Hay un reloj que, en vez de medir el paso del tiempo, intenta mostrar cuán próxima la Tierra está de ser destruida. Su hora final es la medianoche, y sus manecillas señalan que estamos a dos minutos y medio de alcanzarla.
Lo llaman el «Reloj del Apocalipsis» no es un objeto sino una ilustración, y no avanza o retrocede por una medida científica sino por el parecer del directorio de ciencia y seguridad del Boletín de Científicos Atómicos, un grupo de expertos que se reúne dos veces por año para determinar cuánto nos resta para la medianoche.
Sus orígenes se remontan a 1945 cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago vinculados con el Proyecto Manhattan creó el Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) para advertir al público sobre las consecuencias negativas del mal uso de la ciencia y la tecnología. Una preocupación que se disparó con la detonación de la bomba atómica que puso fin a la II Guerra Mundial y que marcó el inicio de una era nuclear que aumentó todavía más la tensión global.
En un inicio se explicó que las manecillas leían siete minutos para las doce porque “se veía bien a la vista”, la hora terminó convirtiéndose en el punto de partida rumbo a una medianoche que simboliza un fin de los tiempos que cada vez parece más cercano.
Sólo pasaron dos años para que el Reloj del Apocalipsis avanzara por primera vez y de un modo verdaderamente alarmante al señalar tres minutos para la medianoche. Desde entonces se mantiene como una perturbadora representación simbólica de una carrera contra el tiempo y sobre todo contra nuestra propia naturaleza. Después de todo, pasan los años y el ser humano parece empeñado en su destrucción, no sólo con una guerra nuclear, sino con muchas otras crisis que se han sumado a la lista de amenazas que atentan contra nuestra existencia: escalada militar, cambio climático, tensiones políticas y pandemias.
No es la primera vez que las manecillas se ubican en una posición crítica. Ya sucedió en 1953 cuando ha hora señalaba dos minutos para la medianoche por el desarrollo de la bomba de hidrógeno en Estados Unidos y Rusia. El horario se mantuvo hasta 1960 cuando dio su primer retroceso que lo dejó en siete minutos, un margen que aumentó todavía más en 1963 al quedar en doce minutos. Las alarmas volvieron a sonar en 1984 cuando indicó tres minutos, para ir recuperando posiciones hasta que en 1991 indicó 17 minutos que se mantiene como la marca más favorable en toda su existencia. Todo ha sido cuesta abajo desde entonces, lo que para nada evita que podamos volver a levantarnos.
Un minuto y cuarenta segundos para el fin
Con más de 70 años de existencia, el Reloj del Apocalipsis ha perdido parte de su fuerza simbólica al convertirse en una advertencia continua que nunca parece concretarse y en un elemento recurrente de la cultura popular. Esto incluye películas como Dr. Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba (1964), novelas como The Impostor (1977), canciones como The Call Up (1980), episodios de televisión como Doctor Who: Four to Doomsday (1982) y novelas gráficas como Watchmen (1986). No lo descuidemos, pues hoy más que nunca debíamos prestarle atención.
Con información de Life And Style