Todavía recuerdo el día en que mi madre apareció una tarde en mi cuarto con el libro de «El principito”. «Ese debe de ser un gran libro», pensé, cuando noté con qué cuidado lo abría. Los dibujos de ese niño de pelo dorado me cautivaron. Pero la historia… ¡me perturbó! Qué horrible, un planeta tan pequeño, ¡es como una prisión! Y esa extraña y rencorosa rosa, pero ¿por qué le gusta tanto? ¿Y por qué se hace amigo de un zorro y luego lo vuelve a abandonar?
Cuando mi madre me leía en voz alta un breve capítulo, yo no me atrevía a decirle lo incómoda que me parecía la historia. Y, mientras la cultura pop celebraba al héroe de la novela infantil más famosa del mundo, yo solo quería distanciarme de ese niño extraterrestre.
«El Principito», un recuerdo a la niñez
El libro trata de un niño que vive en un planeta muy pequeño con una rosa, dos volcanes activos y uno inactivo, y con brotes del árbol baobab con los que hay que luchar. La rosa y el principito no se llevan bien, la rosa es gruñona y exigente. Así que el niño decide irse y emprende un viaje para explorar siete planetas. Su última parada es la Tierra.
A los 80 años de su primera publicación, le di otra oportunidad a esta historia. Debo decir que esta vez sus capítulos me cautivaron. Pero no es un cuento para niños, sino más bien un recordatorio de la niñez que hay en cada uno de nosotros. La corta novela aborda en 27 capítulos grandes temas de la vida adulta, como el amor, la soledad y la muerte.
«El Principito» es el último libro de un apasionado de la aviación, Antoine de Saint-Exupéry, publicado en Nueva York en 1943. Tres años después, fue traducido al francés. Sin embargo, el célebre autor nunca llegó a verlo, ya que nunca volvió de un vuelo en la Segunda Guerra Mundial, en 1944.
Antoine de Saint-Exupéry: piloto y escritor
La carrera de aviador de Saint-Exupéry, nacido en Lyon en 1900, comenzó con vuelos turísticos sobre París. En los años veinte, voló rutas como Toulouse – Casablanca – Dakar. Posteriormente, fue asignado como portador de correo aéreo nocturno a Argentina.
Más tarde, intentó repetidamente batir récords de distancia y sobrevivió a dos accidentes en los trayectos París – Saigón y Nueva York – Tierra del Fuego. Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, fue llamado a filas.
Su vida de piloto no sólo se lee como una historia de aventuras. Antoine de Saint-Exupéry escribió novelas muy aclamadas durante algunas etapas de su vida. Aunque recibió premios literarios, se consideraba, ante todo, piloto, y después escritor.
«El Principito” fue, al principio, una decepción. Es un cuento agridulce, ilustrado por el propio Saint-Exupéry, donde se encuentra también su biografía plasmada en la narración del piloto que se estrelló en el desierto. Pero nadie se imaginó que este libro no sólo se convertiría en su mayor éxito, sino también en el más vendido en la historia francesa. Se dice que, desde entonces, se han vendido más de 200 millones de ejemplares y ha sido traducido a unos 340 idiomas y dialectos.
«El Principito» es una oda a la imaginación
«Dibújame una oveja», es lo primero que el principito le dice al piloto siniestrado. El piloto dibuja tres ovejas, pero todas ellas son rechazadas por el niño. Exasperado, dibuja por último una caja y dice: «La oveja que quieres está ahí dentro». Para su gran asombro, el extraño niño queda muy entusiasmado.
Pero así no era yo de niña. Qué tontería, pensé en ese entonces. ¿Por qué no pinta la oveja como le gusta al príncipe? No podía entender la genialidad de estas líneas. Hoy en día, este pasaje sí me convence: es una oda a la imaginación, a una ingenuidad infantil sin prejuicios. «Los grandes nunca entienden nada por sí mismos. Y, para los niños, es demasiado trabajo explicarles las cosas una y otra vez», escribe Saint-Exupéry en el primer capítulo.
«Sólo se ve bien con el corazón…»
El libro está lleno de sabiduría. «Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos» es probablemente el más famoso aforismo. El cuento también contiene reflexiones de crítica social.
El principito experimenta extraños encuentros en cada planeta antes de llegar a la tierra: un monarca que busca súbditos, un borracho que bebe para olvidar la vergüenza de beber, un farolero que sólo ejerce órdenes, un vanidoso que quiere ser admirado, un geógrafo que explica el mundo, pero no lo ha visto, un hombre de negocios que se cree dueño de las estrellas.
«Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan”, escribe Saint-Exupéry al principio de su obra literaria. Y es que, sin duda alguna, «El Principito» nos recuerda como ningún otro libro lo que es la infancia y, quizá por eso, ha sido un bestseller mundial durante 80 años.
(Con información de DW)