Si naciste en 1980 y antes del 2000, perteneces a la generación de los llamados Millenials. A tu edad, tus papás ya estaban terminando de pagar su casa, y tú, aún no tienes ni la esperanza de obtener una propiedad. Es más, seguramente todavía vives con tus padres y no aportas mucho en casa, sólo para lo que tú “crees” que consumes.
Es frustrante ver que la generación quizá más preparada, los «Millennials», sea también la más estancada. No sólo por las dificultades que tienen para prosperar, sino por la forma en que fueron educados. Muchos opinan que esta generación fue criada con caprichos; y el comentario más escuchado cuando se habla de ella es que, «no tienen ningún motivo para quejarse porque en sus primeros años de vida fueron tratados casi como reyes».
Hay mucha parte de verdad en eso, aunque esta es una certeza que se conjuga en pasado. La infancia y adolescencia de la mayoría de las personas que conforman esta generación fue mucho mejor que la vivida por sus padres y, por supuesto por sus abuelos. Pero esa etapa de bienestar ha sido un espejismo. Fue muy efímera.
La realidad que les ha tocado vivir a los Millennials no es un fenómeno nuevo. Hubo otras generaciones que vivieron peor que sus padres, la del 98, la generación perdida y la generación silenciosa.
Según datos que ofrece el estudio Funcas, el 43% vive con familiares (principalmente con sus padres), mientras que el 41% lo hace con su pareja, el 8% solo y el 8% restante comparte piso.
Disfrutan más su tiempo libre
Iñaki Ortega, director de Deusto Business School comentó que: “Su pesimismo se ha acentuado porque con frecuencia las generaciones posteriores han tachado a los millennials de egocéntricos y mimados; de ser una generación materialista, de no conocer la cultura del esfuerzo y de vivir solo para el presente”. Ortega mencionó que, “pocas generaciones han sido tan atacadas como ésta, y eso ha minado la autoestima de estos chicos. Lo que les ha llevado, junto a la crisis endémica, a tener poca fe en su futuro”.