias de que cuando fuéramos grandes íbamos a tener ciertas marcas o vehículos o vivir en alguna zona en especial o viajar a algunas partes del mundo que nos llamaban la atención, y está bien, el ser humano vive de sueños, de lo que crea en su imaginación, siempre y cuando ese tipo de sueños o de creencias no nos afecten de tal manera que perturben nuestra propia vida si no lo llegamos a tener. La felicidad puede ser efímera y pasajera, dependiendo de en qué la estemos anclando hay muchas teorías sobre la felicidad, hay quienes afirman que ésta la creamos en nuestro interior, otros dicen que es un estado de bienestar, otros concluyen que la felicidad te la da el poseer algunos lujos, tener estatus social o casarse con alguna persona destacada en la sociedad. En fin, es tan variado el concepto de felicidad como millones de personas hay en el mundo, entre ellas, quienes opinan que ser feliz es simplemente hacer lo que te gusta y llena tu alma.
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