Sigue los pasos de Francisco Villa y Venustiano Carranza, quienes recorrieron Chihuahua, Coahuila y Durango. También visitaron Ciudad Juárez, población en donde se firmaron los tratados que obligaron a Porfirio Díaz a renunciar e Hidalgo del Parral, ciudad en la que vivió el llamado Centauro del Norte.
Checa esta ruta y revive la Revolución.
Empezamos en Chihuahua
El estado más grande de la República Mexicana, forma parte del desierto más grande de toda América del Norte, su capital, que lleva el mismo nombre, concentra un pasado revolucionario que resuena en cada uno de sus corridos, donde la historia toma forma de canción y en el que sus museos, monumentos, y construcciones, narran las batallas ganadas, la presencia de la fe y la influencia arquitectónica que se resiste a perder vigencia.
La ciudad por sí sola es un museo vivo, que se palpa y que se manifiesta a través de cada estatua erigida en su Centro Histórico, que abre las puertas a quienes deciden adentrarse en sus entrañas y andar a paso firme bajo el sol del clima desértico, sin caballo y sin detenerse, siguiendo las líneas imaginarias que trazaron el curso decisivo de nuestro presente, donde la División del Norte vibró con el clamor de un pueblo que hizo nación.
Con estilo barroco y una construcción que tomó cerca de un siglo en concluirse, la Catedral Metropolitana de Chihuahua es uno de los principales atractivos de la capital.
El Palacio de Gobierno, una construcción de la era porfiriana ubicada al centro de la ciudad, es una de las joyas de la ciudad. Al cruzar sus grandes puertas de madera te encontrarás con un verdadero Palacio con paredes adornadas con murales que te contarán la historia de la ciudad desde 1941 hasta la época de la Revolución Mexicana. Dentro podrás encontrar dos pequeños museos, uno dedicado al héroe de la patria Miguel Hidalgo y Costilla quien fue fusilado en este lugar; el otro es una galería de armas antiguas.
Descubre los sabores de Chihuahua
Andar por Chihuahua es sinónimo de explorar un enorme restaurante, donde sus delicias gastronómicas parecen no tener fin. En donde termina un plato fuerte asombroso, inicia un insólito postre, con carne o sin ella, los chihuahuenses han sabido ingeniar alquimias irresistibles dentro de sus hornos o al calor de sus cazuelas. No olvides llevar mucho ánimo y hambre, además de unas viandas para guardar tu itacate, nos lo agradecerás.
Parral
Ubicada a 300 kilómetros al sur de la ciudad de Chihuahua, Parral nació al mismo tiempo que la mina La Negrita, mejor conocida como La Prieta, que le dio razón de ser. Actualmente la mina no está en actividad, pero durante 345 años fue fuente de riquezas de la región.
El segundo suceso que marcó a fuego la historia de la ciudad fue el asesinato del general revolucionario Francisco Villa en sus calles durante una emboscada, el 20 de julio de 1923. Dos museos recuerdan el violento evento y cada año se hace una recreación de los hechos.
Durante un recorrido por Parral, además de sus museos, puedes ver varios edificios históricos de gran interés, como la Catedral y Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, el Palacio Municipal, la casa de la patriota mexicana Elisa Griensen, los templos de San José, de San Juan de Dios y de la Virgen del Rayo, además del nuevo emblema de la ciudad, la Puerta del Tiempo, una estructura instalada en el año 2000 para celebrar el inicio de un nuevo milenio.
Dos pintorescos tranvías llamados TranVilla y PyOjito, ofrecen paseos por todos estos atractivos y llegan hasta la Mina la Prieta. Pero cualquiera sea el recorrido, hay que probar sin falta los dulces de leche que son una delicia, especialidad de Hidalgo del Parral.
Satevó
Conocido como el Estado Grande, Chihuahua, hace gala de su extensión y la rica variedad de lugares para conocer. Desde la ruta del Chepe con dirección a las Barrancas del Cobre a las muchas historias que guardan las misiones y, en la región conocida como La Meseta, te encontrarás con Satevó.
Está rodeado de los ríos Conchos, San Pedro, Santa Isabel y uno más que lleva el mismo nombre del pueblo. Se encuentra, aproximadamente, a una hora de Chihuahua capital y a una hora y media de Parral por carretera.
El clima en Satevó es semiárido extremoso por lo que en primavera puede alcanzar temperaturas arriba de los 40º C mientras que en invierno se pueden llegar hasta los -10º C. Así que piensa bien qué clima te gusta más para que planees tu viaje.
Si a tu paso por este lugar ves la escultura de una vaca es porque estás frente al monumento a la ganadería, esta pieza lleva el nombre de Cuna de la Ganadería y es obra del artista plástico Miguel Valverde, todo el fierro que se utilizó para su elaboración fue donado por los ganaderos de la región.
Valle de Zaragoza
A 160 kilómetros de la ciudad de Chihuahua, se localiza Valle de Zaragoza, una localidad cuyos inicios se remontan a la época virreinal y que obtiene su nombre al estar establecido sobre un valle a las orillas del Río Conchos. El apellido, es un tributo al general Ignacio Zaragoza, así lo cuentan sus habitantes.
Con árboles tan antiguos como sus edificaciones, la llamada inicialmente región del Pilar de Conchos, cuenta con una icónica Alameda, por supuesto, repleta de álamos que han sido testigos de eventos decisivos en la historia de nuestro país, como la Revolución Mexicana de 1910. Su gente relata que Francisco Villa mandó fusilar a los enemigos colgándolos en los álamos más altos de este paseo, que hoy es un área recreativa para familias, con asadores y juegos infantiles donde los fines de semana se convierten en auténticas vacaciones.
Otros cuentan que por el cerro de la mezcalera aún se encuentra enterrado el oro que el general escondió, pero ninguno ha emprendido la misión de búsqueda. En su lugar, los zaragonenses han encontrado su forma de vida en la ganadería, agricultura y las divisas que su gente envía desde los Estados Unidos a los que se quedaron. Quizás por eso el Valle parece habitado por gente mayor, gente sabia que entiende la tierra y recuerda la historia como si la hubiera protagonizado, tal vez porque así fue.
Hoy, muchos dueños de ranchos como “La Laborcita”, que fuera una hacienda porfirista en el siglo XIX, dedican sus días a preservar sus oficios y continuar en activo, como si en el pueblo la palabra jubilación no tuviera lugar en el diccionario.
Con información de Visit México