La literatura nos ayuda a entender mejor el comportamiento humano, sus paradigmas y cómo la cultura o las normas sociales moldean el comportamiento.
Existen novelas valiosas que son un registro de la movilidad social, las oportunidades y la desigualdad que se ha vivido a lo largo de nuestra existencia. Estas obras ayudan a comprender, desde otra perspectiva, las carencias del ser social.
Aquí van cinco libros relevantes para todas las personas interesadas en la sociología, particularmente, en novelas sobre la desigualdad.
Grandes esperanzas, de Charles Dickens (Inglaterra, 1860-1861)
Dickens es un autor que sobresale por sus novelas sobre la desigualdad. Es un maestro en resaltar los distintos tonos del retrato social de la Inglaterra del siglo XIX.
A inicios de aquel siglo, Inglaterra fue la cuna de la Revolución industrial. Durante esos cien años, el país dobló su ingreso por habitante, algo nunca antes visto en la historia. Sin embargo, las máquinas sustituyeron el trabajo de las personas y crearon fuertes presiones sociales. Este es el contexto que Charles Dickens quiere mostrar en Grandes esperanzas.
Un joven, Pip, de clase baja tiene “grandes esperanzas”. Aspira a dejar su condición social para convertirse en alguien con suficientes recursos económicos. Pip es huérfano y vive con su hermana y su cuñado, el gran Joe. Por su nobleza y calidez, es favorecido por la buena suerte: un patrocinador misterioso lo ayuda a cumplir sus objetivos. El tema es trillado hoy en día, pero fue verdaderamente revolucionario en su época: las personas morían en el nivel socioeconómico en el que habían nacido y no esperaban que hubiera movilidad social, pero con el crecimiento económico acelerado se generaron nuevas oportunidades: son esas oportunidades las que quiere alcanzar Pip.
La ley de los justos, de Chufo Lloréns (Grijalbo, España, 2015)
Situada en la Barcelona de fines del siglo XIX, esta novela nos presenta una relación amorosa entre jóvenes de diferentes clases sociales y el camino que recorren para saber si pueden mantenerlo. En sus más de 1,100 páginas no hay desperdicio. Aunque el tema principal sea ese amor juvenil, la historia es un pretexto para hablar de la situación en aquella Barcelona –es decir, es otra novela sobre la desigualdad.
Por el lado de los empresarios, están el capitalismo pujante, las oportunidades económicas todavía existentes en Cuba (incluso hay una comparación de las fincas cubanas con esclavos y sin ellos, así como una narración sobre la lucha por la independencia de la isla), también están los préstamos otorgados en Inglaterra para hacer negocios, las redes sociales exclusivamente masculinas fomentadas por la masonería y la importancia de una herencia. Por el lado de los trabajadores, vemos sus luchas por conseguir un salario y una jornada de trabajo dignos, en particular, las de los anarquistas, pero a la vez aprendemos acerca de las normas sociales que definían el rol de las mujeres.
A lo largo del libro, se hace evidente que nacer en una familia aventajada económicamente te compra oportunidades en la vida. En contraste, cualquier error tiene consecuencias si se nace en la pobreza. Inevitablemente, esto suscita una reflexión sobre si ese contraste es muy diferente en la actualidad.
El murmullo de las abejas, de Sofía Segovia (Lumen, México, 2015)
Una familia hacendada y rica enfrenta las consecuencias de la Revolución mexicana, pero en su propiedad viven, además, la nana y Simonopio, el protagonista de esta novela sobre la desigualdad. Además, el realismo mágico se sitúa en Linares, Nuevo León. Rápidamente descubrimos que hay algo maravilloso entre Simonopio, la familia y, por supuesto, las abejas.
Simonopio tiene una discapacidad, uno de sus labios y su paladar están hendidos; mediante él, la novela nos ayuda a entender el costo social asociado a las discapacidades físicas –un aspecto importante de la desigualdad–. Al mismo tiempo, se expresan las diferencias entre la familia hacendada y los trabajadores, creadas por los tonos de piel. Por si fuera poco, la novela representa varias experiencias de la epidemia de influenza a principios del XX –algo que llama la atención al leer en la pandemia.
Con todo, lo más sobresaliente, para mí, es cómo el libro retrata la idiosincrasia local del norte de México: su apego a lo que sucede en Estados Unidos, la desconfianza ante el gobierno federal, la actitud emprendedora y la forma de “solucionar” las consecuencias de la revolución mediante la división de tierras.
Los cuatro vientos, de Kristin Hannah (Suma de Letras, Estados Unidos, 2021)
Los cuatro vientos es la más relacionada con la pobreza y la desigualdad. El inicio nos sitúa en un pueblo rural de Texas, al final de la Primera Guerra Mundial. La protagonista, Elsa, es una mujer que se considera poco agraciada físicamente, pero la historia se mueve con rapidez a su matrimonio, que tiene que lidiar con las consecuencias de la Gran Depresión de 1929. La granja donde viven no da para más y hay sequías recurrentes. La narración es tan efectiva que uno siente que respira el polvo del lugar, incluso al leer en la pandemia.
Con todos los problemas, Elsa, ya con hijos, tiene que tomar una decisión para sobrevivir: migrar a California. No está sola, cientos de miles de familias hicieron lo mismo. El libro muestra la discriminación contra estos migrantes pero –por eso la incluyo en estas novelas sobre la desigualdad–, al mismo tiempo, nos hace ver la comunión que crean entre ellos y lo que una madre está dispuesta a hacer por sus hijos.
En suma: la autora presenta lo que significó el New Deal de Roosevelt para los migrantes internos de Estados Unidos. No lo ocultaré: el libro es sufrimiento puro de la primera a la última página –después de todo, estas recomendaciones se tratan de novelas sobre la desigualdad–.
La sonata del silencio, de Paloma Sánchez- Garnica (Planeta, España, 2014)
Este libro nos lleva a entender dramáticamente lo que vivía una mujer después de la Guerra Civil española. En Madrid conocemos a Marta Ribas, a su esposo y su hija. El problema fundamental del libro: el dinero no alcanza porque su marido sufre de una enfermedad. Marta e hija deben trabajar para no depender de préstamos, que pueden resultar muy costosos, y no sólo en términos monetarios.
Sin embargo, las normas sociales de la época castigan a las esposas que trabajan por una remuneración; ellas deben quedarse en casa para criar a los niños y atender al marido. De nuevo, nos encontramos con la desigualdad y las oportunidades. Sánchez-Garnica lo escribe de forma cruda: “Las mujeres no contamos. No somos nada sin ellos, sin el padre o el marido, y si quieres salirte del carril, te machacan como si fueras un insecto hasta hacerte regresar a su forma y a su orden”. Incluso su marido cree que el trabajo de su esposa, aunque él esté enfermo, le resta hombría. Las tensiones sociales se mantienen durante las novecientas páginas de esta última recomendación de novelas sobre la desigualdad.
Con información de Gatopardo