Ahondar en la vida de AgustÃn Lara es navegar en un mar de ficciones. Él mismo recurrÃa demasiado al mito para dar cuenta de su vida.
Entre las muchas historias que siguen siendo objeto de múltiples interpretaciones está la de la cicatriz en su mejilla izquierda, que fuera una marca indiscutible de su personalidad. Existen distintas versiones de cómo fue que esta marca se incrustó para siempre en el rostro del músico poeta, y una de esas versiones ocurre en Puebla.
Se dice que hacia 1920, el joven AgustÃn frecuentaba la ciudad por la calidad de sus prostÃbulos y la amistad que tenÃa con hombres de poder. En aquel tiempo, la llamada «zona de tolerancia» estaba en la parte norte del Centro Histórico, después de la 18 poniente. Una noche, AgustÃn tuvo el impulso de «repartirse» entre dos prostitutas, lo que provocó los celos de una de ellas y, acto seguido, rompió una botella para herirle la mejilla izquierda.
Hay, desde luego, más versiones de esta historia: que sucedió en Córdoba, Veracruz, o en Coyoacán, Ciudad de México, que la prostituta se llamaba Estrella y que lo hizo porque se enteró que se habÃa casado. Más allá de lo que haya sucedido en realidad, esta es una forma en la que Puebla se ha sumado al mito del gran «Flaco de oro», además de que hay quienes aseguran que no nació en Tlacotalpan, Veracruz, ni en la Ciudad de México, sino en Tlatlauquitepec, en el corazón de la Sierra Norte.