Uno de los campos laborales que mejor resistirá los cambios traídos por la automatización es el de los cuidados. Sin embargo, se le sigue percibiendo como un terreno propio de las mujeres, y se hace poco por atraer a los hombres a incursionar en él. Hacerlo tendría ventajas.
Conforme la tecnología y la automatización prefiguran un futuro muy diferente para el trabajo, algunos economistas predicen que las mujeres serán las más beneficiadas con los cambios por venir. Aunque han sido las más afectadas por la crisis económica provocada por la pandemia de covid-19, en los próximos años los trabajos de cuidado dominados por mujeres, como la enfermería, la enseñanza y el cuidado de niños y ancianos, que no se pueden reemplazar fácilmente por máquinas, estarán entre las ocupaciones de más rápido crecimiento y, por lo tanto, es más probable que prevalezcan en el futuro.
Esto no significa que muchos trabajos hechos por mujeres no se vayan a automatizar. Así como se prevé que desaparezcan los trabajos mecánicos y de operación de máquinas dominados por hombres, sucederá lo mismo con los trabajos administrativos y de oficina que suelen realizar las mujeres. Sin embargo, la mayoría de estas predicciones sobre el futuro del trabajo asumen que las mujeres todavía dominarán la economía del cuidado. Y todo porque no se espera que los hombres participen en dichas labores.
Así, aunque las mujeres son el objetivo de una serie de programas de capacitación e inversión que las impulsan a ingresar a los campos de ciencia y tecnología, que están en crecimiento, son bien remunerados y están dominados por los hombres, hay pocos esfuerzos en sentido contrario para atraer a los hombres hacia las labores de cuidado, también crecientes, pero mal pagados. Tampoco se hace mucho por transformar este tipo de labores en buenos trabajos que ofrezcan un buen salario a cualquier persona.
¿Qué pasaría si los hombres sí cuidaran?
En una encuesta nacional y en una discusión a profundidad dentro de un grupo de enfoque, hombres que son enfermeros, auxiliares de salud en el hogar, maestros de jardín de infantes y trabajadores de cuidado infantil concordaron de manera abrumadora en que están orgullosos del trabajo que hacen, y en que lo encuentran significativo y desafiante. Los hombres que participaron en este informe dijeron que el trabajo de cuidados es un buen oficio e incluso quieren alentar a más hombres a realizarlo. Y la única forma de que eso suceda es que estas ocupaciones se conviertan en mejores trabajos.
En contra de la sabiduría convencional, la mayoría de los hombres que trabajan como cuidadores profesionales dijeron que ellos mismos buscaron un trabajo en una profesión solidaria, que consideraron como una carrera con oportunidades de crecimiento y avance. No fue una alternativa de último recurso para encontrar trabajo. “Siento que estoy haciendo una diferencia en la vida de las personas”, dijo Joshua, un enfermero quirúrgico en Nebraska. Los hombres describieron la responsabilidad profesional que enfrentan al tomar decisiones de vida o muerte, cuidar a las personas en sus momentos más devastadores o estar presentes en los más felices: cuando un niño da sus primeros pasos, un tratamiento médico da un buen resultado o una mente joven destella con nuevo conocimiento.
Es más, los cuidadores hombres, especialmente los de enfermería, dijeron que, lejos de la visión estereotipada de que su trabajo consiste solo en vaciar orinales, este requiere una combinación compleja de habilidades cognitivas de alto nivel y calidez humana. Para tener éxito en sus trabajos, dijeron, se requiere atención a los detalles, pensamiento rápido y la capacidad para realizar múltiples tareas, pero también “tener corazón y alma”, como dijo Lucas, enfermero de cuidados intensivos de Louisiana. Los trabajadores de cuidado infantil y educadores, en particular, enfatizaron que rasgos de calidez humana, como la paciencia y el deseo de ayudar a los demás –rasgos que durante mucho tiempo se asumieron como exclusivos de las mujeres o más desarrollados en ellas– son esenciales para hacer bien su trabajo.
Ese estigma de género, aunque quizá no sea tan intenso como hace décadas, es algo que todavía enfrentan muchos hombres que trabajan en las áreas de cuidado. “Odio el término murse”, dijo uno, refiriéndose a la combinación de las palabras en inglés de “hombre” (man) y “enfermera” (nurse). Los hombres que laboran en el cuidado y la educación de infancia temprana dijeron que a menudo se enfrentaban a la sospecha y la desconfianza de padres escépticos. La mayoría estuvo de acuerdo en que la sociedad valoraba el trabajo de cuidado, pero solo “hasta cierto punto”, y argumentó que únicamente cuando las labores de cuidado sean bien pagadas y se conviertan en mejores trabajos los cuidadores “obtendrán el respeto que merecen”.
No hay duda de que la sociedad valora a los hombres y el trabajo que realizan más que el de las mujeres. A los pocos hombres que trabajan en enfermería a menudo se les paga más que a sus contrapartes femeninas; esto es algo que los hombres de nuestros grupos de enfoque reconocieron con molestia. Los economistas han rastreado cómo caen los salarios a medida que las mujeres se hacen cargo de trabajos antes dominados por hombres.
La gente puede haberlo olvidado, pero los hombres también han realizado este tipo de trabajos en el pasado. En algún momento, la educación era una profesión bien remunerada para los hombres, y durante siglos la enfermería fue un trabajo de monjes y caballeros. Dos de los cuatro santos patronos de la enfermería son hombres: san Camilo de Lellis, que porta una túnica con la cruz roja que ha llegado a significar el símbolo universal de la curación médica, y san Juan de Dios. Eso cambió con Florence Nightingale, quien insistió en que solo las mujeres deberían dedicarse a cuidar. Si bien Nightingale abrió un camino para que muchas mujeres trabajaran por primera vez, su acto también feminizó la profesión y cimentó tanto los salarios más bajos como la noción de que las enfermeras estaban subordinadas a los médicos, en lugar de ser contrapartes de ellos. Pero si la presencia de mujeres deprime los salarios, ¿podría ocurrir lo contrario también? ¿Una afluencia de hombres al trabajo de cuidados sería lo que se necesita para aumentar su valor para todos los trabajadores?
Ya se realizan esfuerzos para transformar los trabajos de la economía del cuidado. En Estados Unidos, la administración de Joe Biden propone una importante inversión en infraestructura de cuidado infantil y promete darles a los educadores de infancia temprana y trabajadores de cuidado infantil “un aumento y mayores beneficios, tratándolos como los profesionales que son”. Algunos trabajadores del cuidado infantil y de la salud buscan sindicalizarse para exigir mejores salarios. El estado de Washington ha descubierto cómo hacer que los trabajos de salud en el hogar sean buenos. Y organizaciones como la Asociación Estadounidense de Hombres en Enfermería (AAMN, por sus siglas en inglés) trabajan para atraer a más hombres al sector del cuidado.
El cierre de escuelas y centros de cuidado infantil debido a la pandemia ha puesto en evidencia cuán importante es el trabajo de cuidado de los maestros y educadores de infancia temprana de cualquier género, ya que son indispensables para mantener abiertos los negocios, apoyar a las familias y la economía, así como educar a la próxima generación.
Cuidar es algo humano, no solo un campo para las mujeres. Sin embargo, para que esto se convierta en realidad en el futuro del trabajo, no solo será necesario impulsar a las niñas que saben programar, sino también a los niños que saben cuidar. Se debe asegurar que cualquiera de los dos tenga no solo un trabajo significativo y satisfactorio, sino también que les permita vivir vidas significativas y satisfactorias.
Con información de Letras Libres