Iñigo López | El País
El primero en cancelar fue el South by Southwest (SxSw) de Austin, Texas. Enorme cita de tres semanas en marzo, que combina festival de música, tecnología y cine. Es difícil cuantificar las pérdidas que conlleva que no se celebre por primera vez en 34 años, pero la revista Forbes calcula que solo el impacto económico en la ciudad es de alrededor de 350 millones de euros. Esta mañana, Billboard informaba de que Coachella, el festival más famoso de Estados Unidos, que empieza el 10 de abril, está intentando cambiar de fechas para evitar la cancelación definitiva de su edición de este año. “Temiendo que los funcionarios del condado de Riverside retiren el permiso al evento que trae a 250.000 aficionados durante dos fines de semana a Indio, California, las conversaciones con los funcionarios de la ciudad y los agentes de los artistas empezaron el domingo por la noche, cuando comenzó a decrecer la esperanza de poder organizar el festival en abril”.
Según esa misma publicación, Coachella tiene 48 horas para anunciar el cambio de fechas a octubre o tomar la decisión de no realizar la edición de 2020. “Lo que nos dice Coachella es que sigue en marcha», explicaba el manager de un artista a Forbes. “Pero ya hemos gastado entre uno y dos millones de dólares en la producción de los que el artista sería responsable. No estamos encontrando ninguna compañía de seguros que cubra nuestro riesgo de cancelación debido al coronavirus. Espero no gastar más hasta que veamos cómo se desarrolla esto».
“Nadie quiere dar el primer paso. Es una cosa absurda. Hay un especie de miedo inmovilista a adelantarse. Se mantiene la esperanza de que esto se va a solucionar en menos de un mes”, dice un festival de Madrid
El problema es el dinero. Más desde que se supo que SxSw carece de seguro que cubra la cancelación por el coronavirus. “Tenemos muchos seguros (terrorismo, lesiones, destrucción de propiedades, eventos climáticos). Sin embargo, las infecciones bacterianas, enfermedades transmisibles, virus y pandemias no están cubiertas», reconocía Roland Swenson, cofundador del festival.
“Intuyo que van a ser unos meses de muchas sorpresas a modo de arruinados”, explica el representante de un sello español, que, como todos los consultados para este asunto, habla solo con la condición de que se respete su anonimato. Con las compañías de seguros negando las pólizas de cancelación, las giras están cayendo en un puro efecto domino: BTS, Green Day, Ben Harper, The National, Avril Lavigne, Queen, Pearl Jam, Madonna y Miley Cyrus ya han suspendido o cancelado actuaciones.
Los festivales serán los siguientes. También en España. “Nadie quiere dar el primer paso. Es una cosa absurda. Hay una especie de miedo inmovilista a adelantarse. Se mantiene la esperanza de que esto se va a solucionar en menos de un mes”, dice el responsable de un festival madrileño. “Yo casi todos los pagos los he hecho y los que no he hecho tendré que apechugar, porque en los contratos los agentes se cuidan muchísimo de pillarte. Pero, de momento nada”.
No ha habido comunicado oficial de ningún festival español, ni asegurando que continúan ni anunciando su suspensión. “Silencio sepulcral”, resumen desde un sello español. “Antes lo sabremos por oficinas de contratación y agentes que por los propios festivales”. En principio, se continúa actuando cómo si no pasara nada. Se tramitan contratos y papeleos, pero la situación es complicada. Primero, porque en Europa ya se está cancelando fechas, lo cual acrecienta la ansiedad de los artistas, que necesitan saber qué va a pasar en España para seguir adelante. Segundo, porque en algunos países se ha establecido una cuarentena obligatoria de 14 días para cualquiera que venga de países como Italia, Alemania y España, lo que obligaría a los artistas a estar aislados dos semanas al volver de sus conciertos en Europa. Si muchos músicos no han cancelado ya, se debe a que están esperando que los festivales den el primer paso. Como escribía esta mañana Bob Lefsetz, analista de la industria musical estadounidense en su respetadísimo blog: “Por supuesto, todo el mundo pierde dinero si se cancela un evento. Pero en este momento, promotores y artistas están jugando al juego de las sillas. Unos esperan que llegué un edicto del gobierno que indique que el concierto no se puede hacer, y los artistas no van a cancelar hasta que eso ocurra”.