La tradición de poner nacimiento en la casa durante la época de Navidad se ha ido perdiendo al paso de los años, así lo ha comprobado la familia Ruiz que ha vivido durante tres generaciones haciendo figuras de yeso, pero que ahora piensa agregar otra ocupación a su forma de vida para tener nuevos ingresos.
En Amozoc existen al menos 200 artesanos que se dedican a la elaboración de figuras que van desde 10 centímetros hasta dos metros de altura, pero la misma proliferación de productores aunado con la escaza demanda los ha obligado a abaratar sus piezas.
Casi al pie de la carretera federal a Tehuacán la familia Ruiz forjó desde hace 70 años su tradición, ellos consideran ser pioneros en Amozoc en la fabricación de nacimientos.
Cuatro hermanos Ruiz, mantienen dos locales en la angosta calle que dirige a la plaza de Amozoc, y en plena temporada de la Navidad los anaqueles se mantienen casi repletos.
Los precios varían dependiendo del tamaño de la pieza, los más económicos cuestan 20 pesos y son nueve figuras que se hicieron manualmente pues no existe molde para formas de 10 centímetros.
Los nacimientos más grandes superan el metro de altura y cuestan 4 mil 500 pesos las mismas nueve figuras, “pero tiene tres años que no se vende el más grande”, recuerda Dulce Ruiz mientras da un recorrido por su tienda convertida en museo.
Todo el proceso de elaboración de cada una de las figuras se desarrolla en la parte superior de la juguetería, en la azotea del tercer piso es en donde se da creación de niños dios, misterios, ángeles, reyes magos, imágenes religiosas, pero también a juguetes de yeso y alcancías que se venden para las ferias de los pueblos.
Las hermanas Ruiz explican que trabajan durante todo el año para vender en los dos últimos meses toda su producción y aún así hay semanas y hasta meses en los que nadie toca el timbre de la tienda para pasar a preguntar.
A pesar de que la juguetería no tiene un inventario calculan que tienen por lo menos mil piezas, pues tan solo tienen 10 nacimientos “de los grandes” que suman 100 piezas y así concluyen que tienen más de mil de todos los tamaños.
Saben que puede haber piezas que jamás saldrán del anaquel, porque además se rehúsan a venderlas en tianguis o al pie de carretera.
Mientras esperan a sus clientes, los que sí llegan son cobradores del ayuntamiento de Amozoc que pretenden cobrar impuestos por el local comercial.
Con enojo María explica que los ha corrido hasta tres veces, “sino vendemos como quieren que les paguemos, a penas y tenemos para nosotros cuatro”.