Luis Damián D.
Compuesto por ocho relatos reunidos en unas sesenta páginas, Crónica del gusano sordo es el libro más estentóreo que he leído este año. Trae consigo el escándalo de la risa que se convierte en mueca de preocupación, el grito de terror que es devorado por la cotidianidad, el chirriar de dientes que amplifica la ansiedad claustrofóbica, el correr jadeante que inunda los oídos con la propia respiración, y todo ello desde una narrativa sin pretensiones, sin grandilocuencias innecesarias ni ínfulas de complejidad estructural, algo que se agradece porque, y esto es lo mejor, Crónica del gusano sordo es, sobre todas las cosas que uno pueda tildarle, un libro entretenido, honesto, sincero, como hace mucho no leía uno; es un libro que no busca otra cosa que ser una agradable compañía.
A pesar de lo anterior, no es un libro de manufactura simple. Su autor, Efigenio Morales Castro, sabe cómo narrar terror desde situaciones comprensibles y anodinas, hace uso de imágenes sencillas, pero no por ello desprovistas de fuerza, cuenta todo con una naturalidad envidiable, como si estuviera con amigos echando una o dos cervezas, unos tacos, y la conversación por sí misma se hubiera ido hacia esos temas; a muchos escritores les convendría aprender de él. Su acierto más grande, me parece, está en acercar al lector a reflexiones momentáneas y pensamientos recurrentes, que todos hemos tenido, para convertirlos con una sola línea, o en un par de palabras, en alteraciones de la realidad, paranoias, descensos a infiernos personales o decisiones llenas de culpa: exploraciones de lo que no queremos ver en nosotros mismos y que él está dispuesto a mostrarnos porque sabe que son inevitables.
Sumado a todas las virtudes que se le puedan endilgar, que son muchas más que las que aquí he mencionado, Crónica del gusano sordo es también un volumen maravilloso porque representa la primera vez que varios de los textos ganadores y antologados, tanto nacional como internacionalmente, de Morales Castro se reúnen para dar una visión articulada en una edición cuidada con calidez y dedicación. La unión de todos estos factores me hace no tener reparo en asegurar que este es uno de los mejores libros de cuentos que se puede leer para cerrar el año, o abrir el año, o pasar las vacaciones de verano. Uno de los mejores libros para cualquier época, para cualquier día, en cualquier momento, porque la fuerza narrativa de Efigenio Morales Castro es atemporal.