Sergio Hernández (Oaxaca, 1957) cree que la inteligencia artificial y los algoritmos ofrecen nuevas posibilidades expresivas y una redistribución de las formas en el espacio virtual, pero también piensa que son frías.
Dice que todas las herramientas son bienvenidas, pero que él es “de la vieja escuela rescatable, de las tertulias de brujos y curanderas”.
El artista reflexiona sobre esos temas a unos días de inaugurar su exposición en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, que se presentará del 11 de agosto al 28 de enero de 2024.
Con el título Sergio Hernández, la muestra está compuesta 143 obras, las más representativas de los últimos 20 años, precisa el pintor.
“Toda mi creatividad se expresa con los materiales que utilizo, que son los que tengo a la mano. ¿Cuáles? Carbón, lápices, pinturas al aceite, al agua, pigmentos, ceras, hojas de oro, telas, soportes de lino, maderas tratadas, placas de plomo y vinagre de manzana”.
Piezas atemporales
Será la primera vez que Sergio Hernández se presentará en este recinto del Centro Histórico de Ciudad México.
“Es una exposición muy completa de mi trayectoria artística y corresponde a una invitación de la Universidad Nacional Autónoma de México, que agradezco mucho ya que en el Antiguo Colegio de San Ildefonso se encuentran murales de los grandes artistas mexicanos como José Clemente Orozco y Diego Rivera, así como de Jean Charlotte, a quien admiro mucho; me honra exponer mi trabajo ahí, realizado en diferentes momentos de mi vida”.
El creador cuenta que presentará obras atemporales que fueron intervenidas en diferentes momentos a lo largo de dos décadas en su taller en Oaxaca y que hay piezas que nunca se han expuesto.
“Se incluyen mis obras más recientes, inspiradas en el libro El mito del salvaje, del maestro Roger Bartra, así como en la melancolía y en obras de oro de los templos de Japón”.
Recuerda a sus maestros
La muestra, curada en colaboración por el Museo de San Ildefonso y el Estudio de Sergio Hernández, está dividida en cuatro secciones: “Historia” (presagios y códices, Benito Juárez, Pinocho o Síndrome de Peter Pan, el axojote), “Universo” (paisaje nocturno y madera con hojas de oro), “Mitología” (el salvaje, las ninfas, la sombra, los ajolotes ardientes y otros) y “Naturaleza” (selvas, botánica, ballenas y territorios).
Hernández dice que no hay tanto misterio en su pintura, lo que el espectador puede descubrir en sus obras es que cuentan con técnicas innovadoras y una deslumbrante imaginación.
En la década de los 80, el artista migró a Europa, donde quedó fascinado por las obras de Antoni Tàpies, Pierre Alechinsky, Filippo de Pisis y Wifredo Lam. En su residencia en París conoció a Francisco Toledo, con quien hizo una amistad que los llevó a realizar proyectos en conjunto.
El historiador Miguel León Portilla comentó una vez sobre el Códice Hernandino, que el artista realizó inspirado en el Códice Yanhuitlán, de 1550: “En esta y en otras aportaciones de Sergio, late, vive y perdura la sabiduría de un arte que transmitía sentimientos, recuerdos y reclamos de gentes que, a través de milenios, van enriqueciendo con su existencia la realidad de quienes trabajan y se afanan en el ámbito más grande de un mundo que también se halla anhelante de justicia, libertad y belleza”.
(Con información de Milenio)