El líder priista Néstor Camarillo está en la mira.
Ya hay quien lo ve como un posible traidor o como nueva estrella de Morena (todo depende del ángulo con el que se quiera mirar). Nada menos que el periodista José Ureña en su columna Teléfono Rojo, que se publica en varios diarios y portales del país, escribió lo siguiente:
“Un priista para Morena
“Los panistas ven muchas derrotas.
“Una poco conocida:
“En Puebla la mayor aportación de votos el 2 de junio para el frente Fuerza y Corazón por México fue por una panista tradicional, Ana Teresa Aranda, pero la senaduría de primera minoría corresponderá al PRI. A Néstor Camarillo, quien dicho sea de pasada tiene acercamientos con el morenismo a impulso.
“Jorge Estefan Chidiac, priísta hasta cuando Alejandro Moreno le negó más posiciones, se fue al partido del gobierno federal con gran varios diputados poblanos y ahora busca hacer un gran favor al régimen porque, si se lleva a Camarillo, Morena y Claudia Sheinbaum estarían a uno o dos votos de alcanzar la mayoría calificada en el Senado de la República.
“Trascendente, ¿verdad?”.
Hasta aquí la cita.
No es la primera vez que a Néstor Camarillo lo ven en Morena.
La propia Ana Teresa Aranda comentó que estará vigilante del trabajo del líder priista en el Senado.
¿Por qué?
¿A qué se deberá la advertencia de Aranda?
¿Por qué desconfiar de él?, insistimos.
¿Acaso la verdadera encomienda de Camarillo es acabar con el PRI? ¿Por eso la semana pasada atacó a sus correligionarios como Rocío García Olmedo, quien ha sido crítica de la dirigencia nacional por tratar de imponerse pese a sus magros resultados en las recientes elecciones?
La verdad es que hablar del PRI en este momento ya no es tan importante, pero sí da el contexto de lo que ocurrió en el pasado proceso electoral que parecía que la oposición se tiró a la hamaca, que no quiso hacer campaña, que dejó ir todas las oportunidades posibles y tan es así que la alianza no cubrió el 50 por ciento de las casillas.
Dentro del equipo del candidato perdedor Eduardo Rivera, incluso, veían que hubo muchas filtraciones; algunos pensaban que era la gente del PSI, por sus lealtades tan endebles (fueron zavalistas, morenovallistas y coquetean de vez en cuando con Morena), pero hubo quien comentó sobre el papel de Camarillo como presidente del tricolor estatal, hubo a quien le generó desconfianza.
Néstor Camarillo resultó el peor presidente estatal del PRI. Y vaya que hubo líderes que se esforzaron en dejar una pésima imagen como aquel creador de la frase histórica de “La nalga es la nalga” por su afición por acosar sexualmente a sus secretarias.
Hubo quien se enriqueció a costa del PRI estatal, pues fungía en la realidad como una especie de supersecretaría. No hay que olvidar aquella vez que Manuel Bartlett siendo gobernador del estado, dirigió un discurso en 1997 cuando nombró a Mario Marín como presidente del partido tricolor, —el escenario fue el estadio Miguel Hidalgo—: “en estos momentos es más importante la dirigencia del PRI que la secretaría de Gobernación”. Marín había renunciado a esa dependencia para dejar en su lugar a Carlos Meza Viveros.
Néstor Camarillo no es ningún tipo brillante, su participación en la política es incluso pedestre, pero hoy podrá ser básica su incursión ya que podría ser un mal necesario.
¿Existirá la tentación de Camarillo de sumarse a Morena abiertamente o será un aliado en los momentos más precisos para que logren la mayoría necesaria en la cámara alta del Congreso de la Unión?
Hagan sus apuestas.
De concretarse la traición se responderán muchas preguntas y se destaparán muchas incógnitas. De no hacerlo, será un priista más en la ya triste historia de un partido en decadencia.