Por Sommelier Edgar Aguilar Romero
A ver, mis sibaritas, pregunta seria: ¿cuántos de nosotros no hemos escuchado por ahí que beber vino es bueno para nuestra salud? ¿Será?
El vino es saludable cuando se bebe en las cantidades apropiadas. Si bien el vino es una de las bebidas con alcohol más antiguas del mundo, no hace tanto tiempo que se han descubierto estas ventajas. Antes, se bebía sólo para divertirse, relajarse, acompañar banquetes o disfrutar de un brebaje diferente.
¿Por qué el vino tinto?
Muchos se preguntarán por qué tiene que ser vino tinto y no otro tipo (rosado, blanco, espumante).
Las razones: el consumo habitual y moderado de vino, especialmente de vino tinto, puede producir efectos beneficiosos adicionales sobre la morbilidad y mortalidad cardiovascular, comparados a los que producirían la misma cantidad de alcohol pero en otras bebidas. El vino tinto es rico en polifenoles, particularmente en quercitinas y resveratrol, que son buenos aliados para explicar el efecto protector del vino.
Beneficios que aporta el vino a diario
- Disminuye el efecto del cigarro: el vino sirve para regular los daños que genera el tabaco en los vasos sanguíneos, ya sea para relajarse o vasodilatarse. Sobre todo, tiene efectos positivos en el endotelio, una capa de células que reducen la fricción entre los vasos linfáticos y sanguíneos, pero sobre todo, el corazón.
- Previene enfermedades cardiovasculares: es uno de los efectos más conocidos del vino tinto, siempre y cuando se consuma según la proporción adecuada y regularmente. Los científicos dicen que el vino tinto reduce la posibilidad de padecer una enfermedad coronaria, reduciendo la producción de colesterol “malo” y aumentando el “bueno”.
- Tiene efectos anticoagulantes y antitrombóticos: esto no sólo se consigue bebiendo vino cada día, sino que se ha detectado que los consumidores esporádicos tienen menor cantidad de proteína fibrinógena, promoviendo la formación de coágulos de sangre.
- Previene la aparición de aterosclerosis: una de las enfermedades causadas por la degeneración de las arterias. El vino permite contrarrestar sus síntomas y hasta no permitir que aparezca. La aterosclerosis sucede cuando los vasos sanguíneos pierden su capacidad de relajarse. El alcohol de esta bebida ayuda a los vasos a permanecer saludables gracias a la formación de óxido nítrico, sustancia fundamental en la relajación vascular.
- Equilibra la presión arterial: si bien se sabe que el consumo excesivo de alcohol provoca hipertensión, beber una copa al día de vino (250 ml) tiene el efecto contrario, porque baja la presión luego de una comida, para las personas que sufren de este problema.
- Reduce la formación de cálculos renales: la ingesta diaria de vino tinto disminuye el riesgo de desarrollo de piedras en el riñón.
- Evita la aparición de la enfermedad de Alzheimer: las investigaciones demostraron que el resveratrol (un compuesto del vino tinto) produce efectos neuroprotectores, ayudando a que esta condición no se desarrolle.
Aunque hay considerables evidencias que indican que el consumo regular de vino tinto a dosis moderadas pudiera tener efectos protectores contra cardiopatía isquémica y enfermedades cardiovasculares o algunos tipos de cáncer, las recomendaciones médicas del consumo de vino tinto deben ser hechas muy cuidadosamente, ya que el alcohol lleva consigo algunos riesgos potenciales en consumo desmedido. Sin embargo, la actividad biológica de los polifenoles encontrados en el vino tinto es relevante en el ser humano y su salud.