Me atrevo a asegurar que ha sido más buscado que el santo grial, las esferas del dragón y Javier Duarte juntos; es más efectivo para quitar el sueño que dos cafiaspirinas tomadas con un espresso doble; provoca más emociones que subirse a la montaña rusa después de haberse metido dos tachas…según lo que me han contado. No, no me refiero al elixir de la vida eterna ni a los viernes de quincena, sino al tan llevado y traído Punto G.
Como en 360º no queremos quedarnos fuera de tan noble búsqueda, aquí les dejamos unos datos sobre este lugar tan común y, al mismo tiempo, tan mítico del sexo femenino:
- Hay quien asegura que sólo es otra forma de llamar al clítoris. Sin embargo, su localización está en un punto exacto de conexión entre la vagina, la uretra y el clítoris. Justo en ese lugar hay complejas terminaciones nerviosas que pueden provocar sensaciones de placer extremo.
- La expulsión de fluidos es algo natural cuando se llega al clímax; estos pueden ser de tres tipos: la orina; el squirt, una sustancia orinal que se libera por las contracciones de los músculos de la vejiga; y la eyaculación femenina, que es muy similar al semen.
- Complemendo lo anterior, es conveniente aclarar que la eyaculación saldrá por la uretra, en algunos casos provocará que la persona crea haber orinado, pero la sensación es distinta e infinitamente más placentera.
- Los orgasmos causados por el estímulo del punto G son distintos de los provocados por el clítoris. En el primer caso el cuello del útero se empuja hacia abajo en la vagina; en el segundo se hincha el final de la vagina, cerca de la apertura.
- El estímulo del punto G no siempre es agradable para todas las mujeres, es importante hablar con la pareja al respecto antes del acto sexual.
- El nombre del aludido proviene del libro titulado The G spot and other discoveries about human sexuality, publicado en 1982 por Alice Khan Ladas, Beverly Whipple y John D. Perry; quienes rinden homenaje a la inicial del apellido de Eric Grafenberg, descubridor del susodicho punto.
- La mayoría de los científicos concuerdan en que es un órgano femenino funcional, lo han llegado a considerar una especie de “próstata femenina”.
Así que, sin importar los mitos que se tejen alrededor de él, de que existe… ¡existe!