Es peligroso leer libros, porque abren la mente, porque despiertan la necesidad de cambio y crecimiento, y a muchos no les conviene. Por eso a lo largo de la historia han sido prohibidas innumerables obras, escritas precisamente por genios queriendo cambiar los esquemas del mundo.
La novela política de ficción distópica, «1984» escrita por George Orwell es uno de esos libros. Ha despachado más de 30 millones de ejemplares y curiosamente sufre repuntes de ventas con regularidad, tras ciertos eventos, cómo lo fue en el 2013 después de las filtraciones de Snowden y en 2017 con la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU.
La distopía imaginada por George Orwell es el ejemplo más recurrente cuando se quiere explicar cómo sería una sociedad dictatorial del futuro.
En ella se describe un Estado que es gobernado por el Gran Hermano a través de una serie de mecanismos y dispositivos que, lejos de ser algo de ciencia ficción, conviven con nosotros en la actualidad. Orwell lo publicó el 8 de junio de 1949, hace ahora 70 años.
A continuación, algunas de las cosas que Orwell imaginó y que ya están en casi cualquier casa.
– Micrófonos que te graban para controlarte
¿Qué es en ‘1984’? Todos los rincones urbanos de 1984 están llenos de cámaras y micrófonos. Incluso en las zonas rurales de las afueras, donde se supone que ya no llega el control del Hermano Mayor, también hay algún que otro micrófono para controlar a los ciudadanos. La cantidad de información recopilada es tal que esos receptores poseen un sistema de reconocimiento de voz para facilitar la identificación de disidentes y disolventes.
¿Cuál es su equivalente actual? En 1984 el encargado de la vigilancia mediante grabaciones de voz era el Estado; hoy en día esas grabaciones son realizadas por empresas privadas. Google, por ejemplo, ha estado espiando a los usuarios de su buscador, empleando para ello el micrófono del ordenador.
– El ‘hablaescribe’
¿Qué es en ‘1984’? En el futuro imaginado por George Orwell las personas apenas escriben. “La pluma era un instrumento arcaico, que rara vez se utilizaba siquiera para firmar”, Ell hablaescribe era un dispositivo, presente en oficinas y domicilios, registraba la voz humana y la convertía en texto o la archivaba.
¿Cuál es su equivalente actual? El hablaescribe parece un pariente remoto de los mensajes de voz de WhatsApp, aunque un poco más aparatoso porque el dispositivo no se podía llevar en un bolsillo como un móvil. En todo caso, desde que los desarrolladores incorporaron esos mensajes de voz a la aplicación, lo que es un hecho es que son muchos los que ya se han olvidado de escribir.
– Los dos minutos de odio
¿Qué es en ‘1984’? El Hermano Mayor y su estructura opresiva organizan diariamente lo que llaman “Los dos minutos de odio”. Durante ese tiempo, las telepantallas emiten información sobre enemigos del sistema hacia los que los miembros del partido deben expresar su ira. Para aquellos a los que les parecen pocos estos 120 segundos de linchamiento, una vez al año, se celebra “La semana del odio”.
¿Cuál es su equivalente actual?
«Los dos minutos de odio» de 1984 se parecen mucho a las redes sociales (en especial a Twitter), para qué nos vamos a engañar. A través de sus pantallas y dispositivos móviles, los usuarios arrojan hiel contra los enemigos del Estado, contra sus vecinos, contra ese artista al que detestan, contra ese delantero que falló en la última jornada deportiva… La diferencia con 1984 es que en Twitter se puede hacer anónimamente y de manera voluntaria. El odio no como obligación, sino como vocación.
– La telepantalla
¿Qué es en ‘1984’? Colocada en el interior de los domicilios o de los recintos públicos, las telepantallas transmiten mensajes institucionales y recopilaban información del entorno.
¿Cuál es su equivalente actual?
La telepantalla es lo más parecido a Alexa de Amazon, a Google Home, a su evolución, el Nest Hub Max, a Portal de Facebook e incluso a esos televisores inteligentes conectados a Internet que, sin que los usuarios lo sepan, les graban en casa. Dispositivos que lo mismo te ponen música, que te hacen la compra online, te apagan las luces del salón o te graban un audio mientras cantas en la ducha y un vídeo cuando sales de ella.
Alguien está controlando el correo de los ciudadanos
En la novela de Orwell, el Gran Hermano o Hermano Mayor, según las traducciones, controla todas las comunicaciones de los ciudadanos, incluidas las que se realizan por correo. Por eso, y por la existencia del hablaescribe, apenas se escriben cartas. Así lo describe el libro: “Para aquellos mensajes que es necesario enviar de vez en cuando, el Estado dispuso tarjetas postales con una larga lista de frases para que el remitente tachase aquellas que no eran adecuadas a lo que quería comunicar”.
¿Cuál es su equivalente actual? Recientemente, el servicio de correo de Gmail da la opción de responder los mails con una serie de palabras o frases que hacen referencia al contenido del mensaje recibido. Gracias a la inteligencia artificial y los algoritmos, las opciones que sugiere el ordenador encajan a la perfección en el contexto de la conversación. En otras palabras, hay un algoritmo que, como sucedía con el Gran Hermano, está leyendo tu correo. Esperemos que sea discreto y no se lo cuenta a nadie…
– La música enlatada
«El Café del Castaño estaba casi vacío. Un oblicuo rayo de sol se colaba amarillento por la ventana y caía sobre las mesas polvorientas. Eran las solitarias 15 horas. Las telepantallas emitían música enlatada”, escribía George Orwell al comienzo del capítulo VI de 1984. Cuando el libro fue publicado, en 1949, lo habitual era que en los locales públicos la música corriera a cargo de una pequeña orquesta o un grupo de músicos, por lo que el hecho de que la música surgiera de un dispositivo electrónico era pura ciencia ficción.
¿Cuál es su equivalente actual? En la actualidad, lo raro es que haya un grupo interpretando música en vivo en un local. La optimización de costos de y las ordenanzas municipales han hecho que la mayoría de locales públicos utilicen música enlatada (grabada). Esa música que en origen tenía un soporte, bien fuera una cinta, un disco de vinilo o un CD, se reproduce actualmente a través de Internet con plataformas como Spotify o con dispositivos conectados a redes WiFi. Esto sí que parece de ciencia ficción, pero a Orwell ni se le pasó por la cabeza. En cuanto a los conciertos, ahí están dj multiventas como David Guetta actuando con la música ya grabada en un pendrive.
El Ministerio de la Verdad
¿Qué es en ‘1984’? El lema de la sociedad descrita en 1984 es: “La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza”. En consecuencia, el ministerio de propaganda se denomina Ministerio de la Verdad. De dicha institución proceden las declaraciones oficiales y es también en ella donde se cambian aquellos hechos históricos que, por la razón que sea, no conviene que se narren como realmente sucedieron.
¿Cuál es su equivalente actual? Recientemente y ante la avalancha de las fake news (noticias falsas) en redes sociales, hay varios dirigentes políticos que han planteado la creación de un grupo que, desde la Administración, se encargaría de determinar qué noticias son verídicas y cuáles falsas. Si bien el intento parece loable, que el Estado se encargue de determinar qué es o no verdad, produce cierta zozobra. El Ministerio de la Verdad, y su capacidad para cambiar los hechos acaecidos en el pasado, recuerda también al derecho al olvido de Google o incluso a empresas que se dedican a presionar a medios y asociaciones para que eliminen de la web datos o hechos referentes a sus clientes.
La neolengua
Entre los métodos que el estado autoritario de 1984 utiliza para someter a sus ciudadanos se encuentra el lenguaje. De forma periódica, se publican diccionarios que reducen el número de palabras por considerar que la variedad léxica complica la comunicación en lugar de enriquecerla. La importancia de la neolengua en el universo imaginado por Orwell es tal que, al final del libro, el escritor británico incluyó un apéndice dedicado a explicar las características de esta nueva forma de comunicación que, según las autoridades, debería estar totalmente implantada en 2050.
¿Cuál es su equivalente actual?
La popularización de emoticonos y emojis en la comunicación cotidiana ha hecho que sean muchos los gurús de Internet que defienden que los emojis podrían ser el lenguaje del futuro porque son fáciles de utilizar y comprensibles por cualquier persona, independientemente del idioma que hable. Dejando a un lado que eso no es del todo cierto, debido a que existen diferencias culturales que provocan que un mismo emoji se interprete de distinta forma.
Con información de El País