Por Mario Martell
La clase política siempre busca ser aceptada. Inundan sus redes sociales con mensajes positivos. Inundan el mundo de las redes con su amor y sus buenas vibras. La cordialidad y las diversas formas del amor aparecen en las redes.
El primer hombre positivo del país
Andrés Manuel López Obrador es el hombre más positivo del país. En su cuenta de Instagram no anota frases contundentes ni manda al diablo a las instituciones (bueno, ya estamos en 2022 y no en 2006). Graba algunos videos, toma café, posa con el escritor Paco Ignacio Taibo II, y hasta muestra algunas fotos viejitas con el subcomandante Marcos en la selva Lacandona.
Es el hombre más positivo del país.
El primer hombre positivo del país.
No falta revisar ni sus discursos ni leer sus libros. Solo hay que acudir a lo inmediato: “Abrazos, no balazos”.
Soy bien padre: Alejandro Moreno
“¡Unidos nada nos detiene! Gracias a las y los 32 presidentes del PRI en cada entidad, su trabajo permanente fortalece al partido” (Alejandro Moreno, @alitomorenoC).
Con una redacción positiva y llena de amor, el líder del expartidazo, lleno de amor y de amistad, redacta otro bonito tuit en su papel de papá amoroso.
“¡Mi nena Ale tuvo su festival de fin de curso, y obvio papá no podía perdérselo! Los hijos crecen tan rápido, ¿a poco no?”
El amor de padre se transforma en un vendaval de positividad. Todos somos amorosos y más si somos políticos. No hay pudor en mostrarlo. No hay que retener esos bellos sentimientos que son profundos y al mismo tiempo epidérmicos.
Los hijos como vínculo infinito con el amor universal. Un buen político es aquel que abraza a sus hijos, que se toma fotos espontáneas con ellos, y que las sube de manera natural a las redes sociales.
Marcelo y el amor
En un solo tuit, Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard), como si fuera un mensaje político (porque lo es), transforma en felicidad la felicidad del amor. En una fotografía con su pareja, de un festejo privado, Ebrard lo hace público. Lo publicita y lo difunde en su red social de Twitter:
“Feliz cumpleaños mi vida!!!”
El amor en los políticos es una cosa esplendorosa.
Música de José José, o de película de Hugh Grant, o musiquita de Armando Manzanero, plis.
Ebrard lo mismo manda mensajes de amor buena onda, como si se tratara de alguna película melosa de los noventa, cuando el futuro se veía muy remoto y Tom Cruise era juvenil (las referencias delatoras), que se detiene en la calle a tomarse fotos con el pueblo bueno y chairo, o con lo que le sigue la clase media con iPhone pagado a plazos, que cree en la cuenta de Instagram como la nueva fuente de la felicidad eterna.
“Escríbeme y te contesto”, es la nueva línea de Whatsapp de Marcelo.
Dichosos los positivos, porque de ellos será el reino de la sucesión.
Dichosos los positivos, porque cuando están llenos de amor, crearán, ahora sí de verdad, la “república amorosa”.
Claudia, la madre amorosa
Claudia Sheinbaum también hace su lucha positiva.
Con un paquete de tostaditas y una sopa, su hijo la abraza y le da un beso en la mejilla.
Es un desplante de espontaneidad, todo se ve muy espontáneo.
(La espontaneidad es la dopamina de la clase política).
De manera espontánea, también, un fotógrafo toma la foto espontánea.
Claudia sonríe. Y mira, ¿hacia dónde?
Hacia donde de manera fortuita está un fotógrafo con una cámara.
Que bien podría ser otro celular.
“Comiendo con Rodrigo, mi hijo. Platicamos con Mariana para celebrar la distancia, pero unidos. Siempre serán mi niña y mi niño. Besos y abrazos para todas las mamás.”
El mensaje positivo, Claudia lo redacta el Día de las Madres con el hashtag #felizdíadelasmadres.
Es la misma Claudia que gobierna la ciudad más grande del país.
Es la misma que aparece en El País con entrevistas de perfil.
Es la misma que abraza al presidente para que los seguidores de la Cuarta Transformación no se equivoquen y se llenen de su buena vibra positiva.
Monreal, el buen abuelo
El senador Ricardo Monreal se llena de sentimientos positivos. Inunda sus redes con frases motivadoras y elegantes. O diríamos, elegantiosas. Son como las tamboras que alegran sus mítines pueblerinos. (¿Qué puede existir más real en México que un mitin pueblerino?).
Monreal escribe hace seis semanas en su cuenta de Instagram en esa redacción frontal de la orden Jedi.
“Un jedi usa la fuerza para el conocimiento y la defensa, nunca para el ataque.”
En otro post positivo, el senador aparece como un ser humano normal. (Válgase la redacción y la existencia de la paternidad, ¿qué haríamos de los políticos sin la paternidad?, ¿qué sería de los políticos sin los nietos?).
Su hija, Cati Monreal, escribe en otro post de Instagram del 30 de abril, Día del Niño.
“Hoy Eva y Checho asistieron al @senadomexico para celebrar el #DíaDelNiño y #DíaDeLaNiña, y su abu doctor @ricardomonreal les dio un regalito para festejar el día.”
Entre aguas Perrier y sonrisas, el senador convive unos momentos con sus nietos. El video es elocuente, porque el senador deja de emitir una perorata desde la tribuna del Senado para ser él mismo, o, ser otro, el abu buena onda que consiente a sus nietos, y propaga su trabajo profesional en el Senado, con la función de abuelo consentidor. El abu, como lo nombra Cati Monreal, he ahí el verdadero rostro del político, de acuerdo a la hija.