Hay algo tan extrañamente bello acerca del regreso triunfante de The Cure. Es un momento loco para los fans — de todos los fandoms de la historia del pop, este es uno de los más bizarramente longevos, multigeneracionales e imposibles de matar. Robert Smith y su grupo de ingleses melancólicos estarán de gira los próximos meses, interpretando por primera vez música de su tan esperado álbum, Songs From a Lost World, que es tan esperado que aún no existe. ¿La gira de rock más grande del año es la del chico gótico que cantó ‘Boys Don’t Cry’ hace más de 40 años? Ese es un futuro que nadie hubiera predicho para esta banda — ni siquiera Smith.
Pero ya nadie odia a The Cure, algo que antes parecía una parte crucial de la identidad del fandom. Smith nunca ha perdido su aura de de angustia desconcertada, con su delineador de ojos goteante, su lápiz labial rojo corrido y su pegajoso cabello negro murciélago. Él siempre da la sensación de un niño travieso que acaba de ser atrapado jugando con el maquillaje de su madre. Para un genio torturado que era una de las figuras más polémicas de la música, realmente destaca en el papel de un abuelo querido universalmente, la tía gótica preferida de todos. Tan extraño como los ángeles, perfecto como los gatos, pero siempre él mismo.
Smith estará de gira por Estados Unidos al mismo tiempo que su vieja amiga y compañera de banda, Siouxsie Sioux, estará dando sus primeros shows en una década. Añade la reunión de Love and Rockets y tienes un año de iconos góticos. Podría parecer paradójico pararse en una arena llena de desconocidos, cantando acerca de soledad que aplasta el alma, pero esa es la esencia de ser un fan de The Cure. Han pasado 15 años desde su último álbum, pero su música es atemporal. La banda que le dio al mundo Disintegration es la banda que jamás se desintegrará.
La última vez que Smith lanzó música nueva, en el (genial) The Cure del 2004 y el (no tan genial) 4:13 Dream del 2008, estaba buscando pop conciso; pero Lost World es más oscuro y pesado. La banda de 6 integrantes ha evolucionado a un monstruo de esmalte negro que toca shows maratónicos. El año pasado tuvieron una gira por Europa, en la cual debutaron 5 canciones de Lost World, como la poderosa ‘Endsong’ y ‘Alone’, que construye sobre sí misma durante casi 10 minutos de rock mientras Smith se lamenta, “No hopes, no dreams, no world / No, I don’t belong here anymore”. Cierra la canción con la despedida, “Left with nothing at the end of every song”.
Smith ha pasado años prometiendo que el nuevo álbum está casi listo, un día de estos, lo promete. (“Valdrá la espera”, dijo el año pasado tras bambalinas de una entrega de premios en Londres. “Creo que es lo mejor que hemos hecho, pero claro que yo diría eso”). Es algo que los fanáticos leales han llegado a esperar. Como dijo a Rolling Stone la última vez que estrenó nueva música, en el 2008, “Me gusta el sonido de las fechas límite pasando sobre mi cabeza”. Siempre nos hace esperar, siempre promete que es lo mejor que ha hecho y siempre jura que será el último que haga. Hace unos años, dijo que este sería como Disintegration, excepto sin canciones que “aligeren el ánimo”, y ni siquiera lo dijo de broma.
La longevidad no parecía estar en la mesa para esta banda. Para cuando The Cure lanzó su álbum de 1986 de grandes éxitos, Standing on a Beach, un experto calculó que Robert Smith había muerto 74 veces en la letra de su música. Ya parecía extraño que estos Three Imaginary Boys (Tres Niños Imaginarios) habían durado tanto, especialmente porque su líder temperamental siempre amenazaba con abandonar su carrera musical. Como dijo en 1996, “Voy a cumplir 40 años en abril de 1999 y creo que sería terrible comenzar un nuevo milenio aún en una banda llamada The Cure. No puedo imaginarme haciéndolo. Estaría horrorizado”. Justo antes de su cumpleaños, escribió una canción llamada ‘39’, gimiendo, “The fire is almost out, and there’s nothing left to burn”, pero resultó que no estaba ni cerca de acabar. Este hombre nunca se detiene. Se necesita una obsesión realmente retorcida para cantar “I wish I’d stayed asleep today” cada noche por cuatro décadas.
Inicialmente creaba soufflés de melancolía como Faith, Pornography y Seventeen Seconds, pero después decidió expandir la música. Nunca ha sido el tipo de rockero que finge que no quería ser famoso. “Yo decidí ser una estrella de pop”, dijo a Rolling Stone en el 2004. “Es tan ridículo que voy a pasar de ídolo gótico a estrella de pop en tres lecciones sencillas”. Le atinó en el primer intento con ‘Let’s Go to Bed’ en 1982, un ritmo de synth-pop brillante acerca de una pareja que se queda despierta toda la noche para conectar acerca de lo miserables que son. “De repente, ‘Let’s Go to Bed’ se estaba convirtiendo en un gran hit, en particular en la costa oeste, y teníamos una audiencia joven, predominantemente femenina”, continuó. “Paso de góticos intensos, amenazantes y psicóticos a personas con dientes blancos perfectos. Fue una transición muy rara, pero la disfruté. Me parecía muy chistoso”.
Este tour ha sacado su lado luchador, el cual raramente vemos. Es uno de los pocos artistas en alzar su voz acerca de Ticketmaster y el infierno absoluto en el que se ha convertido el conseguir boletos para conciertos. Mantuvo precios bajos para las entradas de este tour, resistiendo los “precios dinámicos”, solo para ver a Ticketmaster duplicar el costo con tarifas adicionales. “Estoy tan asqueado como todos ustedes por las ‘tarifas’ de Ticketmaster”. Obtuvo un reembolso mínimo para sus fans, pero hay algo conmovedor en su disposición a ensuciarse las manos.
Uno de los acertijos eternos para los fans es: ¿Cómo puede Smith reinar como el máximo trovador de la desesperación romántica del rock cuando ha estado felizmente casado durante décadas con su novia de la infancia? Pero esa es una de las máscaras artísticas que usa, como su maquillaje. Como dijo en la década de 1990, “La noción que tienen las personas de mí, que no soy un adulto, que vivo en un mundo imaginario y deambulo por Londres en pijama citando a Baudelaire, no es cierta”. (Continuó explicando que no es cierto porque vive junto al mar, no en Londres. “¡Ahora camino en la playa, citando Baudelaire a las olas!” Y por eso es Robert Smith).
“Podría morir esta noche de un corazón roto”, canta en una de sus nuevas canciones, ‘A Fragile Thing’, aunque, como diría Al Pacino en El Padrino II, ha estado muriendo por años del mismo corazón roto. Termina solo en la mayoría de sus canciones — especialmente en ‘Just Like Heaven’, su canción más famosa, un éxito en las bodas a pesar de que es una historia de amor con un final increíblemente triste que deja a Robert atorado en su miseria a solas. De alguna manera, la destrucción emocional todavía se siente catártica. Si eso es una contradicción, es una en la que los fans de The Cure se sienten como en casa.
(Con información de Rolling Stone en Español)