El Instituto Electoral del estado (IEE) ha fracasado. El actual consejo que lo integra es gris, anodino, desordenado, poco participativo. Ese organismo tendría que haber empezado a pujar por un debate entre candidatos a puestos de elección popular y no hizo nada, se quedó como los chinitos: nomás milando.
El IEE fue quien entregó las constancias de candidaturas ya pasado el tiempo correspondiente, porque de plano no se dieron abasto, porque su burocracia los rebasó.
El IEE es el encargado de difundir y hacer campañas de promoción al voto y no se ve absolutamente nada. Nada es nada, unos tristes banners en algunos portales de noticias, pero nada más. Su representación ciudadana, que supuestamente tienen, está llevada a la representación burocrática.
Su reputación está en duda, para que quede claro.
Un organismo electoral que no da la cara, que el gobernador le tenga que corregir la plana al llamar a un debate entre los candidatos a la alcaldía de Puebla, es un instituto rebasado, el problema es que desde el 2018 estamos con estos actores quienes ya los vimos actuaron muy mal en ese pasado reciente, pues mucha de la responsabilidad de que la sombra de la duda en el robo de la elección en esa fecha (para gobernador) recayó sobre ellos.
Y hablando del debate, qué triste papel del PAN en ese tema, por un lado, Eduardo Rivera Pérez ha dicho que sí, que cómo de que no, que, por supuesto le entra, faltaba más, pero el panismo no quiere asumir esa responsabilidad.
¿Pues no que van 20 puntos de ventaja? Por qué no entrarle al tema. Dicen que es por dinero, vaya cosa que no se la cree nadie.
Pareciera más bien que Rivera Pérez tiene miedo, que no quiere que lo confronten en público, por eso solo se entiende que va a entrevistas y reuniones a modo en donde nadie le cuestiona absolutamente nada, donde nadie le pregunta temas que lo expongan tal cual es.
Si fuera real la diferencia de los 20 puntos de ventaja que tanto cacarean sus porristas y periodistas a modo, no perdería nada al confrontar a sus adversarios, y si no le fuera bien no pasaría de dos a tres puntitos que para el tiempo que falta ya es difícil que se vean reflejados en la contienda.
Algo nada más no cuadra en los equipos de campaña con respecto a las encuestas, al menos en la ciudad de Puebla, pues de ser ciertas esas diferencias de dos puntos, por qué la necesidad de subirse a las agendas y guerras de lodo que se avientan. Por lo regular, en la historia de las elecciones, quien va arriba en las preferencias electorales no ataca, cuida más bien sus números, sabe que atacar representa debilidad.
Quien ataca es quien va perdiendo, porque trata de mover el tablero, pero es muy curioso cómo se hizo la campaña sucia contra Claudia Rivera por el candidato Mario Riestra quien además comete un traspié cuando exige que se aclaren los “moches”.
¿Piensa de veras el señorito Riestra Piña que nadie sabe quién es él? ¿No sabe acaso que el paso de su esposa por la SEP, de sus hermanos beneficiarios del morenovallismo está registrado?
¿Riestra hablando de moches?
Es como si Elba Esther denunciara venta de plazas en la SEP, o si Salinas de Gortari acusara a AMLO de neoliberal (que sí lo es, pero es la contradicción).
Si fueran tantos puntos de ventaja, sería innecesaria la guerra mediática contra la alcaldesa, pues parece más bien que algo no cuadra. Y sobre todo porque los misiles van a un solo lado, si fuera parejo, uno podría creerlo.
Eduardo Rivera, entonces, le tiene miedo al presidente de la República y al gobernador Barbosa.
Y por supuesto a confrontar a sus adversarios.